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Los mexicanos tenemos vocación de jueces, probablemente compartimos esta inclinación con originarios de otras naciones, somos expertos en encontrar culpables en cualquiera de los ámbitos de la vida, un penal marcado en contra de él equipo de nuestras preferencias es injusto aunque sea correcto, la culpa de mi baja calificación es del maestro que no me aprecia, la “verdad histórica” del gobierno es falsa de toda falsedad aunque sea todo lo contrario.

Me gustaría entender esa tendencia nacional  de asignarle culpas al gobierno o al adversario político con generalidades condenatorias., todos los políticos son corruptos, los ciudadanos son buenos y son sabios, los funcionarios de todos los niveles ocultan la verdad, liberaron a la Maestra por acuerdo cupular, a Duarte lo van a exonerar por culpa de sus juzgadores aunque en estos casos las fiscalías correspondientes fundaron mal sus casos o los acusados son muy listos y cubrieron las huellas de sus delitos de manera impecable, el chiste no es acusar a nadie, lo que procede en el colectivo nacional es sentenciar  sin bases al estilo de la “Santa Inquisición”, muchos mexicanos cargan un pequeño “Torquemada” en su interior.

Hoy que escribo esto, se cumplen cuatro años de la “Tragedia de Ayotzinapa” y entre los juzgadores aficionados existen cuando menos tres bandos, los que quieren que el culpable sea el ejército y los que desean que la culpa sea del “ Presidente Electo”, o la muy elaborada del “crimen de estado”, la verdad es que a la fecha, lo único que tenemos es un montón de detenidos que alegan tortura en sus confesiones, una “verdad histórica” desvirtuada por un grupo de “turistas” que disfrazados de expertos, sacaron conclusiones en una visita de veinte minutos al lugar de los supuestos hechos.

También tenemos una “Comisión de la Verdad” que entraría en funciones hasta el día uno de diciembre de este 2018, presidida por un personaje que pertenecía al Partido que postuló a los principales acusados de la masacre, tal parece que la pulcritud en el juzgar no es lo nuestro.

La fabricación de culpables en el país es una industria próspera y productiva, le rinde excelentes utilidades a sus promotores, a pesar de que en su momento, después de que los indiciados pasaron por la pena de vivir tras las rejas alguna temporada y que al final de su proceso reciban un “usted disculpe” o salgan felices de haber burlado a la justicia.

Lo grave del asunto es que al final, lo único que brilla por su ausencia es la justicia, lo que permanece lamentablemente es la injusticia, triste destino que nos persigue y no se ve para cuando lo vayamos a superar, por un lado señalamos con el dedo flamiguero de nuestro ánimo adverso, al político y al funcionario que envidiamos por ser afortunado en la vida y por el otro ponemos en tela de juicio el resultado de las indagatorias de los delitos y con mayor énfasis el sentido de las sentencias emitidas por los jueces.

Algo tenemos que hacer para corregir al sistema de justicia del país, no podemos seguir como hasta la fecha y menos lo vamos a conseguir con funcionarios de justicia mediocres y mal pagados, estos son más corruptibles que los mejor preparados, la solución no está en pagarles menos, la solución pasa por la “academia” (maestrías y doctorados) ý la estricta aplicación de las leyes.

 

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères

26 de septiembre de 2018

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