Sánchez ha entrado en el “mercadillo” del “lawfare” pisando fuerte, como si fuera el único parroquiano para “regenerar la democracia”. Menos mal. Ya empezaba a creerme aquello de la “democracia plena”.
Cinco días de reflexión. Para tener la respuesta clara: “He decidido seguir y seguir con más fuerza…”. Ahora, sí. Ahora tiene ánimos para completar la legislatura y lo que le echen encima. Para ese viaje no se necesitan alforjas. Pedro Sánchez ha hecho, un quiebro, al estilo de MpuntoRajoy, como diciendo “Me voy, pero me quedo”. Y lo dice en plan plasma, sin periodistas y sin preguntas. Que para eso vienen las entrevistas más reposadas en TVE o en la Cadena Ser. Como dice su portavoz, un tal Oscar Puente, poniendo voz de falsete machirulo ”Es el puto amo”. Pues va a ser que no. Que desde un “seudosindicato” ultraderechista, de antiguos militantes de Fuerza Nueva y condenados por extorsión y chantaje a empresas, le ha puesto palos en las ruedas, para que se llene de fango. Aunque, hay que reconocer que, lo de utilizar la “guerra judicial” contra la esposa del presidente, no es de recibo. Pero ¿Qué se puede esperar de los “miserables” cuyo ranking de casos por corrupción son de 261, según la web de casos-aislados, y que ha sido declarada organización criminal por un tribunal? Me refiero al semillero que hay detrás de esta mala hierba.
Ya se sabe que esto del acoso de la derecha es el pan nuestro de cada día y el suyo, el de la derecha. Conseguir con la “guerra judicial” lo que las urnas les niega. Pero un político de “alto nivel”, como se supone que es un presidente del “gobierno más progresista” de la historia habida y por haber, debería saber salir de estas trampas, que para eso tiene las herramientas en su “Moncloa”. Y al CNI, si es que le sirve. De algo, al gobierno o a intereses del “Deep State”, que en cuanto lo sacas de perseguir al independentismo, o de custodiar las desvergüenzas monárquicas, ya no sabe qué hacer. Porque, en otro orden de cosas, lo que está pasando en la Zarzuela y aledaños, es propio de épocas rancias y trasnochadas.
“Yo he sufrido lawfare en el pasado”, dijo. No como otros, pensaría en plan fariseo. Mi lawfare tiene pedigrí. El mío ha pasado por el crisol policial. Según dice, fue: “objeto de espionaje por parte de la mal llamada policía patriótica” en la etapa de Mariano Rajoy al frente del Ejecutivo”. ¡Ojo Marlaska! Que estás a un paso de que te pillen escondiendo cartas en la manga. No como lo del espionaje de Pegasus, en tu etapa de gobierno, porque eso no era de policía patriótica, pero “espiar” a los líderes independentistas, no sirve para hacer “lawfare”, aunque se destituya a la jefa de la Casa, de la “TIA”. O, más reciente, poner infiltrados en los movimientos civiles, a ver que se pesca. Porque lo del Sunami y CDR’s está a punto de pasar página. Pero, el “enamorado” dice que, ahora ya no hay policía patriótica en nuestro país. Si tú lo dices. Mejor no “meneallo”. Te crecerá la nariz como a Pinocho, En un artículo de Vicenç VILLATORO (EL MON, 30/04/2024), señalaba que Sánchez es como “un jugador profesional de la política especializado en jugárselo todo a una carta. A la carta más alta posible” “que no aspira a ser coherente, ni profundo, ni a pasar a los libros de historia. Aspira a ganar”. Lo cual, concuerda con lo que mi respetado Jordi Galves dice de Sánchez, que es un “Farsánchez”, tal cual, (echo de menos tus artículos). Y continúa Villatoro, indicando que “la carta de la amenaza es muy buena, porque es enormemente emocional”. Y matiza que, “el jugador profesional de la política no ha de tener ni memoria, ni principios, ni ideología. Tiene intereses. Afán de poder”. Un interesante artículo.
Esto me recuerda lo indicado por Sánchez sobre el poder judicial, he dicho “poder judicial”, con minúscula, porque no dan la talla suficiente para llevar mayúscula, que es “víctima también del desprestigio como consecuencia del bloqueo en el le tiene metido el PP desde hace cinco años”. Eso es tirar pelotas fuera. La realidad es que, es el propio “poder judicial” el que se desprestigia por tener en su cúpula unos jueces caducados, incapaces de usar la honorabilidad que le deben al cargo, dimitiendo y, de camino, provocar un relevo decente. Son jueces que siguen la consigna de resistir sirviendo al poder en la sombra, donde el PP es uno más de los títeres que se mueven al compás del “Deep State”.
Me da la sensación que, cuando el “lawfare” se regodeaba con el independentismo, los republinárquicos, mal llamados socialistas, miraban desde el palco pegado al palo de la bandera del “coso taurino”, válgame la licencia, de la España constitucionalista de la “unagrandeylibre” y el “aporellos” iba en otra dirección. Pero no me hagáis mucho caso que me voy haciendo viejo y la memoria tiene lapsus.
Lo que, si es cierto, es que, por fin, por primera vez, ha reconocido que en la España de la “democracia plena” hay lawfare, es decir, hay “guerra jurídica”. Hay uso perverso de las leyes y de los procedimientos legales, con fines de persecución política. Como dice Patricia Moreno (03/12/2021): “Es un sistema judicial que se manipula con fines partidistas. Un arma política para contiendas por vía judicial. Manipulación del sistema legal para abrir procesos sin pruebas. Influir y sembrar confusión entre la opinión pública. Y bloquear los intentos de los implicados para recurrir las acusaciones y defender sus derechos.” O lo que es lo mismo que se instrumentaliza la justicia para perseguir judicialmente de forma abusiva o ilegal (Nora Rodríguez, 18/01/2023).
Pero, además, alarga el dedo acusador y señala que hay “pseudomedios de comunicación” que podrían, pudieran o pudiesen recibir “sobres”, o pagos en diferido, o en negro, de potencias extranjeras. Está más cercano el sistema de subvenciones directa o indirectamente desde las CC.AA. afines. Aunque, yo creo que está mirando de reojo hacia los rusos, rememorando aquello del agente Cipolino, los 10.000 soldados rusos para liberar Cataluña, o el propio caso Volhov, intercambiando los papeles entre la gaviota y la rosa mustia, dando una vuelta de tuerca a los indepes. Y se da cuenta que lo de los rusos es cortina de humo, porque “resulta que dentro tenemos el caballo de Troya”, y se queda tan pancho. Yo no quisiera ser agorero, pero desde que dijo de retirarse a “reflexión”, casi han desaparecido de la prensa: el caso Koldo, las corruptelas de Ayuso y “family”, los temas de las mascarillas, etc. O en última instancia, las elecciones del 12M en Cataluña, han dado un respiro a su “muleta”, un tal llamado Salvador Illa.
Tiene razón cuando dice que, “Llevamos demasiado tiempo dejando que el fango colonice impunemente la vida política, la vida pública…”. Algo así como que la vida política es un “putiferio” como la copa de un pino. Pero, no me digas que no lo sabías y que te mantenías expectante desde el mirador de tu equidistancia. Y ahora, que te ha pillado el toro de la intolerancia, te rasgas las vestiduras. Y recuerdas que hubo “guerra judicial” contra otros dirigentes: Irene Montero, Pablo Iglesias, Mónica Oltra y Ada Colau. ¿Y ya está?
Creo que te quedas corto, o es amnesia, aunque dos veces olvidando al independentismo, sospecho que no es casual, y menos, en alguien que mide tanto las palabras. Me quedo con la idea de que lo haces con toda la intención de ocultar la persecución a políticos y activistas catalanes, por parte de la maquinaria del estado en todas sus ramas: desde la policial hasta la política, con la connivencia de los medios de comunicación y del poder judicial. Léase “Operación Cataluña”, que llegó a salpicar y eliminar hasta un banco andorrano, por no querer informar sobre posibles cuentas de dirigentes catalanes. Y aparte de dirigentes políticos, hay otros casos de “lawfare”, como: el caso de Tamara Carrasco, dos años enclaustrada en su pueblo por acusación de terrorismo, que se fue por el desagüe de la justicia, o el de Sandro Rosell (expresidente del Barça), 22 meses en prisión preventiva y después absuelto. Y no quiero sacar a debate, los casos de lawfare que vienen dando vueltas por la prensa menos servil, como son los políticos procesados por el 1-O. Ni rebelión, ni sedición, sólo retorcer la interpretación de las leyes españolas, al tiempo que se dejan de lado las internacionales, firmadas por el estado español.
Como dice Gemma Aguilera, en su artículo (EL MÓN. 05/05/2024): ” De una carta a la Feria de Abril: el márquetin emocional adultera el 12-M”. Por ahora, aquí lo dejo.