DIÁLOGOS CON VIRGILIO
Cambiar nuestra realidad y transformarla culturalmente implica entender en profundidad lo que es tener una conversación inteligente y ética aplicada a uno mismo.
Es necesario que nosotros, como personas conscientes, nos hagamos una serie de planteamientos hipotéticos o dilemas éticos acerca de nuestra forma de interpretar la vida, el mundo y nuestra manera tan irresponsable que tenemos a veces de convivir y consumir.
Para virar el rumbo de nuestra vida personal y comunitaria es necesario adquirir un nuevo lenguaje, un lenguaje que nos haga pensar, sentir, decir, pero sobre todo accionar estrategias que satisfagan nuestras necesidades presentes sin comprometer a las generaciones futuras.
El nuevo lenguaje al que me refiero es el lenguaje de la Responsabilidad Social y lo debemos aplicar siempre en primera persona.
Éste lenguaje comienza cada mañana con una conversación consciente que tengo conmigo mismo acerca de mi felicidad, de mi salud, de mi alimentación, de mi preparación física e intelectual, de mi relación con Dios, con el medio ambiente y con los demás.
Lenguaje socialmente responsable implica que en mi vida personal y comunitaria pueda diferenciar claramente las nociones de asistencialismo, caridad y filantropía.
Para distinguir, el asistencialismo se aplica generalmente en momentos de emergencia y urgencia como puede ser una pandemia, un terremoto, huracán o inundación.
Cuando en 1985 tembló en la Ciudad de México entendimos los ciudadanos que la solidaridad consiste en que una vez salvo yo y los míos, tenemos que salir al encuentro del otro, del que se encuentra en desgracia o emergencia.
Durante éstos eventos, la sociedad civil se organizó y salió a las calles de forma orgánica y sin ayuda del gobierno. Los mexicanos de entonces, como los de ahora, más allá de las creencias y de las fronteras unieron lazos humanitarios dando un ejemplo de solidaridad al mundo entero. Todo esto se comunicó a través del lenguaje asistencial de la solidaridad.
¿Cuántas vidas no se han salvado gracias a éste espíritu solidario del mexicano? Y no sólo se han salvado vidas en México, sino que hemos aprendido de nuestra desgracia para llevar la ayuda y la experiencia a otros países como acaba de suceder en los sismos de Turquía y Siria.
El lenguaje de la caridad es también muy necesario. Es el lenguaje que aplicamos en la calle al tratar con amor y empatía a un niño o a un indigente. Normalmente las personas caritativas aprovechan algunas efemérides para llevar un poco de comida, ropa, medicinas y alimentos a los más necesitados. A través de ésta caridad y de programas asistenciales regalamos sonrisas, esperanza y un poco de nuestro tiempo a los que consideramos más desfavorecidos.
A veces me pregunto:
¿Qué realidad cambio con éste lenguaje de la caridad?
Estoy convencido que éste lenguaje transforma más al donante, al activista, a la religiosa o al misionero que a la misma comunidad. Lo que la caridad sí cambia de manera visible es la vibración, la cultura y la energía que se vive en una determinada comunidad.
La caridad amalgama comunidades, familias y crea vínculos de seguridad afectiva; por eso es muy importante.
Muchas veces con la sola caridad no se resuelven los problema de fondo , pero sí le das una mejor forma y aspecto a la realidad cotidiana poniendo las bases para un verdadero cambio.
Mi amigo, el Padre Jorge Jiménez, que actualmente vive en la Ciudad de México, fue “Misionero Xaveriano” en Sierra Leona, Africa, por casi una década. Le tocó experimentar durante años lo más duro de la pandemia del ebola. En aquel entonces, me contaba, hubo cantidad de ONG´S asistenciales y humanitarias que salieron corriendo de Sierra Leona por miedo a contagiarse. Los miembros de la comunidad escolar del P. Jorge en África le preguntaron: ¡Güerito!- :¡Mucho nos debes de querer que no nos abandonas!- El P. Jorge le respondió: Mucho los he de querer, pero si me quedo aquí con ustedes es por que en ustedes veo a mi Dios. Perfecta respuesta y distinción entre una mera filantropía y la verdadera caridad.
La caridad es el lenguaje que Jesús de Nazareth pidió a sus discípulos cuando dijo que éramos benditos de Su Padre si somos capaces de dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, de vestir al desnudo, de asistir al enfermo y de visitar al preso. La caridad siempre es un verbo infinitivo que termina en “AR”. Ayudar, Amar y Dar.
La caridad es el lenguaje de muchas iglesias cristianas que cambiaron la ley del talión vigente en muchas partes del mundo por el amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad es una contribución a la paz y sin lugar a duda ha beneficiado incalculablemente al mundo.
En el lenguaje de la responsabilidad social no se trata de asistir eternamente al hambriento, al sediento, al pobre y al desvalido. No se trata de hacer subsistir a grupos a través de eternas caridades. Se trata de transformar la realidad de manera definitiva cambiando estructuras culturales y sociales, re-definiendo roles, estrategias y políticas públicas , solidarias y asistencialistas por principios subsidiarios.
Mejor explicado no se puede:
“No le regales a Juan un pez, ayúdale a fabricar una caña y enséñalo a pescar”.
Es crear condiciones para la auto-sustentabilidad.
Es aquí donde nos detenemos y nos planteamos como propósito la intervención social escuchando a los beneficiarios e implementando acciones que generen comunidades participativas con valores humanos e incluyentes.
Una persona que ha sido capaz de resignificar su vida y de cuestionar su ética social y ambiental, es un persona que ha sido capaz de cambiar su propio lenguaje interno y externo mediante el estudio, la meditación y la lectura de una serie de reflexiones como las que estamos haciendo.
El lenguaje de la responsabilidad social implica todas las dimensiones de la persona humana generando un pensamiento sustentable, generando nuevos códigos y signos en la comunicación como el ahorro, el reciclaje, la equidad, la inclusión, etc.
A partir de éste lenguaje se generan conversaciones acerca de los derechos humanos y se construyen nuevos liderazgos.
El lenguaje socialmente responsable implica la formación de nuevos cuadros de liderazgo que se convierten en agentes de cambio; es decir, en personas que influyen positivamente en su entrono y en su comunidad.
Por eso hago al lector tres sencillas preguntas:
¿Ejerces algún liderazgo positivo en tu comunidad?
¿Qué tipo de líderes genera tu liderazgo?
¿Qué tipo de líderes genera tu organización?
El mundo necesita de éste líder visionario en valores, de éste hombre nuevo y socialmente responsable para ser ese guía de otros; ser ese “Virgilio” en el descenso al infierno de la “pequeña divina comedia” en la que estamos metidos.
Muchos nos hemos encontrado como Dante en el umbral mismo de las puertas del Infierno a través de nuestra vida que es también una pequeña “divina comedia”.
En éste umbral, es donde experimentamos la realidad, nuestra realidad. La realidad del calentamiento global, de las pandemias, de las guerras, de las adicciones y de todo mal social y ambiental. “¡AL ENTRAR AQUÍ -DECIMOS-PERDEMOS TODA ESPERANZA!”.
Ante el Covid-19, ante el calentamiento global, ante la extinción de especies, inseguridad en las calles, corrupción de menores, impunidad en empresarios y políticos; ¿no sentimos aminorada nuestra esperanza?
Regresar la esperanza y la viabilidad del mundo es una tarea del líder socialmente responsable.
Es tarea nuestra convertirnos en “Virgilios” para otros.
Virgilio fue guía de Dante a través de nueve niveles del infierno usando la Razón. Guiar a otros en éste siglo implica usar en el infierno de la destrucción ecológica y las crisis humanitarias la razón de la viabilidad ambiental, de la equidad social y de la sostenibilidad financiera.
Cuando hablamos de “RESPONSABILIDAD SOCIAL ” nos referimos a una filosofía de vida y abordamos conceptos Bio-Éticos y Bio-Jurídicos.
La Responsabilidad Social la entendemos entonces como la manera de intervenir de manera no invasiva a un grupo para generar una comunidad y fortalecer el tejido social dentro de la misma.
Lo hacemos a partir de hechos verificables, observables concretos y medibles que están en un franco estado de descomposición.
Resignificar la Responsabilidad Social Comunitaria la entendemos como la intervención a tiempo y oportuna de la comunidad primigenia que es la familia; de la adolescencia y juventud como etapa de consolidación de valores comunitarios y de la mujer como receptora y dadora de vida y de valores.
En la comunidad, que es parte indispensable de nuestro propósito como personas, encontramos no solamente Al Otro (El Prójimo); sino encontramos también “Lo Otro” (La Tierra, El Planeta, Nuestra Madre) que cómo dice Leonardo Boff: “Nuestra relación con ella (Pacha-Mama) debe ser simbiótica y amorosa para entonces entenderla y cuidarla”
El Papa Francisco afirma en su encíclica ecológica:
«Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos… estas situaciones provocan el gemido de la hermana Tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo»[1]
Cuando hablamos de Responsabilidad Social y Comunitaria hablamos de una “Ética Aplicada” y de una formulación normativa que garantiza cualitativa y cuantitativamente ciertos derechos y principios fundamentales del ser humano. No puede ser de otra forma.
Éste comportamiento se debe convertir en una exigencia de carácter Ético-Político; ya que la vida no es algo estático y “vivir bien” no es sólo sobrevivir, preservar o subsistir; vivir bien es un verbo y un derecho inalienable de todo individuo y que toda comunidad debe tener.
La vida entonces, hay que vivirla y hay que vivirla bien; de forma ética, social y “comunitariamente responsable”.
¡Éste es el nuevo lenguaje que propongo!
[1] Encíclica Laudato, Sobre el cuidado de la Casa Común; Papa Francisco; Ciudad del Vaticano 2015; n. 53.