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No es fácil abrigar en todo momento buenos sentimientos hacia los demás. Antes bien; nos inclinamos a pensar en forma opuesta, gustamos de ayudar al otro a estar equivocado; (directa o indirectamente; es decir mencionándoselo a él o a los que lo rodean). Porque cada vez que otra, persona comete algún error, eso nos hace sentirnos muy listos.

En general no nos damos cuenta de lo que acontece en nuestra mente, pero continuamente nos estamos comparando con los demás. Pero sobre todo con los que menos tienen o hacen. Sí, nos comparamos generalmente con personas que han tenido fracasos, sean estos personales, profesionales, familiares, económicos y sentimentales o emocionales.

En estas comparaciones tendemos a fortalecernos y construirnos. Y a destruir a los demás; localizando y señalando sus defectos o debilidades. Menospreciando su aspecto, sus propiedades o sus consecuciones; con miras a justificar los nuestros.

Hay muchas personas que no parecen jamás superar esta infantil actitud mental hacia los demás. Persisten en gozarse en la contemplación de los errores y en soslayar los logros. E intentan aprovechar las debilidades, fracasos y las desgracias de los demás, para su propio beneficio. “Sea del que está equivocado o de las personas que están alrededor del equivocado”. Así sacan partido de ello aumentado su autoestima y exhibiéndose como una persona llena de virtudes y logros materiales.

“Vaya método, bajo e infantil de intentar lograr un sentimiento de superioridad”

¿Quién estará más equivocado o será más fracasado?:

El que está equivocado; o el que critica y señala a los demás. Este último realmente no está consciente de sí mismo. “Debido a que una persona mentalmente sana, sabe muy bien que su propia autoestima y su respeto hacia sí mismo. Tiene necesariamente que depender de lo que él sea. Y no de lo que el otro no es.”

No es fácil dejar de ayudar a los demás a estar equivocados y comenzar a ayudarlos a tener la razón o a triunfar. Hemos de emplear la disciplina con nosotros mismos y tratar esforzadamente de vencer nuestra herencia de la selva y adquirir una actitud más civilizada hacia la gente, Es preciso que comencemos a hacer lo que esté a nuestro alcance por ayudarlos, por servirlos, por alentar la esperanza de que otros no cometerán errores, ni harán el ridículo.

Es preciso que dejemos de aprovecharnos de ellos o de quienes los rodean, para nuestro particular beneficio.

“Es preciso que hagamos cuanto podamos por ayudar a

los demás a TRIUNFAR”

Por: Juan de Dios Flores Arechiga.

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