Comparte con tus amigos

Tú también vas por un camino resbaladizo por el que cuanto más rápido vas, más lenta es la velocidad; porque te vas alejando. Si miras hacia la meta, entonces te estás alejando. Tu velocidad es peligrosa, va en contra de la meta, porque no se necesita velocidad. Simplemente tienes que parar y mirar.

Sosan dice: Algunos vienen y me preguntan: «¿Cuándo me iluminaré? ¿Cuándo?». Si les digo: «Ahora», no me pueden creer. Y yo digo que ahora. Si te pierdes este ahora, entonces será en otro ahora, pero siempre ahora. No hay otro tiempo.

Cuando ocurra, ocurrirá en el ahora, y siempre que ocurra ocurrirá en el aquí. Aquí y ahora no son dos palabras, al igual que el espacio y el tiempo no son dos palabras. Einstein acuñó un nuevo término: «espacio tiempo». Formó una palabra con las dos, «espacio tiempo», porque descubrió científicamente que el tiempo no es otra cosa que la cuarta dimensión del espacio, así que no es necesario usar dos palabras.

Y aquí y ahora tampoco son dos palabras. Miles de años antes que Einstein, místicos como Sosan fueron conscientes de ello. Es «aquí-ahora». Hay que unir estas dos palabras, son una, porque el ahora no es más que una dimensión del aquí; la cuarta dimensión. «Aquí-ahora» es una palabra.

Y cuando ocurra, ocurrirá en el «aquí-ahora». Puede ocurrir ahora, ¡no hay necesidad de esperar! Pero no te decides, tienes miedo; eso crea el problema.

¿Qué significa tener miedo? ¿Qué ocurre dentro de ti cuando tienes miedo? Quieres algo, y al mismo tiempo no lo quieres. Esta es la situación de una mente temerosa: quiere y no quiere porque tiene miedo. Le gustaría, pero no está segura, no se decide.

Jesús siempre usaba la palabra «miedo», muchas veces, en contraposición a fe. Nunca usaba «incredulidad» o «desconfianza» en contraposición a fe; siempre usaba la palabra «miedo» en oposición a fe. Decía que aquellos que no tienen miedo, tienen fe, porque la fe es una resolución. La fe es una decisión, una decisión total. Vives totalmente en ella, es una confianza, sin nada que te retenga, es incondicional. No se puede volver atrás. Si has entrado totalmente en ella, ¿quién se echará atrás?

La fe es absoluta. Si entras, entras. No puedes salirte; ¿quién va a salirse? No hay nadie detrás de ti que te pueda hacer volver. Es un salto al abismo, y Jesús está absolutamente en lo cierto al hacer del miedo el antónimo de la fe. Nadie había hecho esto antes. Pero está absolutamente en lo cierto, porque no le interesa el lenguaje externo, lo que le interesa es el lenguaje del ser interior.

Lo que no te permite tener fe es el miedo. No la incredulidad, recuerda, lo que te impide tener fe no es no creer, es el miedo.

Por supuesto que racionalizas tu incredulidad, tu miedo. Lo escondes tras palabras, dices: «Tengo mi escepticismo, mis dudas. ¿Cómo voy a entrar en ello a no ser que esté totalmente convencido?». Pero mira profundamente en tu interior y encontrarás miedo.

El miedo significa que una mitad de ti quiere adentrarse y la otra mitad no quiere. Una mitad de ti se siente atraída por lo desconocido, ha escuchado la llamada, la invocación; y la otra mitad tiene miedo a lo desconocido y se aferra a lo conocido. Porque lo conocido es lo conocido, no implica miedo.

Haces algo, y ese algo se vuelve conocido. Ahora, si quieres cambiar a un nuevo trabajo, a una nueva forma de vida, nuevos hábitos, nuevo estilo, la mitad de ti se aferra a lo conocido, dice: ¡No te muevas! ¿Quién sabe?, puede que sea aún peor que esto. Y una vez que hayas dado el paso no podrás volver». Así que una mitad dice: «¡Quédate aquí!».

Esta mitad pertenece a la memoria, al pasado, porque el pasado es conocido. Y la otra mitad se siente atraída, siente la llamada a entrar en un camino desconocido, a través de lo inexplorado; porque lo nuevo te emociona.

Ahí está el miedo. Estás dividido. El miedo te divide, y si estás dividido hay indecisión. Con un pie vas hacia lo desconocido, y el otro permanece en el pasado, en la tumba del pasado. Y entonces te paralizas, porque nadie puede moverse con un solo pie, con una sola pierna; nadie. Tienes que mover tus dos alas, ambas partes. Sólo así te puedes mover.

Cuando estás indeciso, estás estancado; y todo el mundo está indeciso. Este es el problema, esta es la ansiedad. Estás paralizado, sin poderte mover. La vida sigue fluyendo, y tú te has vuelto como una piedra, bloqueado, un prisionero del pasado.

…pero aquellos que tienen una visión limitada son miedosos e indecisos: cuanto más se apresuran, más lentos van…

Toda su vida es contradictoria. Hacen algo con una mano e inmediatamente lo deshacen con la otra; indecisos. Con una mano amas a una persona y con la otra la odias. Con una mano creas amor y con la otra planta las semillas del odio. Y nunca eres consciente de lo que estás haciendo.

Precisamente ayer por la noche estuve hablando con alguien acerca de un monasterio oculto en Bokhara. Gurdjieff vivió en ese monasterio durante al menos seis años. Allí aprendió muchas técnicas de la escuela sufí. Una de sus técnicas todavía se usa en ese monasterio. La técnica es muy hermosa. Cuando alguien entra en el monasterio, se hace discípulo y se le da una placa, un letrero. En un lado lleva escrito: «Estoy negativo, por favor, no me toméis en serio». Si digo algo ofensivo, en realidad, no te lo estoy diciendo a ti: es porque estoy negativo, estoy lleno de odio, de ira y de depresión. Y si hago algo, es debido a mi negatividad, no a que tú estés equivocado.

En el otro lado de la placa lleva escrito: «Estoy positivo, estoy amoroso, lleno de afecto, por favor, no me toméis en serio»: si digo que eres maravilloso, no estoy diciendo nada acerca de ti; es sólo que me siento bien.

Y cuando una persona siente que su estado de ánimo está cambiando le da la vuelta al letrero; se lo pone de un lado u otro, dependiendo de cómo se sienta. Y a través de esto ocurren muchas cosas, porque nadie le toma en serio. La gente se ríe, porque él está negativo.

Si alguien se siente mal y vomita, ¡está bien! No te está vomitando a ti, no te está echando nada encima. Simplemente está expulsando algo que le molesta. Y sólo cuando esta división se acaba y el discípulo va al Maestro y le dice: «No soy ni lo uno ni lo otro. Ahora no estoy ni negativo ni positivo, todo se ha calmado y mis dos alas se han hecho una, ahora soy uno», sólo entonces se quita la placa. El momento en que se retira la placa es un momento de iluminación. Entonces estás completo. De otra forma estás siempre contradiciéndote a ti mismo, y entonces sufres y sientes angustia, y piensas: «¿Qué me pasa?». ¡No te pasa nada! Por un lado, haces algo bueno, e inmediatamente, por el otro, haces algo malo; inmediatamente, para destruir ese otro lado que se ha adelantado, porque no puedes decidir, porque estás dividido.

Una parte de ti se agarra a los viejos hábitos, y la otra quiere adentrarse en lo desconocido. Una parte quiere agarrarse al mundo, y la otra quiere convertirse en un pájaro y entrar en el desconocido cielo de lo Divino, en la propia divinidad de la existencia. Entonces estás estancado.

Trata de darte cuenta. Es difícil porque nunca lo has intentado, pero en realidad no es en absoluto difícil. No es ni fácil ni difícil. Sólo observa lo que estás haciendo contigo y con los demás. Todo lo que hagas a medias te producirá sufrimiento. Estancado, caerás una y otra vez en el infierno. El infierno es el lugar en donde la gente se estanca, y el cielo es el lugar en donde todo el mundo se mueve, donde no están paralizados. El infierno es un lugar en donde no hay libertad, el cielo es libertad.

Los hindúes han llamado al estado supremo Moksha, libertad absoluta. Nadie está estancado en ningún lugar, sino que fluye libre como un río, o como un pájaro al viento, con todo el cielo infinito a su alrededor, sin estar sujeto a nada. 

…pero aquellos que tienen una visión limitada son miedosos e indecisos: cuanto más se apresuran, más lentos van, y el apego no tiene límites;

 Y RECUERDA, no importa de dónde te agarres: el agarrarse en sí mismo es el problema, lo importante no es a lo que te agarras. Sino, tu acción…MIEDO O FE.

(De él Libro de la Nada. / Autor: Osho)

Por: Juan de Dios Flores Arechiga.

Twitter:@tu_sendero

Instagram: tu_sendero_la_luz

Facebook: Tu Sendero: la luz

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *