Paco González. 03/06/2023. Sobre las Elecciones generales del 23/07/2023
Cada vez que hay unas elecciones, sean locales, autonómicas o generales, sale a relucir la duda del “pucherazo”, del fraude electoral y, como no, de volver a revisar los escrutinios para ver dónde está la “cagada” más gorda del día, intentando arañar unas migajas de votos.
Se habla de las votaciones y de las papeletas, que es lo principal del proceso. Del voto en blanco y del voto nulo. La abstención, en cambio, es como el patito feo del cuento, que si se le mira con paciencia y se analiza se puede descubrir un valor intrínseco que hace que los partidos se remuevan en sus propias conciencias, cuando descubren que puede ser su actitud en tiempos `pretéritos los que han provocado esa abstención. No obstante, el “boca a boca” susurraba a algunos votantes, hartos de ERC, Junt y la CUP que, tanto la abstención, como el voto en blanco y el voto nulo, eran opciones muy válidas para poner en su sitio a los partidos que se miran el ombligo partitocrático.
El Cercle Català de Negocis instaba a sus socios y simpatizantes (¿Aún quedan simpatizantes?) al voto nulo con una papeleta del referéndum del 1-O en los municipios donde no se presenten partidos independentistas alternativos a los tres partidos anteriores. Sin olvidar a Clara Ponsatí, cuando dijo que se abstendría porque: “Las candidaturas que se presentan no ofrecen un proyecto que ilusione”. Esa es la clave, la “ilusión”.
Presentan al voto en blanco como el voto que no va a ninguna parte, pero el votante se presenta a la Mesa Electoral y hace como que vota, pero no. En cambio, se utiliza “su sobre vacío” como voto válido para el recuento y el reparto de representantes. Es la magia “tramposa” de aplicar el sistema D’Hondt (¡Ojo! es un sistema de 1878, cuando se inventó aquello de la alternancia de gobernar) para repartir el pastel. Las minorías pueden quedarse a un paso del 3% o del 5%, según las elecciones, y los mayoritarios a una papeleta de ganar por resto una representación.
El voto nulo, lo dan como algo anecdótico. Es un voto no válido, por mucho arte que se ponga al escribir sobre una papeleta, o poner dos de distintos partidos en el sobre. La cuestión es dejar al votante como el tonto de la película al haberse “equivocado”. Un voto que no beneficia ni perjudica a nadie.
Son dos formas de votar, a pesar de su anomalía, pero que forman parte del escrutinio y tienen un cierto valor, porque se supone que expresan “algo”. Aunque el voto en blanco lleva trampa, porque se contabiliza como voto emitido para el reparto, y encarece el “producto” de representar.
En cambio, nos apuntan la abstención como el voto que no llega a la urna, el que se queda en el sofá, o dando un paseo, el voto irresponsable que se pierde entre la desidia del ciudadano que no va a votar. Incluso se acusa al “votante” abstencionista de ser un personaje despreocupado de los intereses que afectan a la ciudadanía.
Un ciudadano que no usa un derecho. Y no es bueno renunciar a los derechos, remachan, como si el hecho de no respetar los derechos fuera una exclusiva del ciudadano. Todavía hay derechos reconocidos en la Constitución del 78 lejos de la realidad (el derecho a la vivienda, al trabajo, al salario digno, y un largo etc.) Por no hablar de los que dicen que, sin nuestro voto, otros se lo llevarán. O que sólo tiene un interés para el análisis político. Toda argumentación a favor o en contra puede ser válida. Al final, como no hay un mínimo de participación, cualquiera elección es admitida. No sólo el análisis político, sino los efectos que la abstención tienen sobre los partidos políticos. Siguiendo la óptica de COTARELO dice que:” Tiene una finalidad moral, de protesta, hacer perder el poder a los partidos que nos han hecho perder (de momento) la independencia”.
Haciendo una extracción de las últimas elecciones municipales en Cataluña, se puede ver a simple vista, que la abstención ha sido un correctivo para algunos partidos, de los que se autodenominan independentistas. Y al mismo tiempo la estrella del 28M
Pilar Carracelas, en el Mon.cat, da una puntada en todo el remiendo: “la abstención es un proceso liberador que nos permite desconectar del sistema establecido”. Es la mejor definición que he encontrado en todo el batiburrillo electoral. Y apunta que un elevado número de independentistas se quedaron en casa, votaron en blanco o votaron nulo. Siendo los republicanos de ERC los que capitalizan el abstencionismo con unos 300.000 votos de menos. Tanto, que se han reunido en Ginebra, con Junts para buscar una vía menos dolorosa para las próximas Generales. Aunque no se le ve la punta, ya que cada uno tiene miras diferentes y los de ERC, erre que erre, en lista separadas. Ya veremos como queda los acuerdos de las últimas municipales.
Y, Carracelas, sigue metiendo el dedo en el ojo republicano, señalando que este partido sólo ha mantenido la hegemonía mientras tuvo a sus dirigentes en prisión, que el chantaje emocional ha llegado a su fin. Que ya no tienen el crédito independentista. Incluso reparte collejas hacia la CUP, indicando que es la primera en la carrera hacia la “irrelevancia”. ¡Muy fuerte!, pero clarificador. Yo lo dejo tal cual. Que cada cual saques sus propias conclusiones.
Respecto a Junts, parece ser que el hecho de sólo haber perdido 6.000 votos le da alas para mirar desde el pedestal, olvidando que los 2.200.000 votos del Referéndum, es una partida que puede mover el pedestal de cualquiera que no se atenga al “mandato” del 1-O. Y las Generales están a la vuelta de la esquina.
En ningún momento no paramos a pensar que parte de culpa tiene la legislación que ampara el proceso electoral. o es sólo un envoltorio de celofán que sirve para darle carácter democrático a algo que puede que no lo sea. Y si el problema estuviera en que pueda haber leyes que coartan esa democracia de raíz, provocando, la aparición del fraude como una cosa “normal”. La Constitución, por ejemplo, tiene zonas oscuras dónde la igualdad ciudadana brilla por su ausencia, diciéndonos que todos somos iguales ante la ley, cuando esto no es cierto, la Ley Orgánica del Régimen Electoral hace una distribución de los distritos electorales y representantes a las Cortes y al Senado donde hay provincias que necesitan menos votos por escaño que otras, o los senadores de asignación autonómica, elegidos por sus mayorías en los parlamentos y no por el voto directo. La CE del 78 habla del reparto a criterios de representación proporcional, lo cual no quita que los de menos de un 3% en elecciones locales y de un 5% en Generales se quede sin representación, siendo repartidos los votos conseguidos, como “botín” para los más grandes. Y utilizando el sistema de reparto de la Ley d’Hondt con una distorsión de un punto, cuando hay otros sistemas que tienen el 0,4. Pero a todo esto le llaman “plena democracia”, y a los votantes ciudadanos, cuando en realidad somos súbditos de una monarquía corrupta, de un estado laico que se pone bajo palio en procesiones. Y mantiene a la Iglesia con el “diezmo” de la Edad Media.