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Las verdades que manejan los hombres son como esos clavos en los que cualquiera puede colgar un sombrero
Un soviético entrevistado por Svetlana Alexiévich

Véase por donde se vea, México está peor que hace un año; dígase lo que se diga, la 4T es una ignominiosa farsa. El presidente insiste en que para él “primero son los pobres”, pero hoy nuestro patrimonio ha disminuido y, con cero crecimiento y aumento de población, es obvio que hay más pobres.

Gobernar es más difícil ahora. Lo primero es conservar lo recibido y darle continuidad a lo que funciona. Cambiar por cambiar solo conduce al desastre y a la anarquía. Iniciar un gobierno declarando que no tiene ciencia ejercer el poder y que es simple sentido común, cuando en los hechos es lo que está ausente, refleja una supina irresponsabilidad.

Una de las tragedias de la humanidad consiste en que los hombres en el poder frecuentemente son inconscientes del daño que pueden originar con sus decisiones. Las heridas causadas son eternas, nunca cicatrizan.

En alguna parte leí que solemos creer que los monstruos tienen cuernos y pezuñas, cuando en realidad tienen una apariencia normal. Siempre, por acción u omisión, es más fácil hacer el mal que el bien. Lo segundo exige magnanimidad (grandeza de alma), benevolencia que es buena voluntad y capacidad que implica saber el cómo. Virtudes hoy ausentes en nuestra empobrecida vida política.

Un evento reciente me causó dolor y coraje. Jesús Reyes Heroles decía que, en política la forma es fondo. López Obrador, sin ningún rubor, manifestó su preferencia por Rosario Piedra Ibarra para presidir la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sabiendo que no cumplía los requisitos señalados en la ley. En pocas palabras, fue un vulgar “dedazo”. Sus compañeros de partido en el Senado acataron la consigna.

Al ver al coordinador de Morena y otros dos senadores celebrar regocijados la simulación y el atropello a la ley, solo se puede concluir que estamos ante una brutal amenaza a las instituciones y el más grave riesgo de retroceso de las últimas décadas.

La ungida, que no elegida, a pesar del burdo y ostentoso fraude, no tuvo empacho en asumir el cargo. ¿Será capaz de darle seguimiento a la decisión de desproteger a la niñez con la injusta suspensión presupuestal a las estancias infantiles o de exigir las consultas a los pueblos originarios, cumpliendo las exigencias suscritas por México en los tratados internacionales en el caso del aeropuerto de Santa Lucía y del Tren Maya?

Lo más doloroso fueron las descalificaciones expresadas por el Ejecutivo federal, indignas de su investidura, a quienes han sido titulares de la CNDH, juristas de gran prestigio que supieron acreditar una institución que ha cumplido su función, la cual el presidente ignora pues no consiste en castigar (carece de atribuciones para ello), sino de señalar a la autoridad responsable las violaciones en el ánimo de que se corrijan.

Me duele personalmente lo dicho por AMLO, sus palabras son una infamia, porque hay alguien que ya no puede defenderse, un mexicano ejemplar, hombre íntegro, Jorge Carpizo McGregor. Tuve el privilegio de cultivar su amistad. Muchas fueron sus acciones en defensa del derecho como rector de la UNAM, ministro de la Corte, Procurador de Justicia, presidente de la CNDH y Secretario de Gobernación, entre otros cargos.

Un hecho lo retrata en su gran calidad moral. En febrero de 1994, el presidente Salinas le ofreció la cartera de Gobernación. En ese momento se discutía el trato que se le daría al EZLN, había voces que proponían el exterminio de la rebelión. Carpizo condicionó su designación al compromiso de buscar una salida negociada para el conflicto, como finalmente sucedió.

Hoy más que nunca requerimos de un ambiente de avenencia al que obviamente el presidente no contribuye. El lenguaje presidencial lastima. Se desborda en elogios a quienes se someten a sus designios y arremete con insolencias a quienes considera adversarios.

Por: Juan José Rodríguez Prats

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