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(Parte 2: Acallar los ruidos)

Vamos a céntranos en descubrir si existen sonidos beneficiosos y ambientales sonoros propicios para la relajación.

Por consiguiente, cabe descubrir esos sonidos que produzcan un verdadero efecto terapéutico. Pero. ¿dónde existe un ambiente sonoro beneficioso para el cuerpo y la mente? Puede que te sorprenda la respuesta. No hay ninguna necesidad de retirarse al fondo de una cueva o a un monasterio encaramado en la cima de una montaña: basta un simple paseo por el bosque. La experiencia nos resulta familiar, pero, ¿cuántos de nosotros hemos tratado realmente de sacarle partido?

La ciencia ha podido demostrar que no hay nada mejor que el silencio de la naturaleza para encontrar la calma, relajarse y recargar las reservas. Un estudio reciente comparó los beneficios de caminar por la naturaleza con los de caminar en un entorno urbano como el de un centro comercial. Para el 71% de quienes caminaban por la naturaleza, el nivel de depresión había bajado (solamente para el 45% de los paseantes del centro comercial) y el 90% de ellos había aumentado la confianza en sí mismo (esta incluso había bajado para el 44% de los paseantes del centro comercial).

La naturaleza se compone en efecto de infinidad de sonidos, de elementos que saborear, de estímulos visuales. Vemos, oímos, olemos o tocamos los elementos naturales, y todas estas impresiones pueden influir positivamente en nuestro bienestar físico y psicológico. Pese a toda su diversidad, estos sonidos naturales poseen una propiedad única: la de producir un fenómeno fisiológico que se denomina ASMR (del inglés Autonomous Sensory Meridian Response, que puede traducirse como “respuesta sensorial meridiana autónoma”). Este extraño nombre describe una sensación agradable de hormigueos o escalofríos en el cuero cabelludo o en las zonas periféricas del cuerpo en respuesta a estímulos auditivos particulares.

Lo que se siente es como el “entretenimiento” musical, esa respuesta fisiológica al escuchar música que nos conmueve.

Además de la música, numerosos “pequeños sonidos” provocan también este pequeño fenómeno; palabras susurradas, el ruido al pasar de las páginas de un libro, el golpeteo de las uñas sobre ciertas superficies. Este tipo de placer auditivo se asocia esencialmente a una secreción de dopamina, ese neurotransmisor que libera el cerebro con motivo de una experiencia de placer intenso. Practicarla con regularidad agudiza la conciencia y el discernimiento, favorece el equilibrio emocional y nos permite aprovechar al máximo nuestras capacidades intelectuales.

El cerebro, para ser eficaz y regenerarse, necesita alternar periodos de actividades con un alto grado de concentración y periodos de reposo, como si tuviera necesidad de recargar pilas. Así, el cerebro se sirve de los periodos de inactividad para deshacerse de los subproductos tóxicos que genera, por ejemplo. Para limpiarse y evacuar las toxinas que se generan con la actividad, necesita no estar ocupado en otras tareas.

El silencio tiene otra ventaja: la neurogénesis, la creación de nuevas neuronas en el hipocampo del cerebro adulto.

Aunque el estudio se realizó en ratones, sumergiéndolos en silencio durante dos horas diarias, cabe esperar efectos comparables en el hombre, cuyo cerebro se asemeja mucho al del roedor. Corno estos, otros avances de las investigaciones recientes sobre el cerebro lo atestiguan: tomarse tiempo para uno mismo, hacer pausas, pasear por un parque o por un bosque, escapar del bullicio del entorno para otorgarse un instante de ensoñación o practicar de forma regular la meditación no supone en modo alguno un momento perdido. Se trata de un tiempo de reposo absolutamente necesario para la regulación de tu ruido interior.  ¡Ya hemos visto que el silencio reviste múltiples formas, y que no faltan las ocasiones para disfrutarlo! Confío en que encuentres la forma de silencio que más te convenga y que tu cerebro lo note.

CÓMO ACALLAR TUS RUIDOS

Ya hemos visto que el silencio es reposo para la mente. Y mucho más: que la falta de ruido es un alimento esencial para el cerebro, es pura medicina para el sistema nervioso y para todo el organismo. Te propongo algunos ejercicios para promover el silencio acústico, pero también emocional, visual o meditativo, porque todos ellos ponen al cerebro en un estado que le ayuda a regenerar. Y lo mejor es que el silencio, en todas sus formas, resulta beneficioso para la creatividad, la memorización e incluso para la construcción de nuestro yo.

1. El silencio del bullicio. Durante tu próxima excursión oirás un gran silencio. Pero enseguida percibirás micro ruido: zumbidos, crujidos de árboles y de ramas, vuelos de insectos, el canto de los pájaros, el murmullo del viento.

Una vez más, el silencio de la naturaleza está llena de ruido. Observa la vegetación y los suelos, escucha los pájaros y el viento, respira el aire puro, toca la corteza nugosa de un tronco, etcétera. En pocas palabras, presta atención al entorno natural que te rodea.

2. El silencio de la escucha. Los silencios más importantes son los de la persona que escucha. Saber escuchar es en realidad saber callar. Cierra los ojos durante dos minutos y cuenta atentamente, uno a uno, los ruidos que te rodean. Descubrirás fácilmente una decena de sonidos que no habías oído, desde un avión en el cielo hasta tu propia respiración; esos sonidos ya existían, pero no llegaban a tu conciencia.

3. El silencio interior. Con frecuencia se olvida que, en todo momento, a menudo sin nuestro conocimiento, nos hablamos a nosotros silenciosamente. Cierra los ojos e intenta permanecer atento a tus sensaciones durante el máximo tiempo posible.

En seguida te darás cuenta de que la atención no puede permanecer indefinidamente centrada en el momento presente, sino que se reoriente casi automáticamente hacia pensamientos anexos. Siéntate bien recto e intenta centrar tus pensamientos en tu respiración o en la verticalidad de tu columna vertebral, por ejemplo.

4. El silencio de los ojos. Si deseas percibir mejor las emociones de alguien, cierra tus ojos y concéntrate en su voz. Cerrar los ojos no es solo un medio para relajarse o para dejar vagar la imaginación. Al bloquear la visión, el cerebro tiene más libertad para realzar los demás sentidos: oído, tacto, gusto, olfato.

Enviado y adecuado por:

Juan de Dios Flores Arechiga.

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