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Los últimos días de noviembre y principios de diciembre de 1983 hubo dos accidentes aéreos que quitaron la vida a dos personajes inolvidables de mi juventud y de mi edad adulta, Fanny Cano o María Francisca Isabel Cano Damián fallece en el Aeropuerto Barajas de Madrid, una especie de símbolo sexual de la época y una de las mujeres más atractivas del cine y la televisión mexicana de aquellos tiempos, nunca habrá otra “Yesenia” como lo fue ella, pierde la vida y a ella nos la perdemos todos, exactamente el 7 de diciembre de ese año.

Fanny Cano y Jorge Ibargúengoitia

Uno días antes, el 27 de noviembre para ser precisos, fallece Jorge Ibargüengoitia Antillón, guanajuatense de origen y una de las plumas más lúcidas de la literatura mexicana de los setenta en otro accidente fatal, en Madrid y en un choque desafortunado de dos aeronaves, sus muertes, las de ambos personajes nada tienen que ver entre sí, aunque sí coinciden en que ambos fueron estudiantes en su tiempo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, que tenían a causa de su actividad profesional una vida pública y las circunstancias similares de su fallecimiento.

Hasta aquí el aspecto anecdótico de ambos personajes….

Entrando en los preliminares del tema que hoy describo, dice Alejandro Jodorowsky en un pequeño lapso mitómano, más o menos frecuente en este personaje, que el escritor guanajuatense fue víctima de un atentado de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense contra un grupo de viajeros comunistas que se dirigían a un evento en Colombia, dice su esposa, la de Ibargüengoitia, Helene Joy Laville Perren, pintora de nacionalidad inglesa que su marido de ninguna manera tenía ideas comunistas, de hecho era un reconocido “bon vivant” adicto a la charcutería parisiense durante la época en que el matrimonio residió en la Ciudad Luz, aficionado a la cocina y al buen comer.

En estos días, los previos al festejo nacional se ha hablado acerca de la verdad sobre el episodio que da inicio a la Guerra de Independencia, Edmundo O’Gorman dice que el Padre Hidalgo no tenía la menor idea que su convocatoria nocturna iría a desembocar en la independencia de una nación que todavía no tenía nombre, el México o República Mexicana nos llegan después, cuando ya el país era una entidad libre, independiente y soberana, Ibargúengoitia por su parte nos presenta una novela ficticia pero histórica que se llama “Los Pasos De López”, otro López distinto al que ustedes podrían estar pensando, un Cura Hidalgo con otro nombre y otros conjurados diferentes, así es la literatura y el género de la novela, la fantasía le concede licencia al autor para inventar lo que quiera.

Desde luego que Don Miguel Hidalgo no pronuncio ninguna de las ´palabras con las que se celebra el Grito de Independencia contemporáneo, ni siquiera se menciona a la Virgen de Guadalupe, de fuerte presencia en la arenga original por el laicismo tradicional de nuestro Estado.

Lo que si es cierto es que la historia que conocemos, la que no enseñaron en la escuela y la que nos presenta el gobierno es muy diferente a la historia real, el titulo de Padre de la Patria que se le da al Cura Hidalgo es y no es merecido según la opinión de los que saben, yo me quedo con que lo merece aunque no se haya dado cuenta de lo que inició entonces.

Los Niños Héroes, el Niño Artillero, las preferencias sexuales de Maximiliano, las amantes del sacerdote Católico José María Morelos y Pavón transitan entre lo histórico y lo anecdótico, que Don Porfirio no era ni tan bueno ni tan malo, que Agustín de Iturbide se equivocó al querer coronarse como Emperador de nuestra nación, que no es el caudillo que algunos quisieran ni el anti héroe que quisieran otros, finalmente así es la vida y así es la historia.

Tampoco es cierto, me consta que no lo es, el siglo XX y los primeros años de un temprano siglo XXI no son tan malos como nos lo presentan los adultos nuevos de este hoy y los jóvenes recién salidos de su adolescencia, los adultos y otros que no están conformes con lo que fueron, en esos años el país creció, se hizo de una infraestructura más o menos aceptable, la red hidráulica y el suministro de energía a la población fue muy importante, el México rural y el analfabeta del porfirismo ya no existe, seguramente que nos hemos excedido en castigar al agro sin pensar que somos dependientes del mismo y lo peor y más grave es que compramos la historia del México fracasado, del México corrupto (como si lo fuéramos todos)  del neoliberalismo que nunca supo que lo era, ahora tampoco lo saben los que lo critican, difícilmente podrían dar una definición correcta y concreta de lo que es.

Al final, lo que nos deja el guanajuatense Ibargúengoitia es que la vida real es tan verdadera como una de sus novelas.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

alfonsodiazordaz@gmail.com

17 de septiembre de 2020

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