Ayer por la mañana el INEGI dio a conocer el desempeño del PIB que llegó al 0.1%. ¡Fiu!, no fue negativo y por tanto “México no está en recesión”. Si el dato hubiera sido de menos 0.1%, México estaría en recesión y por lo tanto el presidente tendría que “redoblar” esfuerzos para acelerar la economía. No, afortunadamente el dato es posititivo (mayor que cero) y por lo tanto las cosas van requetebien. Qué equivocados estuvieron los analistas que aseguraban que México entraría en recesión. Aves de malagüero, infelices que desean el mal de México. No, ¡hay crecimiento económico y bienestar! Y además, con las medidas que anunció la SHCP para estimular la economía, como adelantar las licitaciones de 2020 y aumentar el crédito disponible de la banca de desarrollo, el desempeño económico será todavía mejor en lo que resta del año.
Más o menos así está el discurso desde Palacio Nacional. Me recuerda aquel chiste que decía: ¿cómo anda la temperatura? a cero grados, ni frío ni calor. La relevancia de la cifra de crecimiento anunciada por el Inegi es que, como se preveía, la economía está estancada. Incluso, si se toma el promedio de la variación del PIB trimestral respecto del trimestre anterior, durante los últimos 5 trimestres, el crecimiento es positivo: 0.04%. Como dice Jonathan Heath, si redondeamos el dato, terminamos con un cero de crecimiento económico en los últimos 15 meses (https://www.inegi.org.mx/temas/pibo/). El tema es que la economía ha mostrado una tendencia ya por varios meses a la desaceleración que ahora ha llegado al estancamiento. Si ya es recesión o no realmente no es importante. Como decía en este espacio hace dos semanas, esa es casi una discusión bizantina. Lo importante es lo que está ocurriendo en la actividad económica y en los bolsillos de las personas y familias. Y obviamente necesitamos saber por qué, pues si lo sabemos con algún grado de certeza, podríamos tratar de remediarlo.
Como causas de la desaceleración económica ( y casi recesión) se ha hablado del subejercicio del gasto público, de la baja del gasto corriente, la enorme cantidad de personas que han perdido su empleo, el difícil inicio de cualquier gobierno y la definición de sus programas y, sobre todo, la incertidumbre sobre el estado de derecho con sus implicaciones para la gente (gastar o no gastar, esa es la cuestión) y la consecuente falta de inversión. De todas estas razones, vemos que es normal que el gasto público arranque lentamente con la llegada de la nueva administración y haya cierto nivel de subejercicio. Pero esa, en mi opinión, no es la causa principal del estancamiento. Ciertamente existe un problema relativo a ese subejercicio (ahorro de gasto corriente, le llama AMLO) del ya recortado presupuesto aprobado para este año, pues está teniendo consecuencias en el bienestar de las personas, como la disponibilidad de medicinas, los apoyos a las personas más pobres, etcétera.
Pero la causa del estancamiento parece estar en otro lugar. Es cierto que la convicción presidencial de mantener un presupuesto balanceado y hasta con superávit primario abre una ventana de tranquilidad en cuanto a la estabilidad macroeconómica. Pero también es claro que ha habido varias decisiones que han afectado negativamente la confianza y por ende las decisiones de inversión a futuro. Se ha hablado hasta la saciedad del caso de la cancelación del NAIM, o la revisión de los contratos de la CFE con grandes compañías nacionales e internacionales por los gasoductos, el plan de negocios de Pemex y la construcción de Dos Bocas, los nombramientos en la CRE, etcétera. Los resultados en el desempeño económico muestran que el balance entre lo positivo y las malas decisiones del gobierno es negativo. El hecho es que tenemos una economía estancada, sin perspectivas de crecimiento claro, y cada vez más alejada de alcanzar el objetivo de crecimiento del gobierno del 2% para 2019.
Que el gobierno se haya “salvado” de caer en “recesión técnica” esta semana realmente no tiene importancia. Lo relevante es que la economía está muy lastimada, sin perspectivas claras, que además se está contaminando cada vez más por ciertos hechos como la pretensión de alargar el periodo de la gubernatura de Baja California, la ley “garrote” de Tabasco, los ataques al Coneval, la ley de extinción de dominio, y lo que se siga acumulando. La economía está estancada y no se ve para cuándo se vaya a lograr el 4% de crecimiento económico prometido por el presidente.
Por: Enrique Cárdenas Sánchez
Universidad Iberoamericana de Puebla
Puebla contra la Corrupción y la Impunidad
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@ecardenassan