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Esa tarde el cielo estaba nublado, caminamos por horas hasta que de pronto me tomó de la mano subimos unos escalones, sacó unas llaves de su bolso y abrió la puerta de su casa.

  • Ven, pasa

Dijo al momento de detenerme a observarla caminar y quedarme inmóvil en la sala.

  • ¿Qué te sucede, nunca habías entrado al departamento de una mujer?
  • Soltera no.
  • ¿De dónde vienes André?
  • Andrés, soy Andrés
  • Ven, no te voy a lastimar

Le rozó los dedos hasta asegurarle su calluda y hosca diestra. Se colgó de su brazo y juntos ingresaron hacia la cocina donde prepararon un té de limón justo cuando la lluvia comenzó a caer.

Gillette le inspiró confianza a un mal vestido, pero impecablemente limpio André.

Después en la mesa bebieron juntos.

El agua caía a cántaros.

  • ¿Por qué bajas la mirada cuando me hablas?
  • No
  • ¡No!
  • André, tienes una mirada hermosa, no deberías esconderla…
  • Me gusta observarte, siempre te he admirado, pero no me agrada que me vean
  • ¿Por qué dices eso?
  • No soy bueno, soy una basura…

Una sonrisa se dibujó en el delineado y blanco rostro de Gillette. Con mano rozando su barbilla, André alcanzó a escuchar su nombre y observar cómo se abrían los labios de su compañera

  • Ven, dame la mano, acompáñame

La tomó y fueron hacia una pieza del departamento, entraron en la habitación de Gillette.

Detuvieron la marcha justo frente a un gran espejo.

  • ¿Te gusta?
  • ¿Por qué debería de gustarme?
  • Mira bien…

Colocó su cabeza en su hombro y abrazándolo del pecho le volvió a repetir la pregunta:

  • ¿Voltea, ahora te gusta?
  • Algo
  • ¿Cómo que algo?
  • Sigo apareciendo yo, en cambio cuando estás solo tu, todo es bello

En ese instante lo sujetó del brazo y lo hizo girar frente a ella:

  • André voltea al espejo, ¿dime que ves?
  • Veo, veo una mujer maravillosa
  • Gracias, pero al lado de ella ¿qué hay?
  • No sé
  • Bueno, eso ya es ganancia, antes veías sólo basura.
  • ¿Cómo?
  • Limpiaste el desorden.
  • ¿Tú crees?
  • Claro, ahora debemos llenar ese hueco. Vamos frente de ti: ¿sabías que tienes un varonil rostro?

André se quedó nuevamente callado tratando de encontrar en su interior una respuesta.

Gillette acarició suavemente la rasposa barba del hombre colgándose de su cuello

  • No.

André sólo veía el espejo mientras Gillete se abrazaba a su cuello.

  • Tus ojos, ¿dime que ves?
  • ¿Bondad?
  • ¡Sí!, hay mucho de bondad, ¿qué más?

El de cabello quebrado titubeaba, estaba nervioso de tener tan cerca a la mujer de sus sueños abrazada a su espalda

  • ¿Que no están tan mal?
  • Belleza, claro, son lindos…
  • ¿Qué más?
  • Tal vez dulzura…
  • Sí mucha, ¿y amor?

André callo por segundos y mirando hacia el suelo respondió:

  • Sí…hay mucho amor, demasiado, tal vez
  • Si es mucho creo es mejor que salga
  • No, ¡no me dejes!

La mujer de blanca piel portaba un vestido rojo. Dejaba entrever su cintura y escote en espalda; fue como se apartó del lugar.

  • Bueno, dime que me amas
  • ¿Perdón?
  • Dime que me amas… ¿no me amas?
  • Mucho, es decir siento un tipo de afecto, desde el primer día, desde el primer segundo…
  • ¡Me amas o no!
  • Está bien, igual porque nadie te lo ha dicho
  • Te amo André, escuchaste qué fácil, acabas de recibir amor, ahora inténtalo
  • (…)
  • Te amo Gillette
  • Muy bien, ahora repítelo sin mi nombre y usa el tuyo
  • ¿Cómo?, ¡no puedo!
  • Claro que puedes…

Su compañero volvió a enmudecer. Con la mirada fija en el espejo detectó un hombre roto, falto de amor, abandonado, y no tanto de otra persona, sino de sí mismo.

  • No puedo
  • Mira tu cuerpo urgido de amor, de confianza. No rechaces ese cuerpo que algún día fue indomable y hoy está lastimado; sin embargo nunca se quejó. En dos palabras dile que le importas y que nunca lo volverás a descuidar…

Fue cuando su ojo izquierdo se comenzó a cristalizar y de él una lágrima escapó. André cerró los puños, tragó aire y apretó las muelas para decir con voz entrecortada:

  • Te amo… André

Fue nuevamente abrazado por la cálida piel de la mujer

  • Estoy orgullosa de ti

Recibió el roce de un beso en los labios mientras una mano lo tomaba de su barba.

  • Te amo André
  • Pero tú un día dijiste que no amabas a nadie
  • Tú eres la excepción y vayámonos que tengo hambre, se me antojó un chocolate helado
  • Pero aún llueve…
  • La vida es corta, vamos a disfrutar la lluvia

Le llamaban Gillette

Era de piel blanca, delgada, de aspecto refinado, cabello castaño (aunque a veces pelirrojo); sus ojos eran color café. De nariz recta y labios delgados; fue el amor platónico de Andrés Vázquez, un pintor de brocha gorda que solía visitar la zona roja de aquella colonia quien exclusivamente la contrataba para conversar.

Andrés, el exaspirante a campeón estatal de fisiculturismo, cayó en las garras de las drogas y aunque se rehabilitó por sus antecedentes, edad y falta de experiencia, fue rechazado de infinidad de profesiones laborando en casi de todo hasta hallar en la pintura un oficio más redituable y encontrar en “El Cisne” al amor de su vida.

No obstante, hace siete meses Gillette fue ubicada sin vida en su departamento.

De acuerdo con reportes policiacos una cortada en la yugular la despidió de este mundo. Estaba atada de ambos brazos y al parecer cumplía su labor como sexoservidora.

Probablemente a Andrés le arrebataron su compañera y amor platónico, pero esa mujer le devolvió el amor por sí mismo que perdió tras haber asesinado a su padrastro justamente cuando era niño al ser testigo de cómo maltrataba a su madre.

Andrés prometió vengar su muerte aun cuando su vida estuviera de por medio; sin embargo, duda mucho que eso le gustara a su amada a quien también le prometió amarse siempre por sobre todas las cosas y en su memoria respetar ese pacto.

Gillette era una brisa perfumada que apenas comenzaba a gozar cuando el destino se la arrebató…

Por: Arnoldo Márquez

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