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Construye cada uno su Babel de sueños, su proyecto de papel y piedra. El rico lo hace frente al dolor del pobre, el pobre sobre una isla de fango. Cada ladrillo que amontonan, ruina futura de soledad prevista, les prodiga una alegría de albañiles, seguridad de encierro. En ese oropel de penas atrancan después las puertas y agotan los pasillos… Hasta que cierto día, cuando a las ventanas se asoman sosteniendo entre sus dedos los barrotes, sueñan construir el sueño de su libertad perdida.

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