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Se va a morir Roseanne (interpretada por Mercedes Ruehl) tiene un diagnóstico final y ella desea que la sepulten en el mismo cementerio en el que está su hija, el problema es que al cementerio local le quedan únicamente tres lotes, si de alguna forma se ocupan, no podría el marido cumplirle su deseo, por lo que Marcello su esposo (Jean Reno) se encarga cuidar a los enfermos del pueblo, no quiere que ninguno se muera para poder cumplirle sus deseos a su querida Roseanne, en la comedia italiana de 1997 “Por Amor a Roseanne”.

Esto es una hipótesis, ya entonces, desde aquellos tiempos existía una nueva cultura funeraria, los viejos y monumentales panteones son historia, los antiguos museos familiares que eran los mausoleos han dejado su lugar a pequeñas lapidas con información restringida, nombre, años de nacimiento y defunción y ahora con las cremaciones, las cenizas de nuestros muertos cuando bien les va se conservan en urnas y cajones (nichos) en iglesias y panteones, el sistema de condominios y multifamiliares llegó para quedarse en los servicios funerarios modernos, eso siempre que el muerto no haya dejado instrucción de que sus cenizas se dispersen con el viento o se diluyan en las aguas de los mares, los lagos y los ríos.

En lo personal creo que cada quien hace de sus muertos y de las cenizas de estos lo que sus convicciones determinen, sin embargo los que pertenecen a una generación como la mía y a las anteriores nos deja algo nostálgicos, todavía recuerdo las visitas a la tumba de mi abuela materna en el cementerio municipal de Puebla, al pie de un abeto y a mi madre haciendo la limpieza y dejando flores en homenaje a su recuerdo, llevo en la memoria también las capillas familiares en las que se depositaban los restos del abuelo y de la abuela, de cada uno de los padres, tíos y hermanos que precedieron a los deudos.

La cosa es que al final, las familias olvidan al finado, con el tiempo los abandonan y hoy vemos que los panteones de nuestros pueblos y nuestras ciudades se encuentran en condiciones de deterioro lamentables, lo malo de ello es que parte de nuestra historia verá su fin con estas nuevas modalidades funerarias, en el futuro, las personas (y personos) ilustres ya no tendrán su merecido descanso en la rotonda que el Estado en algún momento de la historia les había destinado en el viejo panteón de Dolores en el lindero sur de la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec.

Por ahora, mientras se pueda, me gusta visitar los cementerios, me gusta contemplar la historia de nuestros héroes y nuestros personajes, me gusta saber que Benito Juárez descansa muy cerca de la tumba vacía del conservador Miguel Miramón que en la actualidad se encuentra en Puebla por decisión de su esposa que no soportó tenerlo tan cerca de su archienemigo liberal.

Dicen que a la hora de la muerte todos somos iguales, en los distintos cementerios y camposantos que así se llaman, coexisten sin problema, enemigos de antaño, rivales de amores y antagonistas políticos.

Hacer de vez en cuando una visita a los panteones me resulta sano, me recuerda lo que somos y hacia donde vamos, que descansen en paz ellos y nosotros, los que hasta hoy sobrevivimos que “nos caiga el veinte”, “no somos nada”.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

alfonsodiazordaz@gmail.com

28 de noviembre de 2020

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