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“Jutge que no té consciència, mai farà bona sentencia”

Lo del suplicatorio del juez Llarena contra la inmunidad parlamentaria de tres eurodiputados catalanes, me trae a colación el refrán: “¡Pleitos tengas y los ganes! En este caso es una carga explosiva con efecto retardado en el mismo centro de la “democracia europea”.

Y, hablando de “democracia”, lo mejor es tocar madera, no vaya a ser que se desboque, se le escape un tiro y te dé en el pie.

El suplicatorio es una historia en dos tiempos: A) la entrada, parada y fonda, del suplicatorio, en el Comité de Asuntos Jurídicos de la UE, un año en reposo, y B) la “imparcialidad” haciendo filibusterismo en el mismo centro de la democracia europea.

Esta historia comienza en el Tribunal Supremo, que desde un principio se apropió de un proceso judicial que no era de su incumbencia, porque según la CE del 78, corresponde al juez natural, del territorio donde ocurren los hechos a litigio, y no fue el caso. Un TS que, en su afán persecutorio, encarna su espíritu inquisitorial en el cuerpo del juez Llarena, una vez sí, y otra también, para que “ponga una pica en Flandes”, nunca mejor dicho, en formato de “suplicatorio”, contra los exiliados políticos catalanes que tienen escaño en el Parlamento Europeo.  Es decir, son eurodiputados.

El objetivo, a mi modo de ver, no es sólo retirar la inmunidad parlamentaria a dichos políticos para procesarlos por convocar un Referéndum el 1 de octubre de 2017, (delito despenalizado en el 2005, pero qué más da, se aplica el Derecho Penal del Enemigo, en lugar del Derecho Penal del Hecho, que sería lo normal), pidiendo la independencia de Catalunya, que no está penado por el código español, sino reprimir el movimiento independentista, por poner en tela de juicio lo de la unidad nacional de la “unagrandeylibre”. Y, para ello, el arma leguleya es la más idónea, ya que entremezcla los poderes del estado en una amalgama de despropósitos, que dejan a un tal Montesquieu con el culo al aire.

La copresidenta del grupo de las izquierdas en el Parlamento Europeo, Manon Audry, aseguró: “La organización de un Referéndum no es un crimen”. Pues eso.

Así que Puigdemont, Comín y Ponsatí (President y Consellers de la Generalitat de Catalunya destituidos por obra y gracia del art. 155 de la CE y su régimen del 78.) se enfrentan a la reactivación de las euroórdenes desde la justicia española, una vez aprobado, el suplicatorio, por la Eurocámara. A partir de ese momento, se abre la veda de la extradición, esa golosina que trae al poder judicial español de cabeza, para cerrar el círculo del procés, y tener a todos los políticos marcados en las cartas, encerrados en la “garjola”, lo que es lo mismo que entre rejas.

Y es que la toga del tal Llarena no escarmienta. Ya ha perdido la batalla en Alemania, Escocia, y Bélgica, en su intento de comparar la justicia “made in spain” con la europea, y eso tendrá sus consecuencias.

Dicho requerimiento entró en el Comité de Asuntos Jurídicos en enero de 2020, calentando el horno, pero la pandemia lo puso en pausa y lo dejó a enfriar, hasta que, al convocarse las elecciones catalanas para el 14F del 2021, alguien despertó del letargo y en octubre de 2020, volvió a remover la “Caja de Pandora”. Porque eso de la “democracia plena” es una milonga, la mires como la mires. Tanto en la “justicia” española como en el Parlamento Europeo. Y si no, echemos un vistazo al asunto.

El Comité está formado por 25 miembros a elección de las familias políticas del Europarlamento, y en consonancia con su peso político, se reparten de la siguiente manera: 7 del grupo popular, 5 del grupo socialista, 5 del grupo Renew, al que pertenece Cs, y 2 del grupo conservador y reformista, del que forma parte Vox. Todo ello a nivel de Europa. Con esta composición ya se parte de la base que la democracia no está a la altura deseada, y la credibilidad del Parlamento Europeo, pierde puntos en el camino de la “democracia plena”. Ya lo dice Jordi Galves en su artículo “Què fot el Parlament Europeu” (Pero qué hace el Parlamento Europeo) en El Nacional.cat de forma magistral: “La inmunidad parlamentaria no es ningún privilegio y sirve, esencialmente, para que la mayoría política no aplaste a la minoría, para que las opciones políticas no mayoritarias puedan tener voz y voto y no acaben perseguidas. Para que la democracia se nutra realmente con gran riqueza de diversidad política y, así, la mayoría nunca pueda ser confundida con toda una sociedad”.

Pero el poder es el poder y a ti te encontré en la calle. Y cuando se tiene el mazo de la mayoría al alcance de la mano, no van a dejar que unos “chili cuatros” se salgan de rositas. Así que, por un momento, olvidemos eso de la izquierda y la derecha, que en cuestión de controlar el panorama político hay un “Deep State” en la sombra que hace que “No sea la política la que hace extraños compañeros de cama…” (Groucho Marx). O. Sí

El juego consiste en saber elegir al ponente y su ayudante para elaborar el informe. Honesto, imparcial, neutral y político, que no sea del mismo grupo político o Estado afectado. Una “Delicatesen” de político, raro fenómeno por los pagos europeos y mucho menos por los de la Casa de los Leones.  Al final, es más probable que entre un camello por el ojo de una aguja. El diputado alemán Patrick Breyer, veía la cosa turbia y puso el piloto en amarillo, e intermitente, advirtiendo que sería difícil encontrar a alguien con “perfil” neutral. Incluso el diputado socialista Ibán García, lo testificó, señalando la incompatibilidad de los diputados del mismo país de origen. Pero esto son minucias cuando se tiene a un presidente de dicho comité como juez y parte, y un partido socialista con la escopeta cargada dentro de la choza de camuflaje, haciéndose el equidistante hasta la hora de votar, y aquí te espero. Lazo amarillo en la mirilla ¡Apunten! ¡Fuego! Diana al “disidente”, e indepe a la mazmorra.

Que después, con lo de la mesa del diálogo, los indultos si, indultos no, o a largo plazo, porque el juez más chulo del TS, Marchena, tiene los informes durmiendo en el cajón de los “castigados”; y los de En Comú Podemos, afinando el piano para ponerle música a la letra de la amnistía, que junto a la reforma de la sedición son el marchamo simbólico de “progresismo” en el ejecutivo, mientras marean la perdiz, y lo del tercer grado para los presos políticos que da más juego que un crupier en la ruleta, en tanto que, ERC que si sí, que si no, que somos más chulos que un ocho, que mejor lo de la amnistía, o lo del indulto, que tampoco hacemos asco, y os tenemos agarrados por sálvese la parte, es como un cuento circular, y el “día de la marmota” es un chiste comparado con las filigranas malabaristas que, el poder judicial “caducado”, es capaz de hacer cuando se disfraza de político. Y nosotros, los “mindundis”, los del voto “útil”, los del voto indepe, o los del voto republicano, creyendo a pies juntillas las promesas del “crecepelo”. Y no escarmentamos de “ser creyentes”, mientras los políticos hacen “tripijocs” (tejemanejes).

Otro sí. Al eurodiputado alemán, Patrick Breyer , le preocupaba que los delitos de que se les acusaba, aunque estaban penados en el código español, no encajaban en los de otros países europeos “Pudiendo incriminar actitudes pacíficas”. ¡Bingo! Y para que le vamos dar vueltas, eso no es impedimento para que los “justicieros de las cruzadas antiindependentistas” sigan erre, que erre, arropando las cagarrutas de Llarena en su periplo europeo de las euroórdenes.

Y llegados a este punto, hay que señalar que el presidente del comité, Adrian Vázquez, es un eurodiputado de Ciudadanos. ¡Gensanta! Poner a la zorra a guardar las gallinas. Y no acaba la cosa, el ponente elegido para realizar el informe es el ultra Ángel Dzhambazki, compañero de filas de Vox.  Que se ha enfadado porque Puigdemont le ha tratado de “fascista, amigo de Vox que quieren que vayamos a la prisión” en una entrevista y lo piensa demandar para apurar su minuto de gloria, porque lo que va detrás de la votación va a ser un suplicio político. Y es que el ultraconservador ponente, olvida que está retratado en un acto del partido Vox, aplaudiendo consignas como: “Puigdemont a prisión”, pero como a eso se le llama ser “imparcial”. Pues ¡Viva el vino!

(continuará…)

Por: Paco González.

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