Un huracán político-electoral llamado Otis

Una vez más, la tragedia demostró que en México no tenemos gobierno, ni tampoco a un estadista en la presidencia. Lo que tenemos es una agencia de propaganda electoral al servicio de un eterno candidato a la presidencia en campaña permanente.

Así quedó confirmado durante la pandemia. Así se ha hecho evidente frente al embate del crimen organizado. Y así se está haciendo patente ante el golpe del huracán Otis.

Nuevamente ha salido a relucir el clásico comportamiento de un “gobierno” distraído, mal parado, rebasado y pasmado. Así como el de un “líder” indolente, que minimiza la tragedia, incapaz de articular una respuesta con visión de Estado.

La cruel realidad es que, frente a la amenaza del cambio climático y la furia de la naturaleza, no tenemos un gobierno realmente comprometido con la población más indefensa ni, mucho menos, con las futuras generaciones.

Lo que tenemos es un jefe de secta cuyo único interés es mantener el poder político y tener de su lado a los sindicatos de Pemex, CFE y a los monopolios empresariales insensibles a la amenaza del calentamiento global.

Un líder populista que descalifica a los especialistas y expertos con el estúpido argumento de que gobernar no tiene tanta ciencia. Que, en lugar de hacerle frente a los grandes problemas nacionales (inseguridad, salud, educación) con las mejores mujeres y hombres, y las instituciones autónomas más fuertes y eficientes, ha optado por desmantelarlas y centralizar las decisiones, ubicando en puestos claves a un ejército incapaces cuya única virtud es ser fieles y obedientes.

Por eso con Otis fallaron todos los protocolos de prevención. Porque en lugar de invertir en radares y aviones caza huracanes, prefirieron construir ¡una refinería!

Porque en lugar de tener al frente de la Coordinación Nacional de Protección Civil a alguien con amplia experiencia, pusieron a una licenciada en ¡historia del arte!

Y porque en lugar de pecar de alarmistas y exagerados, y prepararse para el peor escenario posible desde el lunes 23, prefirieron no decir nada en la mañanera del martes 24 y limitarse a hacer ¡perifoneo!

Es cierto que fue un huracán atípico y que a los propios expertos les sorprendió la velocidad con la que se desarrolló a categoría 5.

Pero estoy seguro de que, viendo el tamaño del desastre que dejó Otis, el presidente hubiera preferido aprovechar la ventana de oportunidad que se tuvo entre las 3 de la tarde y las 12 de la noche de ese martes 24 para alertar a la población en cadena nacional y por redes sociales, sobre la magnitud del meteoro.

Por el contrario, la reacción de la autoridad durante esas preciadas horas fue típica de gobierno bananero. No fueron aprovechadas de mejor la manera, aún no sabemos si por incapacidad o, peor aún, por la negligencia. Muchas muertes se podrían haber evitado. Pero nadie hizo lo que se tenía que hacer.

Fue una reacción ¾hay que decirlo con toda claridad y contundencia¾ que no corresponde a la cultura de la prevención reconocida a nivel internacional que, como sociedad, habíamos desarrollado durante décadas.

Por eso, antes de que se diluya la noticia, urge apoyar la propuesta de crear una comisión legislativa plural encargada de investigar los errores y omisiones de la autoridad que derivaron en la pérdida de vidas.

Picture of Raul Hermosillo
Raul Hermosillo
+ Articulos
También puede interesarte

Patrocinadores