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“¿Qué ves? Y eso que ves, ¿cómo lo expresarías con palabras? El mundo nos entra por los ojos, pero no adquiere sentido hasta que desciende a nuestra boca.” Paul Auster
“La forma seca de degeneración macular, en la que las células fotosensibles de la mácula se descomponen lentamente, es el tipo más común y representa el 90 por ciento de los casos diagnosticados. La degeneración macular húmeda representa aproximadamente el 10 por ciento de los casos, pero resulta en el 90 por ciento de la ceguera legal.”
Mi condición y mi destino está expresado en estas líneas que copié de internet. La degeneración macular relacionada con la edad (DMRE) es una enfermedad genética y no tiene cura. Padezco los dos tipos, he perdido la visión de un ojo y el otro comienza a mostrar síntomas, pero, aunque con dificultad, trabajo, escribo, manejo mi auto, tomo fotos, me entreno para el momento tan temido… ¿Cómo será mirar solamente con los ojos del alma? La verdad, tal vez ya lo estoy haciendo, sin haber perdido totalmente la visión. Cuando duermo, en un par de ocasiones, he soñado que recupero la vista y recorro paisajes de fantasía, una ciudad inundada de agua transparente, enormes olas de espuma verde en un mar lejano, nubes elásticas que voy enredando entre mis dedos, rostros nuevos de personas conocidas, flores multicolores y mi perrita y mi gata fundidas en una. Y no me he fumado un porro, ni me he echado unos tragos o algún medicamento. Tal vez son la expresión de deseos inconscientes, una especie de desahogo, de consuelo. Bien dice Paul Auster, en la voz de uno de sus personajes de El Palacio de la Luna, que no puedes poner los pies en la tierra hasta que no has tocado el cielo. ¡Cuántas veces habré tocado el cielo sin saberlo! Es cierto, haya tantas formas de mirar el mundo, de sentirlo, de hacerse uno con él. Escogí la docencia como profesión, me apasioné por el futbol (como jugador), fui bohemio, activista social, terapeuta, aprendiz de escritor y en todos esos espacios, en cada momento compartido, he hecho amigos. Podrán apagarse mis ojos, pero no se apagará la verdadera amistad. Tal vez esa ha sido mi forma de tocar el cielo.

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