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El libro tercero de la “Monarquía Indiana” señala la existencia de la primera misa celebrada en la “Ciudad de los Ángeles” el 16 de abril, sólo que del año 1530 y no 1531, destacándose el hecho de que las fuentes principales del autor, citadas por el mismo, fueron las crónicas de los padres Gerónimo Mendieta, Bernardino de Sahagún, y Toribio de Benavente; obras que, además de ser objeto de acuciosa lectura fue profusamente discutida y comentada por el propio Torquemada con sus autores; y siendo de destacarse que, uno de los referidos autores, Fray Toribio de Benavente “Motolinía”, fue quién celebró precisamente aquella primera homilía.
El cultivo de toda especie en suelo distinto al de su hábitat original, trae aparejada consigo la modificación genética de la misma, siendo el “Valle de Tehuacán” el origen del maíz, acaso el valle de Puebla pueda ser considerado como el origen del trigo cultivado en nuestro país , sino es que acaso en el macizo continental americano, exceptuándose las islas de la que era procedente el fraile quién previamente había desempeñado el cargo de presidente de la audiencia de Santo Domingo ; destácase en el “libro quinto” de la “Monarquía Indiana” al respecto, que, Sebastián Ramírez de Fuenleal, segundo presidente de la Real Audiencia de México : “puso diligencia que en toda la Nueva España se introdujesen las labranzas; y se sembrara trigo que fue el intento de fundar la Ciudad de los Ángeles”.
En el “libro cuarto” al narran los hechos concernientes a la conquista, refiera la valentía de María de Estrada que, al decir de Torquemada, sobrepasó en bravura a la de los hombres al hacer frente a los “mexicas” enardecidos que atacaban a las huestes de Cortés, quién tras haber vencido en batalla a Pánfilo de Narváez y su avanzada, se enfrentó a su retorno con una ciudad amotinada tras la “matanza del templo mayor” ordenada por Pedro de Alvarado.
De no ser por Juan de Torquemada, no se encuentra referencia a María Estrada en la “Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España”, o en las “Cartas de Relación” o en la “Historia de la Conquista de México” de Francisco López de Gómarra; mujer que casóse en primeras nupcias con Pedro Sánchez Farfán “encomendero del pueblo de Tetela”, y quién, tras enviudar, contrajo segundas nupcias con el primer alcalde de la “Ciudad de los Ángeles” Alonso Martín Partidor , quién seguramente no se caracterizaría por enviar a su esposa al hospital tras “golpiza” alguna.
Designado por don Lucas Alamán con el epíteto de “el Servio Tulio mexicano”, todo parece indicar que el legado de Juan de Torquemada es pocas veces consultado.
Aludido en exclusiva, al emprenderse el estudio de la historia de las antigüedades mexicanas, tal y como sería el caso de escudriñar en el mítico Xólotl y en los misterios del origen de la dinastía tolteca-chichimeca; o en el estudio de la persona del tirano Maxtla, quién respaldado por “el señor de Azcapotzalco asesinó al rey Izcóatl y usurpó el trono mexica, para posteriormente ultimar en combate del padre de Nezahualcóyotl y despojarle del señorío que en justicia correspondía al “príncipe poeta del Anáhuac” ; o bien en el intercambio de influencias con encuentros y desencuentros en el ámbito del poder de la ciudad “tenochca”, establecido entre las dinastías de las Texoxómoc de Azcapotzalco y los Ixquixóchitl de Texcoco, y cuyas intríngulis en mucho hacen rememorar a las que fueran sostenidas por los “julios” y “los claudios” según al efecto refiere Suetonio en “Los Doce Césares”.
Suele, no obstante, preferirse en tal materia el estudio de la obra del padre Clavijero, acaso de más fácil consulta y cuya dedición y distribución, no ha sido objeto del terrible hermetismo que encierra el título de Torquemada.
Confieso que, para mi sorpresa, la obra del “Servio Tulio mexicano” no se circunscribe a “las antigüedades” que, al decir de Joseph de Acosta desentrañara por primera ocasión el jesuita Juan Tovar, sino que se extiende a la conquista y a la etapa misma del virreynato que le fuera contemporánea.
La extensa investigación del profesor Christian Duverger , parece haber dejado de lado la consulta de Torquemada, quién ofrece testimonio de haber conocido y tratado en Guatemala a Bernal Díaz del Castillo siendo hombre ya muy mayor, y a quién califica como digno de cabal crédito; en la misma tesitura , todo parece indicar que la indagatoria concerniente a la fundación de Puebla tendría que ser profundizada consultando la magna obra de Juan de Torquemada.
Estamos a 9, sino es que en realidad a 8 años de conmemorar el medio milenio de vida de Puebla, pudiera ello parecer un plazo muy largo, pero el difícil acceso que a la fecha se observa a documentos fundamentales de nuestro pasado como es en efecto la “Monarquía Indiana”, nos obliga a emprender desde ahora la adecuada planeación de tal significativo aniversario.
albertoperalta1963@gmail.com

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