Durante mi más reciente participación de los viernes en el noticiero Portavoz, conducido por el periodista Jesús Ramos, se comunicó con nosotros Leo, un asiduo radioescucha de apenas 7 años de edad. Su objetivo era hacernos saber que él quiere que en México haya democracia, porque la democracia, dijo, es justa. Y a él, le gusta lo que es justo.
Es alentador que Leo, al igual que muchas niñas y niños como él, valore la democracia. Y más aún, que la asocie a la idea de justicia. Churchill estaría encantado con Leo.
Pero lo que es una verdadera tragedia es que la gran mayoría de las y los mexicanos no sienta lo mismo que este pequeño de 7 años. Peor aún, que le dé lo mismo vivir en un régimen autoritario o incluso, militar.
De acuerdo con un reciente estudio elaborado por el Pew Research Center, publicado el 28 de febrero pasado (https://is.gd/1YxSAh), para la gran mayoría de los habitantes de este país, mantener un régimen democrático representativo, no es una prioridad. De hecho, la encuesta revela que entre 2017 y 2023 el porcentaje de mexicanas y mexicanos que preferiría vivir en una autocracia pasó de 27 a ¡50 por ciento!
El reporte también señala que casi 6 de cada 10 mexicanos considera que un régimen militar sería “algo bueno” (44%) o “muy bueno (14%).
De acuerdo con el Pew Research Center, las personas con menores ingresos, menor educación o quienes están a la derecha del espectro político, son las más propensas a apoyar un régimen autocrático. Esa es nuestra triste realidad. Duele reconocerlo, pero así es.
Estos resultados son consistentes con los publicados por otras agencias como Latinobarómetro, que Carlos Tello Díaz, sintetiza en su artículo de Milenio de esta semana (https://is.gd/nESlG2). De acuerdo con esta encuesta, en el continente americano, México es el país más insatisfecho con la democracia, al grado que en 2020 fuimos la nación que más apoyo mostró hacia un régimen autoritario. De hecho, entre 2020 y 2023, este apoyo pasó de 22 a ¡33 por ciento!
Según Latinobarómetro, junto al tercio de personas que ven con buenos ojos un régimen autoritario, hay otro tercio de mexicanos que apoya la democracia, y otro tercio más al que le es indiferente el tipo de régimen político en el viva.
Carlos Tello también nos recuerda que, según la más reciente clasificación de la revista The Economist, en este sexenio dejamos de ser una “democracia imperfecta” para pasar a ser un sistema “híbrido”, es decir, un sistema que combina rasgos liberales en lo económico (prácticamente ha habido total continuidad en lo relativo al régimen económico mal llamado “neoliberal”), con rasgos autoritarios en lo político (debilitamiento de órganos autónomos y del poder judicial).
Todo parece indicar que a la mayoría de los empresarios no les importaría perder democracia, siempre y cuando se mantuviera la dinámica económica y las expectativas de crecimiento y estabilidad. Lo mismo pasa con el grueso de la clase trabajadora a la que, al parecer, no le importaría transitar hacia un régimen autoritario siempre que siguieran recibiendo transferencias directas de dinero por parte del gobierno.
A lo anterior hay que sumar la indiferencia de los jóvenes que, prácticamente toda su vida, han gozado de las libertades propias de una democracia en transición y que no saben lo que es vivir en un régimen propiamente autoritario.
Si milagrosamente este 2 de junio logramos salvar la democracia representativa, la primera tarea a emprender será formar más “ciudadanitos” como Leo, para que las nuevas generaciones nunca vuelvan a sentir la vergüenza de vivir en un país en el que la mitad de la población ve la autocracia o la posibilidad de instaurar un régimen militar, como algo bueno o muy bueno