Con lenguaje coloquial, nada rebuscado, mucho menos tecnócrata –como lo han etiquetado-, y sin ambages, Enrique de la Madrid Cordero, reconoce que pertenece al PRI, pues cuando él tenía 18 años de edad su papá Miguel de la Madrid Hurtado fue postulado por el Revolucionario Institucional a la Presidencia, entonces había que inscribirse y respaldar la campaña y, obviamente votar.
Y sin que se vea como una incongruencia, porque si algo tengo es ser congruente con mis actos, mi vida, mi familia y actividad profesional… “soy mexicano más que priista y mi grupo es México”.
Por ello, –apunta- decidí buscar la candidatura a la Presidencia de México, “no como una ambición personal, tampoco por interés de un grupo”. Busco y trabajo ser portador de la bandera de paz, del cambio y transformación de esta nación, cuyos cimientos fueron levantados y edificados hace más de un siglo.
Porque México no empezó a construirse a partir del 2018. Venimos de una cultura prehispánica ancestral, de luchas intestinas y revolucionarias, para dar paso al reencuentro de las y los mexicanos, estabilización y desarrollo.
Acciones y políticas que se concatenaron en una pacífica transición gubernamental de militares a civiles; y a partir del 2000 el relevo de mandatarios del PRI al PAN y Morena.
Con la salvedad que hoy el país vive momentos trascendentales que obligan a provocar y generar diálogo, pues solo así se romperá y quebrará la polarización; la gente tiene derecho y debe opinar.
No hay más… ¡hoy es cuando!
Enrique de la Madrid estuvo en Puebla el fin de semana donde sostuvo diversas reuniones y encuentros en juntas auxiliares, como en San Andrés Azumiatla y en la ciudad donde comió con un grupo de empresarios, políticos, directores y columnistas de medios de comunicación, donde se dio un diálogo abierto y sin cortapisa alguna.
Relajado y de buen talante apuntó que de esta crisis tenemos que hacer una oportunidad, porque la transición política presidencialista la teníamos que enfrentar -y la hemos enfrentado-, más no debemos permitir que se prolongue, puesto que la preocupación que flota es real:
… ¿A dónde vamos a dar?
Hoy la nación mexicana está dividida en dos. Una, con la política que marca el gobierno y la agente dice es la adecuada; la otra mitad la rechaza y señala que se va por el camino equivocado.
Cifras y datos demuestran una cruda desigualdad y pobreza que rebasa el 54 por ciento de la población; inseguridad que ha roto los parámetros; 16 millones de personas sin salud, además de haber cancelado el seguro popular; ni qué decir en crecimiento económico al tener 4 años consecutivos de estancamiento y retroceso; programas y planes educativos han sido destruidos.
QUIERO SER ROCKSTAR
Y NO CAUDILLO
De la Madrid Cordero, con libreta y pluma hace anotaciones de las preguntas y comentarios que le resultan interesantes. Ve directo al interlocutor. Se mece con la mano el cabello. Da sorbos al vaso con agua. Voltea a ver al consultor José Zenteno y a Patricia Ramírez, su jefa de prensa, para soltar:
Tengo claridad de lo que quiero para México. Tengo la visión de lo que se debe hacer y cómo hacerlo.
Licenciado en Derecho por la UNAM y Maestría en Administración Pública en John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.
En el sector privado fue titular de ConMéxico –Consejo Mexicano de la Industria de Consumo-, director de Relaciones Institucionales y Comunicación Corporativa de HSBC para México y América Latina, y actualmente es líder del proyecto Ciudades y catedrático del Tecnológico de Monterrey.
En el gobierno federal ocupó la dirección general de Financiera Rural y lo que conlleva el sector agropecuario; director de Bancomext y su implicación directa en el sector de exportaciones; Secretario de Turismo, que es uno de los pilares en ingresos económicos para la nación; y Diputado Federal, además de columnista en diversos medios de comunicación.
Mi labor de cincel y taladro que realizo por el territorio mexicano es decirles que “busco ser la alternativa de gobierno” y que hay oportunidad de lograrlo si nos unimos, porque “la polarización divide y quiebra, inhibe y atemoriza”.
Claro que en el camino habrá conflictos, ataques, divisiones; ello permitirá una depuración, “más no debemos dejar que nos disemine”.
Con un constante juego de manos, de quitar y ponerse sus lentes, el aspirante presidencial expone que al final -2024- la única alternativa que se vislumbra es un barco en vía de hundirse y una lancha que va a un lado.
Por si algo faltara en esa travesía, se presenta una tormenta.
Lo que llevará a tomar una decisión: quedarse en el barco que va a la deriva… o subirse a la barcaza para llegar a puerto seguro.
Ahí está el momento decisivo a tomar por las y los mexicanos de permitir ser presa del desánimo y desinterés de que no hay nada por hacer, que es parte de la estrategia de intimidar y engañar a la población.
Sube el tono de voz para lanzar la arenga:
… “Es la hora de decidir si retornamos al México de los años 30, a la era de un caudillo”.
… “O si nos unimos quienes no estamos de acuerdo con el regreso del caudillo, nos subimos a la lancha y juntos hacemos un frente común”.
¿En esta batalla, qué papel tiene Enrique de la Madrid?, se le inquiere.
¡De Rockstar!
“Nunca de caudillo”.
Ataja a bote pronto, para añadir:
No se debe perder de vista que en 2018 Morena ganó la Presidencia con 31 millones de votos, en 2021 perdió 2 millones y la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, y en Revocación del Mandato Presidencial obtuvo 15 millones de sufragios.
Así, en el aire quedó flotando la interrogante:
¿Qué pasaría si nos unimos en 2024?
¿Le alcanzaría para ganar la Presidencia de México?
¿O el Gobierno de la Ciudad de México?
La encuesta Rubrum -mes pasado- coloca a Enrique de la Madrid con 26.2% de preferencia entre militancia priista; Claudia Ruíz Massieu con 21.8%; Miguel Ángel Osorio el 18%.
Y la casa TResearch lo sitúa como fuerte aspirante al Gobierno de la Ciudad de México con el 29%.
¿Será…?.
Al tiempo.