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Un pasaje por demás interesante de “El Origen de la Familia” es, a no dudarse, aquel en el que Engels habla de la migración incontenible que derivó en el colapso del Imperio Romano y en el que señala que dicha migración bien podría equiparase a “Una Revolución en nuestros días”.

Durante años tuvimos ante nuestros ojos el escalofriante espectáculo de “la bestia”, el ferrocarril que trasportaba de manera tanto clandestina como precaria a los trabajadores emigrantes de la América Central hacía la frontera con los Estados Unidos, devolviéndonos el inmenso orgullo de ser mexicanos y seres humanos, la solidaridad mostrada por heroicas mujeres a las que la conseja popular ha bautizado como; “las patronas”.

Mujeres modestas que, en vez de haber sido víctimas de propaganda tóxica de índole xenófoba alguna, ofrecen lo poco que tienen: agua y pan, a los transeúntes que viajan en la parte superior de los convoyes para el solaz y la procaz burla, en detrimento de lo más elevado del espíritu humano, que de la tragedia humana hiciera el entonces frívolo asistente de la presidencia de la República Aurelio Nuño Mayer.

Pocos como el novelista Rafael Ramírez Heredia, supieron entrever la tragedia de la frontera sur de México, ante el trasiego humano acosado por fuerzas policiales o, peor aún, de sus inconfesados aliados vergonzantes e irregulares como habrían sido de tiempo atrás “las maras”.

Acompañando a Alejandro Rojas Díaz Durán tuve el gusto de conocer en la casa de Federico Arreola al cineasta Luis Mandoki, poco antes de que realizara la versión fílmica de la referida novela Ramírez Heredia, otro documento que resulta de consulta indispensable en los días que corren, en donde lo atisbado de tiempo atrás parece rebasar toda expectativa a grado tal de colocarnos en el entrecruzamiento de Tecun Umán y Tapachula ante una crisis de civilización, acaso de tan hondo calado, como la que al efecto diseccionara Engels respecto al Imperio Romano en “El Origen de la Familia”

Por: Atilio Alberto Peralta Merino

 

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