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La novela “Cambio de Piel” tiene Cholula, como escenario del nudo central de su trama, siendo el recorrido por la vida nocturna de los cabarets de barrio de la Ciudad de México uno de sus episodios claves y fundamentales.

Episodio que cobraría vida autónoma en la trama del libreto cinematográfico de la cinta de Juan Ibáñez “Los Caifanes”.

Jugando con los símbolos claves que determinan el sentido de la existencia, Carlos Fuentes retrata en una noche de farra el proceso de introspección en la conciencia.

Camino que ha tenido como modelo a seguir, desde los viajes de Dante guiado por Virgilio y Beatriz, hasta el periplo de un día en el camino a casa que se describe en el “Ulises” de Joyce ; el  “libro de los viajes místicos”  que compusiera Ibn Arabí  en el reino cordobés de los Omeyas.

El   momento de tránsito del México tradicional caracterizado por la pobreza a una modernidad de moldes estereotipados y mediocres en la que actualmente vivimos,  es materia de reflexión en las páginas de “Cambio de Piel”, momento que habiendo quedado atrás irremisiblemente, no por ella condena por ello al envejecimiento a la novela de Carlos Fuentes y por ende al libreto de la cinta de Juan Ibáñez.

En el sustrato clásico del proceso de introspección radica la vigencia de su actualidad, introspección que permite en una noche de trasgresión asomarse a los personajes centrales, Paloma y el “Estilos” a los abismos de la transgresión que rompe con límites y cartabones.

Los circunda, “el diablo”, presente en el cabaret “el géminos” y en la persona del billetero que se aparece a media noche en el patio de una vecindad; así como la muerte, representada por la vieja prostituta amiga del “gato” y que es caracterizada por la actriz Tamara Garina; en una palabra, los circundan los “enemigos del alma”: mundo, demonio y carne.

Mi madre solía recordar su amistad de infancia con Julisa durante los años de internado infantil en el colegio británico Elizabeth Brooks, recordaba incluso la había visitado en su debut en escena representando “La Verdad Sospechosa” de Juan Ruiz de Alarcón, y solía decir que era una niña llena de afectividad y sumamente rebelde, características que claramente se denotan en el personaje que actúa en “Los Caifanes”

 A la fecha, Ernesto Gómez Cruz y Julia Isabel del Llano Macedo son  los únicos supervivientes de aquel elenco de actores que caracterizarían en la cinta filmada en la temporada navideña de 1966, una trama que se llegó a considerar de un grado extremo de transgresión, la cual, en su lectura profunda sigue conservando a cabalidad hasta nuestros días.

Declaman los caifanes desde los féretros de la funeraria los versos de Jorge Manrique a la muerte de su padre:

      ¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué fue de tanta invención
como traxieron?
Las justas y los torneos,
paramentos, bordaduras
y cimeras,
¿fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras?

Al margen de la misteriosa noche en el que se suscita la trama, seguramente, Paloma sería una muchachita adinerada e insulsa, y el “Estilos” un modesto mecánico incapaz de despertar un mayor interés, pero en ese momento de ensueño se abriría para ambos la senda de la transgresión a las reglas establecidas.

Voy a buscarte, voy a encontrarte
Voy a llevarte
Fuera del mundo, fuera del mundo

Tú y yo, nosotros dos
Ahora, así, aquí
Fuera del mundo, fuera del mundo
Fuera del mundo

Tú y yo, nosotros dos
Ahora, así, aquí
Fuera del mundo, fuera del mundo

Los actores de una de las cintas más emblemáticas de      nuestro cine, incluso los ya idos como Oscar Chávez, siempre de los siempres tendrán un aliento juvenil.

Por: Atilio Peralta Merino

albertoperalta1963@gmail.com 

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