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Un mundo mejor es posible

El mundo entero está siendo brutalmente sacudido por la peor pandemia de que se tenga memoria en los últimos 70-90 años, causando hasta el momento miles de muertes primero en China donde apareció y después en Italia, España y Estados Unidos que ahora se perfila para ser el país mas afectado por esta enfermedad, de la que se han dicho y escrito infinidad de versiones pero que parece que quienes logran superarla se lo deben a un sistema inmunológico saludable y fuerte y solamente padecen cuando más los síntomas de una fuerte gripe, pero aquellos cuyo sistema se encuentra debilitado por enfermedades renales, diabetes, hipertensión arterial adultos mayores o mujeres embarazadas, sufren una pulmonía que en pocos días los lleva a la muerte.

Entre las muchas versiones sobre el origen de este maligno virus, hay una que es en verdad inquietante: se dice que el virus fue creado por grandes laboratorios e incluso se ha dicho que está patentado ¿? Por una de estas grandes farmacéuticas, para las que todo es susceptible de convertir en negocio incluso la salud, no son pocas las versiones de que enfermedades como el VIH, el cáncer la diabetes y varias más, ya cuentan con tratamientos curativos sólo que tienen un pequeño inconveniente, son poco propicios para el negocio, pues el paciente que se cura no vuelve a consumir, a diferencia de los pacientes que están ligados de por vida a un tratamiento, que es muy redituable para estas empresas, aunque sea un infierno para quien se convierte en esclavo de estos mercenarios de la salud, que sobreviven atados al medicamento toda la vida.

Esto que parece demasiado perverso para ser verdad, ya sucede en otras ramas de la producción de bienes como por ejemplo, los fabricantes de focos eléctricos, que está probado pueden fabricarse para durar 100 años o más, pero ellos se ponen de acuerdo y los fabrican para durar digamos 1000 horas y después se funden para que nosotros volvamos a comprar otro foco. Todos hemos visto que las impresoras se venden a precios muy atractivos, pero la sorpresa llega cuando el cartucho de tinta se agota y tiene uno que comprar uno nuevo y el precio no guarda proporción con el de la dichosa impresora, que también ha sido fabricada con un chip que la inutiliza al llegar a un determinado número de impresiones.

Ese es el paraíso del mundo bajo el sistema capitalista que nos ve no como seres humanos, sino como potenciales consumidores de sus miles y miles de mercancías, la mayoría de las cuales no necesitamos ni son en realidad para procurarnos una vida mejor, sino solamente para mantener las líneas de producción a tope y la publicidad mentirosa y repetitiva hasta la histeria, sobre los beneficios que tendremos si fumamos tal o cual marca de cigarrillo o si tomamos tal licor o calzamos una marca de zapato, etc.

Con estos antecedentes, no es nada descabellado pensar que dada la guerra comercial entre las dos grandes potencias económicas China y EE UU, a alguna de esas empresas transnacionales gigantescas de los bárbaros del norte, se les haya ocurrido la idea genial de sembrar el virus en China su acérrimo rival para detenerlos un poco en su evidente progreso, para distraerlos con la calamidad del Covid-19 mientras se reponen y logran darles alcance en una carrera que saben perdida sin remedio.

La guerra tampoco parecía viable ya que además del innegable adelanto tecnológico del país asiático, su alianza con Rusia a quien su presidente ha conducido para alcanzar la supremacía militar con nuevas armas que parecen de ciencia ficción, todo lo cual los convierte en un enemigo si no invencible sí por lo menos capaz de llevar al mundo entero al borde de la extinción, pues es inimaginable lo que sucedería si estos dos colosos de oriente y occidente se enfrentan en una guerra atómica que haría volver a los sobrevivientes si acaso los hubiera a la edad de piedra.

Sólo que algo falló, la calamidad que pensaban llevar a China, se les revirtió y ahora la están padeciendo ellos mismos, con tan mala fortuna de que mientras los orientales ya superaron el problema y llegaron días en los que no hay ni un nuevo enfermo por el virus, en el país del norte la enfermedad cunde y se multiplica sin que los azorados vecinos puedan acertar a establecer una estrategia que contenga el mal, que inexorablemente de expande auténticamente como como reguero de pólvora con la agravante de que su economía tan dependiente del consumo, se encuentra paralizada sin que a Trump se le ocurra ninguna idea -como era de esperarse- en un ser tan primitivo, y ya haya decretado que el 12 de abril se restablece todo el sistema económico sin importar si la gente se contagia y se cura o se muere.

Esas son las “delicias” del sistema criminal que padecemos llamado CAPITALISMO, sálvese el que pueda, créanlo o no, ¡puedo y deseo estar equivocado!

Por: Enrique M. Díaz Sánchez

24/Mar/2020

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