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Según como nos tratamos, así responde el cerebro. a menudo, la autocrítica constante boicotea nuestro bienestar. La ciencia nos muestra como un entrenamiento sencillo para ser más conscientes y compasivos, ayuda a cambiar la mente y grabar patrones más gratificantes.

Es realmente emocionante que estemos viendo como la ciencia de la psicología y los estudios del cerebro humano han empezado a poner la compasión y la empatía por uno mismo en el centro del desarrollo del bienestar, la salud mental y nuestra capacidad para gozar de relaciones sanas.

Las investigaciones nos demuestran que la forma en que nos relacionamos con nosotros mismos, si nos observamos con bondad o de manera crítica, con cariño o de forma hostil, tiene una gran influencia en nuestra habilidad para enfrentarnos a las dificultades de la vida y a la hora de crear una sensación de bienestar interior.

El vivir consciente, de todas las habilidades que ayudan a desarrollar la compasión y la empatía, es la más valiosa.

Así lo he podido comprobar en mi experiencia como psicólogo clínico. Convertirte en “consciente” o practicar la consciencia plena es aprender a prestar atención al momento presente sin evaluarlo ni juzgarlo, tan solo observándolo.

¿nunca te has sentido paralizado por la belleza de una puesta de sol o una pieza musical, o te has quedado completamente absorto jugando a algo con otras personas? En esos momentos pierdes el sentido de ti mismo y te dejas llevar por el momento, sin juzgar, solo siendo y experimentando. Esto no es algo que se pueda provocar. Se parece más a dormir: puedes crear las condiciones para hacerlo, pero en el momento en que empiezas a preocuparte por el tema, se esfuma.

La consciencia plena nos hace estar vivos en el ahora de la existencia, el único lugar en el que existimos de verdad.

Cuando nos deprimamos, nos preocupamos o nos angustiamos, podemos apartarnos del mundo de los sentidos y dejar de estar en el momento y, en cambio, centrarnos en nuestros pensamientos sobre mañana o ayer o nuestra sensación de pesadez o de mariposas y ansiedad o terror. No estaremos viviendo en el presente, sino en otro lugar. Cuando vamos en piloto automático, nos perdemos en nuestros pensamientos y a duras penas vemos el mundo que nos rodea. Existen indicios que apoyan la idea de que aprender a ser conscientes puede ayudar con la depresión, porque hace que no nos concentremos de más en lo negativo, y proporciona al cerebro la oportunidad de descansar del bombardeo de pensamientos negativos.

Es importante observar que podemos perdernos de tal manera en nuestras esperanzas y miedos sobre el mañana o en nuestros reproches sobre el pasado que nos olvidamos del ahora: vivimos en un mundo recordado o imaginado, no en el mundo del ahora mismo. Por supuesto, a veces es muy importante tanto echar la vista atrás como proyectarse hacia adelante, pero cuando lo hagamos, deberíamos hacerlo a propósito, no ser arrastrados automáticamente por el miedo o la ira.

La consciencia plena también implica estar más alerta y más en la propia experiencia, prestando atención a nuestros sentimientos y pensamientos a medida que emergen en nuestra mente.

Por ejemplo, cuando estamos enfadados, ¿Cuántos de nosotros atendamos al lugar donde reside esa sensación en el cuerpo?

¿Cuántos de nosotros frenamos y atendemos a como suena nuestra voz, que parte de la mente está lanzando las instrucciones a nuestro cuerpo? ¿Cuántas veces nos distanciamos y practicamos la observación de lo que pasa realmente en nuestra mente? La mayoría no lo hacemos: nuestros arquetipos y patrones cerebrales “van a lo suyo”, sin ser conscientes.

Necesitamos crear una nueva relación entre el “cerebro/mente antigua”, y sus deseos, arquetipos y reclamaciones egoístas, y la auto ciencia y el razonamiento del “cerebro-mente nuevo”; y para ello se requiere dar espacio y tiempo para entrenar la compasión, como quien reserva un tiempo semanal para aprender a tocar un nuevo instrumento. Las distintas formas de concentración estimulan distintos patrones cerebrales. Esto no es distinto de saber que, si nos concentramos en cosas sexuales, esto estimulara nuestra pituitaria y causara cambios en nuestro cuerpo. Aunque lo que resulta fascinante es que, si usamos nuestra atención para estimular patrones del cerebro, el cerebro se reprograma solo.

 Sabemos que las neuronas que se encienden al mismo tiempo se conectan entre sí en un proceso muy sutil.

Este proceso lleva su tiempo, pero nos acaba devolviendo el control y la posibilidad de modificarnos. Si estamos en consciencia plena, implica aprender a cambiar este quedarse atrapado en los “automatismos” de la “mente antigua” aplicando el arte de la no resistencia.

Así, el estar en conciencia plena consiente en usar la atención deliberadamente para crear estados cerebrales en los que estimulamos ciertos patrones del cerebro y desarrollamos redes de células cerebrales que conducen a calmar la mente y generar una relajación compasiva por nosotros mismos que también nos ayudara a ser más compasivos con todos los demás.

Una cosa que nos ayudaría enormemente en la vida sería el desarrollar la habilidad de calmarnos a nosotros mismos para sentirnos a salvo. No nos protegerá del dolor ni de las tragedias vitales, pero nos puede ayudar a sobrellevar de manera distinta. Está demostrado científicamente que lo que pensamos e imaginamos afecta a nuestra fisiología.

Por tanto, la autocrítica nos priva de felicidad y bienestar. La vergüenza también nos hace sentir amenazados.

Y con el sentimiento de amenaza se estimula velozmente el sistema de autoprotección. Las personas tienden a responder a su entorno; de hecho, sabemos que algunos entornos inhiben en gran medida la compasión. La compasión es difícil y compleja. Necesitamos seguir investigando sobre como promoverla, pero ya tenemos claras muchas maneras de entretenerla que quiere compartir contigo.

Con los ejercicios que voy a proponerte, algunas personas pueden experimentar bastante rápido destellos de bondad y amabilidad hacia sí mismas, mientras que a otras les cuesta más. Si es tu caso, no te preocupes, a veces cuesta arrancar. A veces solo hay que insistir un poco más. Pero, aunque espero que disfrutes y te diviertas con los ejercicios que voy a proponerte a continuación y que desarrolles una nueva fascinación por tu mente y por el hecho de estar en este mundo, debes saber que, al convertirte en más consciente, pueden surgir conflictos que nunca habías tratado. A veces, cuando las personas practican la consciencia plena pueden sentir tristeza y, en ocasiones, sienten ganas de llorar, porque ahora están abiertas a ese tipo de emociones. 

Cuando la mente deja de saltar de una cosa a la otra, puede empezar a experimentar niveles más sutiles de sí misma, por ejemplo, Jennifer descubrió que trabajar con una forma compasiva de consciencia plena la entristecía, y acabo por darse cuenta de que estaba en contacto con un recuerdo de la muerte de su madre cinco años antes. En su corazón, sabía que había evitado el duelo, como si al evitarlo, su madre en realidad no hubiera muerto.

De modo que, si surgen sentimientos de tristeza o de ansiedad durante tu trabajo de consciencia plena, queda en ellos.

Se consciente y obsérvalos; si lo deseas, escribe sobre ellos en un diario. Si tienes amigos o pareja con quien puedas hablar de tus pensamientos, hazlo, te ayudara. Pero lo importante es que no se te pase nada malo ni tenga nada de raro que de despierten en ti sentimientos de angustia con el trabajo de consciencia plena. Sentarse con los propios sentimientos y limitarse a observarlos normalmente tiene como resultado el empezar a ser conscientes de una serie de pensamientos e intereses, y de múltiples preocupaciones y deseos; pero poco a poco, con compasión, se sosiegan.

No debería sorprenderte porque, hasta que empiezas a practicar, estos aspectos de tu mente ya han estado ahí, yendo a toda velocidad, y lo que ahora ocurre es que al fin te has parado a observarlos.

También ten en cuenta que es mejor practicar primero cuando estés calmado, no cuando estés angustiado.

Algunas personas consideran de gran ayuda tener una libreta o diario en el que escribir sus reflexiones sobre los ejercicios, los pensamientos que han tenido a lo largo del día, para tomar notas sobre distintas formas en que han respondido a las cosas, o, incluso, los cambios en sus sueños. Es como una bitácora personal. También puedes añadir fotografías o poemas. Veras que hay días en que te apetece escribir y otros en los que no lo harás. Pero la invitación es siempre a poner un poco más de consciencia en ti y tu presente.

Así que a practicar y considerando que practicamos para estimular determinados sentimientos, sensaciones y estados cuerpo-mente en nuestro interior.  

Por: Juan De Dios Flores Arechiga.

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