Por primera vez, coincido con el presidente en algo: en que “más que una elección, lo del domingo es un referéndum, un plebiscito, una consulta. No es nada más elegir a las autoridades, elegir al partido, no. Es elegir el proyecto de nación que queremos”.
¿Y cuáles son los proyectos de nación en disputa?
Según el presidente, uno es “regresar” a una “falsa democracia”, como la de antes, que estaba al servicio de una oligarquía. Y el otro es el que él y su candidata impulsan, que consiste en establecer una “auténtica” democracia del pueblo para el pueblo y con el pueblo al servicio del pueblo”.
Xóchitl Gálvez y el bloque opositor también han planteado que esta elección será una suerte de referéndum, solo que no entre oligarquía y democracia, sino entre democracia y autoritarismo.
Ambos bloques dicen representar el ideal democrático. La pregunta obligada entonces es, ¿qué entiende cada bloque político por democracia?
Para el bloque oficialista una “auténtica” democracia es aquella que garantiza el acceso al poder de personas comprometidas con las causas de la mayoría, es decir, de aquellos sectores menos favorecidos de la población.
En este tipo de sistemas se suele “consultar” al pueblo sobre algunas decisiones de gobierno. Si la decisión es apoyada por la mayoría, no importa que las minorías se vean afectadas negativamente.
Por eso el proyecto de nación que propone el presidente y su candidata, considera desaparecer a los diputados plurinominales y con ello cancelar el pluralismo parlamentario y la representación de las minorías.
Por eso proponen someter a votación a jueces, magistrados y ministros, aunque con ello destruyan la independencia del Poder Judicial.
Por eso proponen que “el pueblo” elija a los consejeros electorales del INE, aunque ello signifique capturar al árbitro electoral.
Por eso proponen la extinción de los organismos autónomos como el INAI, el IFT, la CRE o la COFECE, aunque ello signifique la eliminación de los contrapesos al Poder Ejecutivo.
Por eso proponen darle más poder a los militares, aunque ello implique debilitar el poder de las instituciones civiles.
Porque todas estas medidas garantizan el mayor grado posible de concentración del poder de decisión en una sola persona, en este caso el presidente, quien supuestamente es la encarnación de la mayoría del pueblo.
A este tipo “democracia” se le asignan diferentes eufemismos: democracia social, sustantiva o plebiscitaria, aunque en realidad se trata de un sistema autoritario más cercano a una tiranía de las mayorías. No obstante, dado que en estos sistemas hay elecciones, algunos expertos los han clasificado como “democracias iliberales”.
Ejemplos de este tipo de “democracias” son India, Hungría, Polonia, Turquía. Son formas autoritarias de democracia que, en la mayoría de los casos, tienden a limitar las libertades políticas de los ciudadanos hasta convertirse en populismos autoritarios en los que la élite económica se “asocia” con la élite política para perpetuarse en el poder.
Contrario a la idea de democracia “iliberal”, el bloque opositor reivindica como “auténtica” a la democracia liberal, es decir, aquella que garantiza la representatividad tanto de mayorías como de minorías de manera proporcional, y que es republicana en el sentido de garantizar la división del poder para evitar que alguna institución o persona lo concentre y abuse de él.
Por eso Xóchitl Gálvez y el bloque opositor proponen un proyecto de nación que fortalezca el sistema de representación proporcional en el Congreso que enriquezca el pluralismo político y el debate de ideas.