La vida es para vivirla…

Somos creyentes, algunos son más creyentes que otros, si me pregunta en qué nivel me encuentro yo le puedo asegurar que estoy en media tabla hacia abajo, soy un escéptico natural, no creo en las predicciones futuristas, desde  la Pitonisa de los griegos que proclamaba profecías desde el ancestral Oráculo de Delphos, el fraudulento Nostradamus que hizo de su oficio de adivinador un gran negocio y su modus vivendi, hasta estos tiempos en los que personajes como Walter Mercado (ya fallecido) y Mhony Vidente, que proclaman sin escrúpulos metodológicos, acontecimientos que de alguna forma van a ocurrir en cualquier momento.

Ni en las estimaciones más simples somos efectivos, yo en lo personal siempre fallo, no hay quiniela deportiva en que supere aciertos mayores al diez por ciento, es imposible que pronostique con acierto cual película se va a llevar el premio de la Academia Cinematográfica conocido como el Oscar, tampoco les puedo decir quién va a ser el campeón de mi deporte favorito, lo que sí puedo adivinar y en eso soy experto es en mi pronóstico perdedor, le puedo asegurar sin temor a equivocarme quienes no van a competir en la Serie Mundial de Beisbol ni el Super bowl.

Mi problema con los aciertos tiene sus orígenes en mi psicología particular, no me agradan los perdedores, no se trata de eso, lo que pasa es que desprecio a los arrogantes y a los prepotentes, no soporto la pedantería de algunos poderosos, me gusta la competencia de verdad, una liga de futbol en donde siempre ganan los mismos, que se alternan los campeonatos entre dos equipos y muy de vez en cuando le prestan su trofeo a un tercero, no me resulta interesante, esa es mi naturaleza y no la puedo cambiar, y no es que yo sea un perdedor.

A mí me gusta ganar, estoy muy seguro de que a ustedes también, tampoco acepto que el VAR nos regale resultados, pero como no todo lo que se quiere se puede me conformaría con que la vida me diera chance de ver a La Franja y a los Pericos Campeones, a Javier Camarena cantando “A mes amis” de “La hija del Regimiento” de “Gaetano Donizetti” en vivo y en directo, comerme un “dulce de leche quemada” como lo hacía mi madre o de perdida como lo hacían en la Fonda de Santa Anita de Insurgentes Sur (que ya no existe).

Quiero escribir una novela, tengo muchas ideas para escribir varias, asistir a la Plaza México para ver a José Tomas, volver a ver a todas las personas que quise desde mis primeros quince años, desde alguna niña que me rompió el corazón siendo muy joven,  los amigos y las amigas de todas las épocas y grupos que fueron muchos, quiero darles un abrazo y conversar con todos, quiero que la nostalgia y el sentimiento me trasladen a otro tiempo, recordar los mil sabores y las mil canciones que siempre me gustaron, volver a leer los mejores libros que he leído.

 Quiero emborrachar mi corazón

Para apagar un loco amor

Qué más que amor, es un sufrir

Y aquí vengo para eso

A borrar antiguos besos en los besos de otras bocas

Si su amor fue flor de un día

¿Por qué causa, siempre mía, esa cruel preocupación?

Quiero por los dos, mi copa alzar

Para olvidar mi obstinación y más la vuelvo a recordar

Nostalgia, de escuchar su risa loca

De sentir junto a mi boca, como un fuego, su respiración

Angustia, de sentirme abandonado

Y pensar que, otro a su lado pronto, pronto le hablará de amor…

Se puede….

Yo que no soy nadie para dejarles una tarea, les pido que si les parece y les gusta, hagan una lista de todos sus placeres, de las cosas que les gustan y que quisieran revivir, yo les propongo hacer una revisión de los olores y los sabores que nos vienen del pasado, las noches buenas infantiles, los viajes y los conciertos, los mejores restaurantes desde los muy lujosos hasta los más modestos, pedirle al tiempo que vuelva y darle un portazo en las narices a las pitonisas que no auguran cosas buenas, no importa cuántos años tengas, todo es posible.

23 de mayo de 2022

alfonsodiazordaz@gmail.com