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Hace unos días escribí un pequeño ensayo sobre la Abstención, considerada como la oveja negra de un sistema electoral, donde, reflexionaba sobre la incidencia de los votos en los resultados de las elecciones municipales en Cataluña el pasado 28 de mayo (28M). En la prensa de aquí y de allá, se informaba de la compra de votos, de las causas para evitar estar en una mesa electoral, y un largo etc., de las incidencias que surgen en unas votaciones. Incluso, a nivel de todo el estado, ha dado unos resultados que han hecho que el presidente del gobierno más progresista de la historia, adelantara las Elecciones Generales al Congreso y al Senado, porque, como dice el dicho: “Camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. Y teniendo en cuenta que los vaticinios de la “cocina del CISC”, con un tal Tezanos al frente, predice galerna por toda la “piel de toro” dejando al “Óscar” en la suela del zapato, me refiero a la borrasca que se aleja de nosotros. Pues eso, que es más importante el poder que la gobernabilidad, o algo así.

Este adelanto electoral, me ha llevado a mirar detrás del escenario y mi sorpresa ha sido mayúscula, puesto que, desde mi punto de vista, que siempre puede estar distorsionado, he comprobado que la legislación al respecto deja mucho que desear, en cuanto a la igualdad y la proporcionalidad y, sobre todo, a la calidad democrática. En resumen, que es incompatible con la democracia que nosotros deseamos y la que nos meten con fórceps, porque estamos en un país, con un estado con cara de parlamento y cuerpo de absolutismo monárquico y de una laicidad bajo palio.

Desde el propio espíritu de la Constitución del 78 (CE), pasando por las leyes y reposando en las Juntas Electorales. Especialmente en eso que llaman igualdad, y parece ser que hay de todo menos igualdad. Y tiene la desfachatez de decir que, ” Los españoles son iguales ante la ley. Bla, bla, bla”. Según se mire, esto de la igualdad tiene muchas aristas. También, depende del juez o del tribunal que te tenga delante de sus “puñetas”. Que lo del juez natural aún no está muy claro. Por no hablar del “irresponsable”. Aquel que nace de buena “cuna real” y se le considera inviolable y no sujeto a responsabilidad”. Esto ya venía de lejos, en “La Pepa” (Constitución de 1812), ya señalaba el mismo privilegio: “La persona del Rey es sagrada e inviolable, y no está sujeta a responsabilidad”. Y nos hablan de monarquía moderna.  Así que lo de igualdad lo dejamos para otro momento.

En cuanto a las Elecciones, la CE del 78, te dice que el Congreso, “se compone de un mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados, elegidos por sufragio universal”. Así, a voleo, como quien siembra trigo. Ahí os lo dejo y quien tenga la sartén por el mango que afine el número. Esto se acerca a animar el bipartidismo. Otro concepto que viene de lejos. Que la circunscripción electoral será la provincia. Y a Ceuta y Melilla, le damos uno a cada una por su “belleza” geográfica, porque si no Mohamed, “el primo” del emérito se fijaría en ellas y te montaría un “Perejil” de no te menees. Se podría haber mirado “La Pepa”, aunque no en toda su extensión, porque aún patina lo de la religión obligatoria y lo de las juntas electorales de Parroquia, pero, decía que “por cada setenta mil almas de la población… habrá un diputado a Cortes”. Y en caso de no llegar a esta cifra, se tomará la mitad para incrementar uno o ceder uno. Pero en esta CE del 78, que es muy chuliguay, no lo regula y lo deja en manos de las mayorías parlamentarias que se hagan su Ley Orgánica con los repartos. Sin olvidar las prebendas que lleva consigo, cada escaño parlamentario. Eso sí, teniendo en cuenta que debe haber una representación mínima por provincia.

Aunque, donde mejor se hila el tema del reparto es en la Ley Orgánica de Régimen Electoral General, con su buen ojo, y dice que el Congreso, mal llamado la Casa de los Leones, por los que vigilan la puerta, de bronce fundido y sin cataplines, un recuerdo de los cañones de la Batalla de Wad-Ras, de las pocas que se ganaron en Marruecos antes de venirse con el rabo entre las piernas”, según el Expediente Picasso y aquello de Annual. La historia es curiosa, porque pasaron varias parejas de felinos por el lugar para sustituir a unas farolas, que no se si eran mejor para iluminar a los dentro, que los leones para protegerlos, o protegernos a los de fuera. Incluso la segunda pareja era tan pequeña que decían más bien “parecían dos perros rabiosos en lugar de fieros felinos”. A veces, pienso en esta información cuando los veo “ladrar” dentro del hemiciclo esperando oír un “¡A la mierda!”, pero Labordeta no volverá.

Decía, que el Congreso estará formado por 350 Diputados, y a continuación hace un reparto casi al estilo de la “cuenta la vieja”. 102 son fijos por circunscripción. Dos para cada provincia y 248 a dividir entre las provincias en proporción a su población. A la hora de la verdad, hay escaños más caros y otros menos caros, como ocurrió en las pasadas elecciones del 2019. A Madrid le correspondieron 37 diputados al “precio” de 102.222 votos por cada uno, a Teruel, con tres representantes, a 26.027 votos por cabeza. Aunque el más caro estuvo en Asturias, con 138.939 votos para un solo escaño, seguido, a rebufo por Barcelona con 131.283 votos para cada uno de sus 32 diputados. Todo un ejemplo de “proporcionalidad e igualdad”, pero eso no importa cuando se trata de llenarse la boca de “plena democracia”. Que cara nos está costando llegar a democracia simple y llanamente. Y digo, recordando aquello de la abstención, ¿Por qué no se reparten los escaños en proporción a los votos válidos? Por ejemplo, se toma el censo y se le restan todas abstenciones, los votos nulos y los en blanco, quedando sólo los votos válidos y con una regla de tres simple se hace si a todo el censo le corresponden 350 a los votos válidos les tocarán “X”, y esos será los diputados que ocupen los escaños del “Corral de la Pacheca”

Sí, sé, que es un poco fuerte, pero a la hora de la verdad, los que quedan serán mejor aprovechados y estos se encargarán de hacer una legislatura con más ilusión que frustración. Aunque mirándolo fríamente, mejor no hacer caso de esta “reflexión” que terminaréis “chocheando” como yo.

En el Senado, ocurre otro tanto, y es lo más parecido a un “cementerio de elefantes”, donde van a parar aquellos políticos que han vivido de la sopa política y van perdiendo fuelle en sus demarcaciones. Les hacen un hueco, en la llamada Cámara Alta. Que para lo único que sirve es para marear las leyes de una Cámara a otra, hasta que dejan el proyecto de ley hecho unos zorros, que nadie lo entiende. Aquí, también los territorios pequeños se llevan “representante” en forma de senador, como en las islas, uno por cada una, salvo Ceuta y Melilla que tendrán dos. Esto del Senado es el chollo mejor pagado de la historia de las mamandurrias. Y no sólo eso, se salta lo de la elección directa y deja en manos de las CCAA. Lo de añadir un senador par cada millón de habitantes., claro que deben respetar lo de la “proporcionalidad”. Y que puede servir para chalanear los puestos a disposición de las CCAA. Yo de doy un “senador” si tú me apoyas en la investidura. Pues nada, lo mejor sería eliminar esa cosa oscura del Senado, junto al otro invento llamado diputaciones provinciales, y tendríamos una representación más clareada y con menos coste.

Y no se habla del “Encasillamiento”. Colocar a candidatos de unas provincias en otras provincias Una forma de repartirse el poder entre los grandes partidos, donde no se tiene suficiente “representación”. Esto duró entre 1890 y 1923, durante la Restauración Borbónica, quedaba en manos del ministro de la Gobernación, gobernadores y jefes provinciales del partido dinástico correspondiente, determinar el encasillado. Siempre, y cuando, los partidos dieran una contrapartida al gobierno de turno, como, ofrecer una postura más moderada y flexible con la monarquía, y si era republicano radical (Alejandro Lerroux) una oposición desde el Parlamento al catalanismo. Esa cosa catalanofóbica borbónica viene de lejos. La Spain is different no es cosa de ahora, ya se distinguía del resto de las naciones occidentales, que no tenía ni idea de lo que era el “encasillado”. Un ejemplo: “El Gobernador Cortinas, en 1916, convenció al líder de los conservadores valencianos con una senaduría para que los suyos retiraran tres candidaturas en distritos ya adjudicados a los liberales”. Una forma de relaciones clientelares entre los partidos y la monarquía”. Había debates y fricciones para conseguir adecuar los encasillados, pero al final todo encajaba. Aunque no evitó que tiempos más tarde se demostrara el carácter fraudulento de las elecciones y sus mecanismos. Pero ya se sabe que a “toro pasado, todos somos Manoletes”, o algo así.

Había otra herramienta de corrupción, llamada “El Pucherazo”, que ha llegado a nuestros días bajo diferentes formas disfrazadas, como la compra de votos, o enviar los datos de las actas cambiados de lugar los datos numéricos, para dar la sensación de ser un error, pero que suele beneficiar a la misma candidatura, si se afinara el escrutinio y los errores. Otro día hablaré del famoso “Pucherazo”, por ser una “historia” muy curiosa y muy nuestra.

 

Y como punto final, tenemos lo de Ley d’Hondt, invento del 1882, con una dispersión del 1%, que beneficia a los grandes partidos y a los territorios menos poblados. Aunque vendrá alguien a refutar esta idea y dirá que las provincias pequeñas tendrán menos representación. Esto es una simpleza ¿Desde cuando se deciden los proyectos provinciales en las propias provincias? Para eso están los partidos y sus programas, para decidir por el resto. Hay otros sistemas que pueden mejorar la “calidad democrática”: La regla Hamilton. Quizás el hemiciclo ganaría en diversidad de partidos y, aunque las mayorías perderían poder para gobernar en solitario, tendrían que hacerse acuerdos entre 4 o 5 partidos. El reparto de escaños estaría en función de los votos válidos de restos mayores. Una locura para el bipartidismo, pero ganaríamos en mayor participación política. Bueno, esta es otra idea, como la canción del verano.

Y ahora estamos en un interregno donde todo el mundo hace “campaña” ante de empezar oficialmente la campaña, menos las juntas electorales que están en pausa, hasta que alguien cuelgue una estelada en un balcón oficial y salgan los “lebreles” en busca de la pieza. Y ya sabéis que un voto puede valer más o menos según donde se deposite.

 

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