Esquizofrenia en cámara lenta

“Fíjate -me dijo-, tuve la suerte de tener una madre que me quiso romper el espíritu desde niña cuando se dio cuenta que yo tenía el carácter y la fuerza para ser auténtica, para luchar y salir adelante, lo que ella no tenía.

“Es un poco complicado de entender porque nunca piensas que una madre que tiene todo: belleza, estatus, juventud, simpatía e inteligencia, pueda actuar para quebrar el alma de una de sus hijas. Yo creo -te aclaro es una suposición-, que ella quiso ser más de lo que le permitía su género y estatus en su tiempo.

“Desde bebé mi papá me adoraba, yo era su consentida y mi mamá tenía la suya, mi hermana ¡y está bien! Pero cuando mi madre vio que mi papá me permitía ser todo lo que las niñas y las mujeres de esa época, y de tiempo atrás cuando mi mamá fue niña, ¡creo que le entró la envidia y los celos y son muy destructivos! ¿Puedes imaginar que una madre tenga envidia y celos de una hija? Todo lo que yo hacía era criticable y condenable. Todo a sus ojos era merecedor de reprimenda y castigo ¡todo! Pero yo tenía una barrera de plata que era mi padre, donde las balas de mi madre no podían pasar y mucho menos penetrar…

“¡Pero no te vayas con la finta! Eso no quiere decir que no me lastimara su actitud de la que me daba cuenta desde el rabillo del ojo, y eso te hace mucho daño por dentro. Siempre quieres que tu madre te quiera, y buscas que te quiera, haga lo que haga. Y querer que te quiera alguien que no tiene las posibilidades de quererte -¡no tiene de dónde pues!- es una condena mayor que el simple hecho de que no te quiera; es tu propio deseo de ser querida por esa persona que no te puede querer, tu peor castigo.

“Te sigo platicando: Era padre hacer todo lo que me venía en gana siempre y cuando tuviera buenas calificaciones ya que mi papá sabía quién y cómo era yo, y me quiso, me aceptó y me apoyó siempre, que se contraponía con el enorme desafío que representaba yo para mi madre, al ser lo que ella hubiera querido ser y tener, q demostraba todas sus carencias, y se encajaba en el rechazo y la condena con el pretexto de educarme.

“No te miento, era como vivir una esquizofrenia en cámara lenta porque yo veía cómo se iban formando dentro de mí las contradicciones y escisiones que mi madre representaba, a la par de fortalezas y congruencias que mi papá era; yo entendía por qué sucedía una cosa y la otra a la vez, pero no lo podía resolver. Hubo una etapa donde odié profundamente y confronté abiertamente a mi madre, pero eso hizo las cosas peor. ¿Quién se pone a torear al diablo? Lo que me hizo vivir el mejor de los paraísos junto al peor de los infiernos.

“¿Qué te puedo decir? ¡La libré! Y te digo por qué: por mi carácter, que tenía que ser mí salvación al ser el mayor y mejor regalo que la vida me dió; me dio la determinación, sin saberlo yo, de que mi vida no iba a ser en vano: Tuve muy claro desde entonces -sí sé por qué- que esta vida es una prueba para luego ganarte, en serio y a pulso, tu cielo o tu infierno…

“Yo ya me gané mi cielo al librar esta batalla.”

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
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