El Día de Muertos es, quizá, la tradición más visible de México. Nos enseña que la muerte no rompe los lazos, que la memoria vence al olvido. Pero este año, al recorrer las ofrendas y las calles adornadas y al leer el artículo de Claudio Lomnitz, reflexioné; ¿cómo encontrar hoy un espacio para la alegría y la ironía frente a la muerte en un país donde la violencia está presente cotidianamente?
Durante siglos, el Día de Muertos ha sido vínculo entre los vivos y los muertos; una forma de reconciliarnos con lo inevitable. Hoy, sin embargo, el país vive con miedo incluso a los vivos. Según el INEGI, más del 60 % de los mexicanos percibe su ciudad como insegura, y en algunos lugares esa cifra supera el 80 %. No es sólo un dato: nos ha transformado la forma en que vivimos, nos cuidamos al caminar, al ir a trabajar, al trasladarnos, hemos perdido parte de la confianza y, con ello en buena medida la esperanza.
Tal vez por eso, el sentido original de la fecha no debe solo concentrarse en desfiles o en las ofrendas. Como sugiere Lomnitz, necesitamos reclamar el Día de Muertos como un acto de reconciliación nacional, no con el pasado, sino con nosotros mismos. Convertir la ofrenda en símbolo de empatía: por las víctimas de la violencia, por quienes han perdido la confianza. Recordar para volver a mirar al otro con respeto y esperanza.
Cada flor, cada vela encendida, puede ser también una promesa, de no acostumbrarnos a la violencia, de no dejar que el miedo defina la vida. Porque sólo cuando los vivos se reconcilien entre sí, los muertos podrán descansar en paz.
Referencia:
INEGI. (2025, octubre 23). Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU): Tercer trimestre de 2025. INEGI. https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2025/ensu/ENSU20205_07.pdf
Lomnitz, C. (2025, 2 de noviembre). Mexico’s Day of the Dead Needs a New Life. The New York Times. https://www.nytimes.com/
