Empecé a encontrar caquitas en algunas partes de mi cocina: “¡Un ratón!” –exclamé–, ¡quizá sea más de uno!, pensé. Busqué en otros lugares si había más o caquitas o ratones. Parecía que no. Pensé en el pequeño solitario y me movió el corazón. Pregunté a mis contactos por internet cuál era la mejor forma de atrapar a este pequeño. Hubo opiniones: desde los mejores venenos que los secan, las trampas pegajosas que los matan u otras que los protegen. Dudé al respecto porque yo amo a los animales y no quería matarlo por lo que me planteé, “¿Y si lo atrapo qué hago con él?”
Oí sus pasitos y ruiditos por la cocina. Mi gatita, Mu, entró conmigo a husmear y pensé que su olor lo haría huir, pero no. El pequeño con mi presencia o la de Mu, sólo se detenía y callaba.
Me puse a revisar todos los enseres dentro de la estufa por si fuera hembra y estuviera anidando, pero no encontré nada. Durante los tres meses siguientes, no escuché nada ni encontré caquitas por aquí o por allá y pensé que, al oler a Mu, se había salido.
Pero no, ayer la persona que me ayuda me dijo: “Tiene usted un visitante en su cocina”. Supe que era el pequeñín porque además vi sus caquitas al abrir la estufa.
Nuevamente me puse a pensar cómo lo iba a atrapar sin matarlo y qué iba a hacer con él ya agarrado. Levanté las partes de la estufa para saber si era sólo uno como hace tres meses, o si era hembra y ya se habían reproducido.
Vi correr un bultito gris dentro de la estufa y ¡oh!, se detuvo, fijó su mirada en la mía… lo vi tan indefenso, tan tierno, tan lleno de vida y con ganas de seguir, que me congelé.
Neta, no tengo corazón, ni ganas, ni idea para matar a un animalito así, por mucho que sea pernicioso, no puedo… y no quiero…
He pensado en adoptarlo, y no sé qué no nombre ponerle.
¿Alguna sugerencia? Neta me gusta Neto…
alefonse@hotmail.com