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En este tiempo nuestro, este que nos ha tocado vivir, uno de los problemas sociales que lo han marcado es el relacionado con la violencia en contra de las mujeres y en particular la recurrencia del feminicidio que ha cobrado muchas vidas de mujeres por el hecho de serlo.

No es un problema de buen gobierno ni de políticas públicas, es un asunto de conciencia social y por supuesto de seguridad pública, de procuración de justicia, de fortalecimiento del Ministerio Público y de las instancias investigadoras  de estos delitos,  de sustentar las acusaciones dentro del estado de derecho y de la oportuna colaboración de la sociedad, denunciando y aportando pruebas contundentes y definitivas.

No podemos dejar que las mujeres se defiendan solas, como no podríamos hacerlo con los niños, los ancianos y los discapacitados, no es de ninguna manera feminismo panfletario, es la vida real y esta nos dice que hay demasiadas muertas que mueren por el único hecho de ser mujeres.

La estadística registra 2933 mujeres muertas por el hecho de serlo entre los meses de enero y septiembre, que los estados en los que la frecuencia del fenómeno se repite en mayor cantidad, es en los estados de   Veracruz (140 casos); Estado de México (81 casos); Nuevo León (53 casos); Puebla (45 casos), y Ciudad de México (40 casos).

A lo anterior habría que agregar a las mujeres desaparecidas, violadas, maltratadas y mutiladas, las victimas de trata de personas y todas aquellas que sufren cualquier tipo de violencia doméstica o laboral.

Una de las asignaturas pendientes más sentidas y olvidadas en nuestra sociedad es la de las mujeres, marchas van y protestas vienen, los crímenes crecen mucho más que los castigos, la impunidad compite con la falta de interés por atacar el problema.

No podemos quedarnos callados, de ningún modo podemos desentendernos de la situación, es apremiante resolverlo, es indispensable para la tranquilidad social que las mujeres, en cualquier lugar donde se encuentren caminen seguras, que no se preocupen y se sientan a salvo, en el campo, en la ciudad, la fábrica, la oficina, en el hogar o en la calle necesitamos que recuperen su integridad, su dignidad se lo debemos todos, también les debemos la vida, el amor y uno que otro chancletazo.

Yo quisiera proponer a cada hombre de bien, a cada persona honorable y comprometida que no abandone a las mujeres a luchar por su propia causa, que se sume, que denuncie, que conspire con los buenos para desterrar a los malos, para que estos últimos paguen sus culpas y que están sean de tal manera ejemplares,  que no haya ánimo para ofenderlas, que las mentes y personas perversas piensen que no serán impunes al castigo.

La causa por la que se lucha no es solo de ellas, es de todos nosotros, la de ellas es nuestra lucha, se la debemos todos, la participación de las mujeres en la construcción de este país, de esta sociedad es fundamental a pesar de la falta de espacios, del silencio obligado y la marginación en la política y en los negocios, la causa de ellas es nuestra.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

6 de diciembre de 2019

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