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El interés y la atención que los universitarios pusieron en los edificios de la Universidad fue debido al sismo de 15 de junio de 1999. Dicho evento natural afectó a las edificaciones en el Estado de Puebla y, particularmente a los edificios históricos de la Ciudad de Puebla, algunos de los cuales quedaron severamente dañados. Desde luego, a la fuerza del fenómeno telúrico no escaparon los edificios pertenecientes a la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP); los daños al patrimonio universitario se manifestaron con mayor gravedad en dos edificios: “El Carolino” (Antiguo Colegio de Espíritu Santo), así como, la “Casa de los Muñecos”, edificio destinado al “Museo Universitario”, ambos de valor arquitectónico de primer nivel, además, del significado e identidad con los universitarios.

Por el peligro que representaban para la seguridad de los usuarios, así como, para poder realizar reparaciones, ambos inmuebles fueron desalojados para ponerlos en proceso de restauración. En la elaboración de los estudios y los proyectos participaron las facultades de Ingeniería Civil, Arquitectura, la Dirección General de Obras y Proyectos más, un nutrido grupo de especialistas nacionales e internacionales, quienes fungieron como asesores.

Los demás inmuebles padecían problemas debido a la longevidad pero, fundamentalmente a causa del descuido y al abandono, por ejemplo, la “Aduana Vieja” (2oriente 409), tenía entonces diez años en estado ruinoso, afortunadamente ningún sismo la colapsó; la “Casa de los Arcos” (2 Norte 1006, actualmente Casa de las Culturas Contemporáneas), no había tenido mantenimiento y el estado de sus cubiertas era grave, al grado de que fue necesario sustituirlas; el edificio “La Palma” (4sur 303), también presentó deterioros graves en los entrepisos y algunas cubiertas, por ende, las acciones recomendadas se orientaron a la sustitución de elementos de cubiertas. Los demás edificios universitarios, aunque dañados, continuaron funcionando, no obstante, también serían objeto de reparaciones solo que, en estos casos, no se hicieron los proyectos correspondientes.

 

si bien el sismo produjo los daños que se advierten, es evidente, que contra el sismo, la resistencia que los edificios ofrecieron cuando estuvo diezmada debido a las alteraciones y transformaciones que han sufrido a lo largo de su historia y, otro tanto, a malas intervenciones, a falta de mantenimiento y a la vejez natural de las estructuras de los materiales.

Los estudios preliminares a los proyectos dieron como resultado problemas físicos en cada edificio, pero, una actividad que fue determinante en los daños ocasionados a las estructuras fue el uso que se daba a cada edificio. Los edificios universitarios albergaban a diversas oficinas y/o aulas, cuya adaptación la realizaban los directores de las escuelas a su real entender.

Por lo dicho, además de atender los daños, se decidió trabajar en el análisis del entorno urbano, la presencia universitaria en el centro histórico, así como, el aprovechamiento de los espacios arquitectónicos, tomando de base el valor monumental de los inmuebles, así como la capacidad de adaptación a las necesidades universitarias como debe ser, porque es habitual que les designe funciones especificas sin que antes haya mediado un estudio para saber si el uso académico propuesto es compatible con las características de la arquitectura monumental, por ejemplo, conocer si la composición, el esquema de distribución, el ordenamiento urbano, los valores arquitectónico, artístico, expresivo, contextual, etc…, pero, también, las cualidades auditivas, de humedad relativa, de ventilación, iluminación, etc.

Esta idea para abordar en conjunto a los 34 inmuebles fue lo que encaminó al establecimiento de los criterios que definieron el tema del Barrio Universitario y su polígono.

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