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Después de varios años y múltiples reportes, es ya del conocimiento público, y que no requiere comprobación, la falta de verdad en la que incurre el presidente de la República cotidianamente. Los reportes de la organización SPIN, el reporte de Signos Vitales (“El valor de la verdad” https://signosvitalesmexico.org.mx/reportes/el-valor-de-la-verdad-full/) o los reportajes publicados por Reforma y El Universal entre otros, muestran la forma de gobernar del presidente mexicano. En sus conferencias mañaneras o en cualquier otro discurso en sus múltiples giras, Andrés Manuel López Obrador miente sin recato en prácticamente todo lo que tenga que ver con la política pública. Tergiversa los hechos o declara culpables sin prueba alguna a personas, instituciones y medios de comunicación de males que aquejan al país o acerca errores evidentes de su gobierno. Prácticamente no hay evidencia que le impida construir una narrativa que abone a su proyecto político construido sobre la polarización del país. Se trata de una estrategia perversa en la que profundiza la división de la sociedad, que ya está de por sí dividida, pero que está destinada a vivir en comunidad. Ahí está la perversión… dividir y polarizar sin que le importen las consecuencias.

Muchos de los medios de comunicación, comunicadores, periodistas, organizaciones civiles y columnistas han dado una batalla ejemplar para que esas falsedades no sean las únicas que se escuchen. Han confrontado la información, los argumentos y las narrativas que se propagan desde Palacio Nacional para presentar una realidad más fidedigna, más apegada a los hechos y que incitan menos a la polarización. Esta función ha sido clave para matizar el poderoso monólogo del jefe de Estado, y que una sola voz (llena de datos y cifras falsas) sea la que se escuche. No obstante, es una voz que llega a todos los rincones del país y que, en algunas ocasiones, por la intensidad de los mensajes cotidianos y la avalancha de falsedades, los medios terminan por simplemente repetir lo que dice el presidente, sin acotación alguna, como si todo aquello fuera verdad. Por ejemplo, apenas ayer un medio considerado por la 4T como de oposición reportó que el presidente “reveló” cómo votaron los ministros de la Corte en la elección de su presidente (siendo una votación cerrada y supuestamente confidencial). No lo sabemos, sólo sabemos lo que dijo el presidente, y no sabemos si es verdad.

Así, sin quererlo, los medios “ratifican” mentiras y en ocasiones las multiplican, sin un básico cuestionamiento y con serias consecuencias. Cierto, los medios se cubren diciendo que eso es lo que dice el presidente y tienen razón. Están cumpliendo con reportar lo que dijo. Pero lamentablemente, en los hechos, no siempre están reportando la verdad. Se requiere un esfuerzo adicional de los equipos de redacción, de periodistas y analistas para presentar simultáneamente información veraz y oportuna sobre esos temas y datos emitidos desde Palacio. Lo entiendo, resulta complicado y costoso. Pero es indispensable para cumplir con su misión de informar verazmente.

La línea que divide información (verdadera o basada en evidencia) con reporte de lo dicho por alguien debería ser muy sutil o inexistente si quien habla siempre dice la verdad, o al menos su verdad. Pero cuando lo dicho por el personaje es evidentemente mentira, como ocurre en numerosas ocasiones con el presidente López Obrador, me parece que esa frontera se vuelve muy clara, y los medios necesitan evidenciarla ante su público. Reconociendo la imposibilidad de que los medios puedan contrastar en tiempo real cada dicho del presidente, les expongo una atenta y respetuosa solicitud como consumidor de sus noticias: absténganse de reportar aquellas mentiras evidentes que diga el presidente para evitar la impresión de que son verdades y que el medio las avala. Si aún a sabiendas de que son mentiras, el medio de comunicación decide reportarlas, solicito atentamente como ciudadano que las contraste con datos fidedignos o que simplemente el medio señale que esos datos no están corroborados independientemente. En caso de que las afirmaciones sean medias verdades, como también ocurre con frecuencia, mi solicitud respetuosa a los medios es que hagan su máximo esfuerzo por acotarlas a lo que es realmente objetivo y basado en evidencia.

Les harían un gran servicio a sus audiencias y al país.

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