Entre los actores criminales más importantes, en el caso de México, se encuentran los funcionarios públicos, destacó Enrique Cárdenas.
Acaba de aparecer el “Índice global del crimen organizado 2021″, realizado por la organización civil denominada “Global Initiative Against Transnational Organized Crime” (tinyurl.com/5n7xjk8b). Se trata de un extraordinario reporte, de muy buena manufactura técnica, que llega a conclusiones muy reveladoras y que nos dan pistas concretas de por qué en México sigue creciendo la criminalidad
Señalan también que contra la criminalidad actúa la resiliencia de la sociedad, que es diversa en cada lugar pero que de ello depende si se logra contener y disminuir los índices de criminalidad. Entre más resiliente sea un país, tendrá mejores armas para lidiar con los grupos criminales y las redes delictivas. Su primer hallazgo es que casi tres cuartas partes de la población mundial vive en países con alta criminalidad, y un porcentaje similar vive en países con poca capacidad de resistir.
De los 193 países pertenecientes a la ONU considerados en el estudio, solamente 50 de ellos viven con baja criminalidad y alta resiliencia, mientras que otros 57 países viven con alta criminalidad y baja capacidad para resistir los embates del crimen organizado. México es el cuarto país del mundo con mayor criminalidad, detrás de la República Democrática del Congo, Colombia y Myanmar. Sí, de 193 países, México es el 4 país en donde existe mayor criminalidad. Y en cuanto a su resiliencia, México ocupa el lugar 112, a media tabla hacia abajo.
El estudio también muestra la importancia de los diversos actores criminales, que clasifica en 4: grupos mafiosos (como los cárteles mexicanos de Sinaloa o Jalisco Nueva Generación que llegan a controlar territorio; redes criminales, con menor identificación de liderazgos y sin control pleno de territorios; funcionarios públicos vinculados con los criminales, y actores internacionales. En el caso de México, tanto los grupos mafiosos como las redes de criminales son las más importantes (calificación de 9 donde el más alto es 10), y los funcionarios incorporados en el crimen le sigue de cerca, con 7 de calificación. Los grupos externos o internacionales son poco importantes en México.
Un dato muy revelador es que los países tienen más resiliencia conforme tienen un status democrático más elevado. Países autoritarios son los que menos luchan o pueden luchar contra el crimen organizado, en algunos casos porque el mismo autócrata y sus aliados internos están vinculados con el crimen.
De esta información podemos derivar algunas observaciones interesantes para México.
Primero, efectivamente México está transitando hacia un estado cada vez más autoritario en el que la separación de poderes, los contrapesos institucionales y los valores democráticos y del estado de derecho se están erosionando gravemente. Estos hechos están ampliamente documentados. Por tanto, pareciera que nuestra capacidad de resistir los embates del crimen organizado se está achicando, al no haber instituciones de procuración de justicia efectivas, al haber tanta impunidad, al haber un sistema judicial que está poco blindado ante los embates del crimen, y de los políticos.
Segundo, entre los actores criminales más importantes en México se cuentan a los funcionarios públicos en los tres niveles de gobierno que están cercanamente vinculados con el crimen organizado. Es cada vez más notoria (y cínica) la actitud “amistosa”, la interacción entre el mismo presidente de la República y círculos cercanos a cárteles de la droga. Tampoco es fácil ocultar que grupos criminales y cárteles aliados con Morena están interviniendo en los procesos electorales, ya sea inhibiendo o alentando el voto en una cierta dirección, lo que ha tenido efectos en los resultados finales. Es ya un secreto a voces. Entre uno de sus hallazgos, el estudio sentencia: “Los actores estatales son los primeros a la hora de facilitar economías ilícitas e inhibir la resiliencia al crimen organizado”.
El próximo domingo tenemos elecciones en 6 estados y hay cada vez más evidencia que al menos en Durango y Tamaulipas los cárteles están operando para Morena, financiando a sus candidatos y debilitando nuestra democracia. No ha bastado que el gobierno amenace a los beneficiarios de los programas sociales que se los retirarán si no votan por Morena. El derrotero que está siguiendo el país es precisamente volverlo más autoritario, con apoyo y lealtad a la persona del presidente (y no a la Constitución) por parte de las fuerzas armadas, y vinculado con los grupos criminales. De consumarse este escenario, será cada vez más difícil contenerlo y salvar nuestra democracia.