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Amigos les comparto unas sencillas estrategias que benefician la serenidad y evitan el estrés en extremo.

La inspiración; las imaginación; los objetos y los aromas.

Busca un sitio cómodo, sitúate con la espalda recta, los pies planos en el suelo o bien túmbate en el suelo. La idea no es relajarse hasta que nos entre sueño, sino desarrollar cierto tipo de alerta, concentración y consciencia. Lo único que estamos haciendo es percibir de forma lúdica y amable el deambular de la mente, con bondad y ternura, y devolver nuestra atención a la respiración. Esto es: percibir y volver, percibir y volver… percibir las distracciones y volver a concentrarse en la respiración. Si lo practicas con amabilidad, puedes notar que tu mente deambula cada vez menos.

Las imágenes pueden estimular poderosamente nuestro cerebro y nuestra mente. Y en nuestro cerebro y en nuestro cuerpo, lo que vemos fuera, real, funciona de forma muy parecida a lo que nos imaginamos. Por ello vamos a usar este principio para nos ayude a desarrollar patrones compasivos en nuestro cerebro.

Puedes por ejemplo ayudarte de las imágenes para encontrar tu lugar seguro, en el que sentirte libre de todo peligro, totalmente bienvenido y a gusto en tu cuerpo. Ese sitio puede variar de un día a otro; no tienes que estar siempre en el mismo lugar. Puedes elegir un precioso bosque en el que las hojas de los arboles dancen con la brisa. Intenta notar como el aire acaricia tu cara con delicadeza… O puedes elegir situarte en una preciosa playa.

Cuando estés estresado o te sientas molesto, puedes practicar el ritmo de respiración relajante unos minutos y entonces ir a este lugar de tu mente. Recuerda incluir en la imagen todos tus sentidos.

Otra propuesta para usar las imágenes en tu cerebro es visualizarte siendo una persona totalmente compasiva. Elige las cualidades que valoras en la compasión e imagina tenerlas: amabilidad, ternura, templanza y la sensación de estar “ahí” y no en otra parte y ganar en sabiduría como consecuencia de ello. Permítete convertirte en esa persona. Fíjate en la posición de tu cuerpo, incluida la postura, el ritmo de tu respiración, tu sonrisa al mirarte y mirar el mundo… ¿Tus músculos se relajan o se tensan? ¿Sientes calor en alguna zona de tu cuerpo?

Muchas sociedades, como la griega, usan objetos que acarician delicadamente con los dedos para tranquilizarse.

Quizás quieras usar una piedra suave o cualquier otro objeto que te resulte agradable al tacto, y sostenerlo durante los ejercicios de imaginación. Esto se denomina “anclar”. Lleva el objeto elegido en el bolsillo y, cuando lo necesites, podrás tocarlo con los dedos o sostenerlo y esto te conectara con la imagen y los sentimientos que has estado trabajando.

El uso de aromas puede afectar a los sentimientos y estos tienen acceso directo al cerebro emotivo.

Un estudio científico publicado en la revista Journal of Agricultural and Food Chemistry demuestra que el olor a limón, a naranja, a albaca, a mango, a lavanda, a jazmín, a canela, y otras fragancias de origen vegetal modifican la actividad de los genes y la química sanguínea de tal modo que reducen significativamente los niveles de estrés. Por ello te propongo por último que investigues que olores te ayudan a conectar mejor con tu parte más compasiva y los uses a tu favor.

Vivimos en un mundo demasiado acelerado y, a menudo, no tenemos oportunidad de decidir que patrones queremos para nuestro cerebro. te propongo encontrar, por ejemplo, media hora cada día. Ya éste tiempo sería de mucha ayuda. Incluso si solo puedes practicarlos en el baño o justo antes de irte a dormir. Y recuerda ser siempre compasivo y evitar la crítica de lo vivido.

Elije el momento oportuno para hacerlo. ¡TU MOMENTO y hazlo!

Irás comprendiendo que esto tan sencillo te beneficia físicaMENTE, biológicaMENTE, emocionalMENTE, mentalMENTE, espiritualMENTE. Incluso profesional y económicaMENTE

Por: Juan De Dios Flores Arechiga.

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