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Legislar para legalizar lo legalizable y lo que no, el aborto, el uso lúdico de la marihuana, la unión matrimonial de personas del mismo género, la muerte voluntaria en enfermos terminales (eutanasia) son de los temas que la sociedad civil contemporánea analiza en la actualidad, en todos ellos los principios morales, particularmente religiosos forman parte activa en las discusiones, opiniones que pueden ser escuchadas o no por los legisladores de todos los partidos.

El derecho a la vida y el dominio (propiedad sobre el propio cuerpo) en los casos del aborto y la interrupción asistida y voluntaria de la vida generan grandes controversias, por un lado los partidarios de la vida o enemigos acérrimos del aborto y la eutanasia argumentan furibundos posiciones fundamentalistas, en ningún caso moderadas como también son inmoderadas las posturas adversas, feministas y librepensadores arguyen en favor de sus ideas sus posturas sin derecho a réplica según ellos.

En lo que se refiere a la unión matrimonial o legalización de los vínculos entre personas del mismo género, hay juicios morales que no admiten oposición, los unos y los otros se atrincheran en sus ideas, la iglesia o mejor sea dicho, muchas iglesias se oponen por considerarlas aberrantes y ajenas a la moral y las buenas costumbres, por el contrario existen muchas organizaciones sociales que opinan y debaten en favor del derecho que cada quien tiene de practicar sus propias preferencias en lo sexual, se acusan entre ambos bandos de perversos y no admiten en ningún caso cualquier argumento contrario a sus ideas, los radicales de una postura y otra.

El asunto de la marihuana es igual pero distinto, para empezar los opositores a legalizarla no forman un bloque adverso, probablemente las corrientes más conservadoras de las iglesias lo critiquen sin hacer de ningún modo un frente común, hay muchas diferencias e intereses entre ellas.

El aspecto que hace peculiar la aprobación de la marihuana para fines lúdicos, es la participación del crimen organizado que de ninguna manera permitirían la participación legal de los microempresarios de las tienditas y los puestos de periódicos en su lucrativa actividad, los intereses económicos son enormes, de ninguna forma permitirían que un padre de familia mande a uno de sus hijos mayores de dieciocho años a comprarle unos “churros” como lo hace al mandarlos por cigarros o refrescos.

También se generaría  un fenómeno singular de producción, que será mejor para un pequeño agricultor, producir hortalizas, cebollas, zanahorias o marihuana y en el caso de que la legalización se generalice de amapola, obviamente será mejor  negocio producir “canabis” que frutas y verduras para la alimentación de los habitantes del país, lo cual, creo yo, podría llegar a generar una crisis de abasto alimenticio.

Todo lo anterior sin considerar el daño a la salud de nuestros jóvenes y nuestros adultos, está comprobado que aunque sea un poquito daña al cerebro y este daño es progresivo e irrecuperable, con mayor razón si el consumo “disque para divertirse” se comienza a edades muy tempranas y no se vale argumentar que también el alcohol y el cigarrillo son dañinos, me parece que como argumento ese es una soberana y real burrada.

Por último yo le pediría a los legisladores que legislen sobre asuntos sustantivos , que legislar no es un asunto lúdico.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

26 de noviembre de 2019

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