Las ciudades se fueron renovando en cuanto a su estructura urbana para que su tejido permitiese
operar la administración por parte de los propios ciudadanos. Los nuevos desarrollos se plantearon
como colonias y barrios (condominios y como condominios de condominios) de manera que en virtud
del número de viviendas, fuese costeable la prestación y mantenimiento de infraestructura y servicios.
Las colonias geográficamente contiguas y sociológicamente homogéneas se agruparon en barrios que
a su vez conformaban el municipio, que era gobernado por su Ayuntamiento.
Muchas áreas edificadas en el más completo desorden -sobre todo en el siglo XX- fueron renovadas
casi en su totalidad según los nuevos criterios, y los cascos históricos se ordenaron
administrativamente para hacer posible su autogestión.
Así, la administración de cada colonia era llevada por los propios habitantes -de forma honorariaquienes calculando sus costos operativos y sabiendo que porcentaje de su recaudación debía pasar a
su barrio y al Ayuntamiento, para el sostenimiento y desarrollo de la infraestructura y servicios
municipales, tenían la base de datos donde se registraban -en tiempo real- las aportaciones de cada
vivienda por un lado, por otro los pagos que se hacían para el mantenimiento de la propia colonia en
rubros como: conservación de pavimentos en calles y banquetas, jardines comunes, alumbrado,
vigilancia, mobiliario urbano, señalamiento, etc. y lo que se aportaba a su barrio y al Ayuntamiento…
El alguacil de la colonia y/o el alguacil mayor del barrio sabían con detalle lo que era necesario en su
jurisdicción, de manera que era posible atacar oportunamente el surgimiento de un bache, el
reemplazo de una luminaria, la reposición o actualización de algún señalamiento, etc.
Los pagos a contratistas encargados de dar mantenimiento se regían por tabulares claramente
definidos y aceptados… eventualmente se daban casos extraordinarios examinados por expertos cuyo
fallo se divulgaba en línea.
Del porcentaje aplicado para el sostenimiento de la ciudad se mantenían la infraestructura y los
servicios públicos… Colonias, barrios y ciudades los había de diferentes condiciones y recursos, pero
por el más elemental sentido de emulación, todos se aplicaban a tener lo suyo en la mejor situación
posible…
Desde luego las aportaciones de las zonas más ricas daban para impulsar a las menos favorecidas,
que poco a poco iban desarrollando infraestructura y servicios cada vez de mayor calidad. Esto
permitió abatir la burocracia, que quedó restringida a lo más elemental.
Servicios como el agua potable, alcantarillado y saneamiento, la recolección y procesamiento de la
basura, el alumbrado y los servicios eléctricos, estaban a cargo del Ayuntamiento, debiendo resaltarse
que al recuperarse la confianza en la gestión de los recursos públicos -dada su verdadera
democratización- la red municipal de agua potable era ya de tal nivel confiable y eficiente que las
edificaciones (salvo las que por su altura u otras características lo hicieran indispensable) ya no
requerían cisterna, tinaco, bomba ni las instalaciones hidráulicas y eléctricas que antes eran
indispensables. LA CONFIANZA EN EL MODELO DE GESTIÓN DE LA CIUDAD HIZO POSIBLE UN
MÉXICO SIN MORDIDAS, SIN BACHES Y SIN TINACOS…
La gestión de las colonias se daba mediante tres personas -en planilla- electas por voto universal y
directo de los ciudadanos residentes ahí. Uno sería el alguacil y los otros secretario y tesorero, con
tres suplentes. En caso de falta del alguacil, el secretario asumiría, siendo reemplazado por uno de los
tres suplentes con periodo de gestión de cuatro años con posibilidades de reelegirse tantas veces como
los electores lo dispusieran o como los funcionarios desearan y/o pudieran.
En cada colonia, un representante de cada vivienda reunidos en asamblea, analizaban cada año el
presupuesto de operación del mismo, en virtud del cual y definidos los porcentajes a aportar a su
barrio y al Ayuntamiento definían su impuesto predial. Ellos podían equivocarse y no disponer de los
recursos para sostener la calidad de servicios deseados por su comunidad, en cuyo caso habría que
recurrir a créditos (municipales o estatales) que los compensasen y que debían amortizarse en
ejercicios posteriores, o bien si tenían un excedente, llevarlo a un fondo que ayudara a dichos créditos,
pero obviamente generando intereses razonables.
EL PORCENTAJE APLICADO A CADA COLONIA VARIABA EN FUNCIÓN DE SU NIVEL
SOCIOECONÓMICO, DE MANERA QUE LOS MÁS PUDIENTES COMPENSASEN A LOS DE MENORES
RECURSOS PARA ASÍ IR CONSTRUYENDO UNA SOCIEDAD MÁS IGUALITARIA.
Los funcionarios nunca recibían dinero en efectivo, sino que las transferencias iban al Ayuntamiento
y éste distribuía en tiempo real a cada barrio y colonia, en tanto que el gobierno estatal se sostenía de
las participaciones que le transfería el gobierno de la República de lo recaudado por impuestos a la
actividad económica.
Cada colonia -su directiva y todos los habitantes- disponía -en línea- de la información sobre la
captación y aplicación de los recursos. Esta última, mediante presupuestos y flujos aprobados
anualmente y aplicados mediante un padrón municipal de proveedores y contratistas* entre los cuales
cada colonia podía elegir libremente. Todo ciudadano podía verificar lo manejado en su propio barrio,
colonia y Ayuntamiento, de manera que el manejo del erario era acordado por personas
experimentadas y estaba bajo el escrutinio de la ciudadanía en tiempo real.
*Los proveedores y contratistas iniciaban atendiendo a los recintos y barrios para luego en función de sus
resultados servir a los ayuntamientos, a los gobiernos estatales y finalmente al gobierno de la República.
El Ayuntamiento, el gobierno del estado y el de la República promovían intensa y eficazmente la
capacitación de estos funcionarios. Entre los alguaciles -y sólo entre ellos- elegían al alguacil mayor
(o simplemente “mayor”) del barrio, también por periodos de cuatro años y según lo dicho
anteriormente. Ellos tenían a su cargo las vialidades secundarias, espacios públicos dependientes y
sus servicios anejos, manejando el presupuesto correspondiente, y entre ellos -y sólo entre ellos- se
elegiría al Alcalde por periodo de cuatro años y con reelecciones ilimitadas.
El Alcalde ya recibiría un sueldo y se dedicaría a gobernar por tiempo completo, integrando con los
Alguaciles Mayores -que él eligiese- un Consejo Consultivo, existiendo también una Asamblea
Municipal -NO EJECUTIVA- integrada por todos los Alguaciles Mayores del municipio, que sesionaba
dos veces por año.
La administración municipal desde luego dispondría de dependencias para la buena operación de la
ciudad, reformando la actual estructura de los gobiernos municipales…
Sindicatura; Secretaría General; Secretaría de Gobernación, Seguridad y Tránsito; Tesorería y Contraloría;
Secretaría de Desarrollo Urbano, Obras y Servicios Públicos; Secretaría de Administración; Secretaría de
Desarrollo Económico; Secretaría de Cultura y Desarrollo Humano.
Servicios como el sistema de aguas, el alumbrado y servicios eléctricos, limpia y transporte público
se manejaban mediante concesiones -en plazos nunca menores a 20 años- en tanto que muchos
estudios y proyectos eran encargados a distintas universidades que a su vez competían entre sí por
adjudicarse y/o mantenerse a cargo de estos, y los alumnos de las preparatorias aportaban su talento
y esfuerzo en tareas como investigaciones demoscópicas, arreglo de jardines, y varias más. Muchas
tareas quedaban a cargo de personas mayores ya jubiladas, altamente capacitadas y con tiempo para
dedicarse al servicio de su comunidad.
Esto derivó en dos aspectos fundamentales… abatimiento radical de los costos de operación –
mejorando su calidad- y en una transparencia absoluta respecto a la captación y manejo del erario.
Entre los Alcaldes -y sólo entre ellos- se elegía gobernador, quien elegía entre ellos a un Consejo
Consultivo Estatal, en tanto que la Asamblea del Estado era integrada por todos los Alcaldes que
sesionarían dos veces por año sin potestades ejecutivas.
Por: Konn Speer A