Parece que no se dan cuenta

La inversión de hoy representa la decisión de producir más en el futuro. Dicho de otra forma, la inversión actual y la del pasado reciente indican si habrá mayor actividad económica en los años próximos.

octubre 23, 2025 | 7:29 hrs

Llevamos ya siete años en que la actividad económica no crece, sigue estancada, y las perspectivas hacia adelante son igualmente débiles.

Las proyecciones más optimistas para este año y el próximo apenas están por encima del crecimiento de la población. Ese es el indicador más básico que nos retrata una situación mucho más compleja.

Podríamos enumerar muchas razones que explican cómo la desigualdad, la precariedad de los ingresos, la baja productividad, el monto de la deuda, las finanzas públicas débiles, las políticas de Donald Trump, el estrés hídrico, la escasez de energía, la desigualdad económica, el sistema educativo y un largo etcétera.

Sí, hay muchos factores relevantes que contribuyen a la debilidad de nuestra economía, pero hay uno que es fundamental y que, sin su presencia y vigor, no hay posibilidad de que exista prosperidad económica en el país.

Se trata de la inversión, es decir, la producción de bienes que producen otros bienes, que los multiplican, que permiten la satisfacción de necesidades básicas y de todo tipo.

Son maquinaria, equipo, edificios que albergan plantas industriales u oficinas, financiamiento de investigación científica, etcétera.

Así, la inversión de hoy representa la decisión de producir más en el futuro. Dicho de otra forma, la inversión actual y la del pasado reciente indican si habrá mayor actividad económica en los años próximos.

La inversión puede ser pública y privada, y ambas son cruciales.

Y en ambos casos la inversión de los últimos años y del presente está en los niveles más bajos desde hace varios decenios.

Por el lado del gobierno, la inversión ha sido en proyectos emblemáticos que no han generado los beneficios esperados para el país, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el corredor transístmico y, en sentido contrario, la cancelación del NAICM.

Por otra parte, el gobierno le compró varias plantas de generación de electricidad a Iberdrola y el 50 por ciento que le faltaba de la refinería de Deer Park en Houston.

En esos casos, la inversión pública no generó más oportunidades de trabajo, pues la fuente de producción solo cambió de manos… no fue nueva inversión.

Es de todos conocido que ninguno de estos proyectos ha sido particularmente generador de empleo y más actividad económica, excepto cuando estaba en proceso la construcción, y solo de manera parcial, pues muchos trabajadores eran militares.

Recordemos que la destrucción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) canceló más de 50 mil trabajos directos y los cientos de miles de nuevos empleos que generaría la operación del aeropuerto de Texcoco.

En cuanto a la inversión privada, la lógica es distinta. Quienes tienen recursos para desarrollar proyectos e invertir pueden hacerlo en muchos lugares del mundo.

En ese sentido, el capital no tiene nacionalidad. La decisión de dónde invertir y en qué actividades depende de una variedad de factores: que haya un mercado interno vigoroso y acceso al internacional, que haya infraestructura básica como medios eficientes de comunicación, facilidades logísticas, mano de obra calificada, energía de calidad y oferta suficiente, agua y otros insumos esenciales.

En otro plano, los inversionistas buscan que haya estabilidad en el presente y en los años siguientes.

Un régimen político y un marco jurídico estable, que no se modifique sustancialmente de manera abrupta y sin consulta, que las leyes se cumplan, honestidad por parte del gobierno y, muy especialmente, seguridad en una acepción amplia.

Seguridad jurídica, seguridad del sistema judicial, protección de los derechos y que haya protección al autoritarismo gubernamental que brindan contrapesos institucionales y un Poder Judicial independiente.

No entiendo por qué la 4T sigue profundizando el deterioro del régimen jurídico y el marco institucional que requieren los inversionistas para establecer una nueva planta de producción o iniciar proyectos de inversión de envergadura.

Me refiero a una amplia variedad de decisiones del gobierno que han impactado de manera negativa las condiciones e incentivos para la inversión privada, desde la cancelación del NAICM en 2018, que se sigue resintiendo todos los días, la destrucción del Poder Judicial y de los contrapesos que limitaban la toma de decisiones unilaterales por el gobierno, hasta la reciente reforma a la Ley de Amparo.

No entiendo por qué deteriorar las reglas del juego que aumentan la vulnerabilidad de quienes arriesgan sus recursos, y de paso reducir los incentivos para la inversión.

Lo único que se obtiene es perpetuar el estancamiento económico, que desaparezcan oportunidades de empleo para la población, que sus ingresos laborales y su propia prosperidad en el futuro queden en entredicho.

Sin una base económica mínima, el deterioro social y el apoyo al régimen de la 4T continuarán deteriorándose.

No entiendo por qué, ni en su propio interés, siguen lastimando a los mexicanos. Parece que no se dan cuenta.

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Enrique Cárdenas Sánchez
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