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La historia del hombre repetidamente ha mostrado a un ser que siempre ha tenido la intención de vivir en comunidad, en grupos vinculados por características colectivas; desde sus albores, esta actitud logró darle más fuerza y seguridad, así como una mayor certeza para sobrevivir al enfrentar las adversidades.

La raza humana es la más importante de las comunidades en el planeta tierra, dividida a su vez en territorios y países; cada uno de ellos se ha organizado de manera particular y son producto de la integración de ciudades con identificadores propios y diversos hasta llegar a la más pequeña de las comunidades que es la familia, la cual comenzó de manera natural y pragmática por la determinación del hombre de perpetuar la especie con tan fuerte ímpetu, que ha sobrevivido y lo ha acompañado desde sus orígenes.

Pareciera que hoy en día, la sociedad ha iniciado una dura batalla para transformar a la familia y darle características que rompen con su procedencia natural, ciega, al no reflexionar sobre las terribles consecuencias y al no meditar sobre los posibles escenarios que afectarían a la especie humana.

Para ejemplificar esta falta de visión en los comportamientos globales de la actualidad, se puede observar con tristeza lo que ha sucedido en Europa en lo referente a la familia; durante las últimas décadas, la pirámide poblacional se ha estrechado al grado de estar estrangulando la supervivencia de algunos países del viejo continente.

Lo que antes se consideraba una bendición- tener hijos-, ahora se ha transformado en una costumbre o moda cultural de no tenerlos, o en su defecto, tan sólo uno; grandes naciones como Alemania tienen en estos momentos serios problemas al carecer de la fuerza laboral que necesita, no hay jóvenes para contratar y se espera que en un futuro cercano haya menos o ninguno. Decisiones como ésta, no conscientes ni diacrónicas, pueden poner fin a regiones y culturas enteras. La raza humana pareciera a veces ser un adolescente, un ser vivo que necesita del dolor para corregir sus rumbos.

El pilar y origen de la familia es el matrimonio, así lo ha sido en su larga historia. En la actualidad, al modificar su esencia en aras de otorgar a un segmento reducido de la población los derechos de formarla sin obedecer al proceso natural (mujer+hombre►hijo), y sin medir las consecuencias o dimensionar los posibles escenarios, han provocado una desmedida proliferación de variantes que pueden ocasionar terribles desviaciones, casi todas irreversibles. Algunas de las enfermedades actuales que el ser humano padece, han tenido su origen en ese arriesgado camino de modificar lo natural.

Cuando los científicos ávidos de éxito juegan a ser Dios y las variables de alto impacto que ellos manipulan sin las necesarias medidas de seguridad se les escapan de las manos, provocan consecuencias inimaginables terriblemente fuera de control, alterando el delicado balance y armonía existente de la raza humana. Todo ocasionado por ese ímpetu arrollador bañado de soberbia que en estos días gobierna. Cabe mencionar esta frase… “Brilla todo lo que puedas sin importar lo que haces”, citando a Guy Debord, quien en su aterradora visión: La sociedad del espectáculo, describe la realidad en estos tiempos en los que es más importante el cómo que el qué.

En otro aspecto, durante décadas el ser humano ha luchado incansablemente para brindarse comodidad, las diferentes ciencias se han unido y alineado para que todo lo que rodea a la persona le otorgue rapidez, mínimo esfuerzo y el máximo confort posibles. Por mencionar algunos ejemplos: transporte, electrodomésticos, comunicación, etc.

Este proceso ha ido acostumbrando a la humanidad a buscar afanosamente su comodidad aplicando un mínimo de trabajo. Esta llamada “evolución” dio sus primeros pasos para beneficios en el esfuerzo físico; conforme ha ido avanzando, se puede notar que ha hecho logros también en otras áreas como la salud, la alimentación, el comercio, las mediciones, etc. Pero temerariamente ha invadido también a través de una analogía mal controlada, al comportamiento humano. Las relaciones interpersonales han tomado también una dimensión más cómoda o ligera. Este cambio de forma y fondo ha transformado y debilitado muchos de los valores y costumbres que sostenían las raíces y tradiciones de la familia, repercutiendo como consecuencia en la sociedad.

Las generaciones que han vivido de cerca esta transformación observan con incredulidad, preocupación y cautela a los jóvenes. Ellos han crecido con un nuevo formato; aquello que los adultos argumentan como raíces, no es historia válida para estas generaciones, es como una postura incómoda que no alcanzan muchas veces a comprender en su totalidad, de alguna manera lo escuchan, pero no lo atesoran y no lo incorporan a su pensamiento y acción.

El compromiso ha sido una de las víctimas más afectadas de esta evolución del confort, usando un calificativo actual, ahora es –Light-, se ha adelgazado, ha perdido su fortaleza, profundidad y esencia. Para comprender mejor este abrumador criterio, es necesario argumentar sobre lo que significa.

La palabra compromiso se puede definir como la obligación contraída por medio de un acuerdo, promesa o contrato. Así también, es el acto en el que las parejas se comprometen en matrimonio (con+prometer).

Como ya se ha mencionado, a partir del desarrollo desmedido del confort se ha invadido el comportamiento humano, especialmente en la vivencia de los valores que sus raíces han regalado al hombre como invaluable herencia.

La mejor manera de comprender a la persona, es observarla en su comportamiento a través de la historia; analizando especialmente sus logros, errores y costumbres.

Es necesario aclarar que, para comprender profundamente el significado de compromiso y así poder validarlo plenamente en la persona que lo lleva a cabo, deben estar presentes en su proceso tres dones que son características exclusivas del ser humano: la inteligencia, la libertad y la voluntad.

Cuando alguno falta, la obligación, no está completa o apuntalada y pierde la validez deseada, de manera que es necesario identificar sus propiedades, alcances y riesgos para comprender mejor lo que significa e implica la palabra “compromiso”.

La Inteligencia

Se define como la capacidad de entender o comprender; de resolver problemas y tomar decisiones. También es conocimiento, comprensión, acto de discernir, formarse una idea determinada de la realidad; es habilidad, destreza y experiencia.

El término inteligencia proviene del latín intelligentia, es una palabra compuesta por: intus “entre” y legere “escoger”. Quien sabe elegir, posibilita la selección de las alternativas más convenientes para la toma de decisiones.

La inteligencia es un don que atañe exclusivamente al hombre, le permite entender su entorno y a sí mismo, para discernir y optar por el mejor camino ante situaciones que le requieren tomar una actitud. Al vincularla con el compromiso, exige que debe existir una comprensión del alcance de esta decisión. De no existir tal, el compromiso no es real, no está completo y por lo tanto es frágil para conservarse vigente en el tiempo.

La Libertad

Se define como la facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y también de no obrar, por lo que es responsable de sus actos. También es un estado o condición de quien no es esclavo o no está preso física o emocionalmente. Se define de igual manera como la falta de sujeción y subordinación.

La libertad es un Don que pertenece al ser humano y lo arrincona en las repercusiones que resultan de ejercerla. Pablo Neruda sintetiza este concepto de manera brillante: “Usted es libre para hacer sus elecciones, pero es prisionero de las consecuencias”. Libertad y consecuencia es un binomio inseparable.

La libre determinación de las personas es un don que permite tomar caminos, dirigir la vida y provocar respuestas ante situaciones donde es necesario orientar las posibilidades.

Al observar la historia y entorno del hombre, se pueden detectar fuerzas poderosas que casi obligan a responder de alguna manera, aunque no necesariamente sea esa la intención. La familia de origen ejercerá siempre una influencia en el comportamiento, así también lo harán las personas y mensajes que de manera cotidiana acompañan e invitan indirecta y poderosamente a actuar de determinada manera dada la fuerza que ejerce la pertenencia.

Las costumbres, la moda, el resentimiento, el miedo, los sueños y otros reactivos similares son enemigos del compromiso, y éste, para ser válido, deberá ser siempre libre.

La Voluntad

Se define como la facultad de querer, decidir y ordenar la propia conducta, usando el libre albedrío o determinación; es la intención, elección, ánimo o resolución de hacer algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue.

La voluntad es una fuerza interior de alto impacto que mueve para llevar a cabo pensamientos, es la facultad de dirigir el accionar propio, es una propiedad del hombre que recurre a una fortaleza para lograr una acción orientada a un resultado esperado o deseado, implica la esperanza de un logro futuro.

La inteligencia y la libertad se afianzan en torno a la voluntad como el deseo profundo de ejercerlas, de manera que aquí es donde el compromiso puede ser completo con estos tres pilares o dones de la persona.

El compromiso en el matrimonio implica una acción entre dos personas, es una unión, de manera que, al no existir en alguna de ellas, inhibe el vínculo y no puede perdurar en el tiempo; al ser unilateral elimina toda adhesión, por lo que es necesario que cada una de ellas comprenda los términos de la otra. No dimensionar o no conocer la contraparte, será dejar sin timón aquello que cimentará a la pareja y formará una familia, provocando desilusión y tristeza al enfrentar realidades no esperadas.

El confort ha debilitado la fuerza del compromiso, ha sido una influencia indirecta, silenciosa e implacable a la que se la ha permitido avanzar; un buen ejercicio para comprender las consecuencias y los riesgos del confort en la actualidad es observar la historia del hombre.

Pareciera que el único camino viable para modificar el rumbo es el dolor. Interactuar en el entorno de influencia con la intención de reducir el riesgo, especialmente con aquellos que aún escuchan, aquellos que regalan una reflexión proactiva.

Hay que reconocer que sólo con el ejemplo, los niños estarán preparados para vigilar estas consecuencias, pues el confort y la indiferencia pueden acabar con la precaria e invaluable especie humana.

El compromiso en el matrimonio es un valor que pareciera estar destinado a la extinción.

 

Por: Héctor Fernández de Castro Osorio

Correo: hectorfc@hotmail.com

Por IsAdmin

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