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En declaraciones de un tal Gabriel Rufián, vocero mayor de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en la Casa de los Leones del Reino de Spain, decía que no es ni nacionalista, ni independentista, como cientos de miles de catalanes. Yo, al contrario que él, digo: “Como independentista y republicano o viceversa, no sé por dónde coger esta sartén que, hace tiempo se estaba quemando a fuego lento. Visto lo visto, el arroz se ha pegado, después de un tiempo haciendo chup, chup, chup…”

Hay que tener la cara muy dura para, después de cinco años viviendo del estipendio conseguido como representante de un partido que se llama de izquierda y defendiendo la “Independencia” de Cataluña, ahora se salga por la tangente y reniegue en “el monte de los olivos” de su “dios” nacionalista. Que te vaya bonito en eso de coger “cacho” político en la alcaldía de Santako, otro momio económico a costa del erario catalán. Que ERC se siente a la puerta de su “convento” para ver pasar el “sepelio” de la autodeterminación, y de camino de la República Catalana. Ya hace tiempo que se le veía venir. Con dejar caer la “R” de las iniciales de ERC, ya va bien.

Y es que, mirando por el retrovisor, creo que la partida mostraba cartas marcadas desde la Declaración de Independencia del President Puigdemont, el 10 de octubre del 2017, que duró diez segundos, con una suspensión tan rápida que la confusión sonó como un pistoletazo de salida hacia una Independencia sin meta, ¡ñam! ¡ñam! diría un gourmet. Pero no. Otras pistas fueron quedando al descubierto cuando una parte del Govern catalán se fue al exilio y otra parte ¿más republicana? Se quedó a verlas venir. La partida comenzaba a hacer aguas. Porque todavía no ha quedado despejado el montaje de “declarar y suspender al mismo tiempo, la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). ¡A lo hecho, pecho!

Cinco años ha sido mucho tiempo para desenredar la madeja y dejar al personal frustrado y desengañado, ya que la ruta del 1-O no tenía las marcas claras, a pesar de un resultado excelente del 52% a favor de la independencia de Cataluña. Pero los partidos políticos implicados en el Referéndum, no tenían hoja de ruta para el después. Y se quedaron a merced de las olas y sin viento que los orientaran Y, sobre todo, sin el maná para alimentar el independentismo. Así que el Minotauro imperial, continuó con la represión antidemocrática, arrastrando todo el fango propio de una monarquía impuesta. Y los tres poderes del estado separados, es una milonga, por mucho que le des con la brocha democrática, y a la voz de “Aporellos”, iniciaron una carrera contra reloj, en todos los frentes, incluso la “corona” dio su toque de “generala”, confluyendo en que las altas instancias judiciales, léase Tribunales Supremos y Audiencias Nacionales, se saltaran la Constitución y la Biblia en verso para que no fuera el “juez natural”, (Art. 24.2 de la CE: “Asimismo todos tienen derecho al juez ordinario predeterminado por la ley”), quien juzgara los supuestos delitos de Rebelión y sedición, que más tarde quedó en sedición, cosa dudosa al no haber violencia por medio. Pero donde manda patrón judicial no manda marinero juzgado, o algo así.

Cinco años, en Cataluña, con los procesos judiciales atacando, de la mano de las “puñetas” arremangadas, haciendo de la “desobediencia” al TC, su banderín de enganche, mientras los partidos políticos, de la “Spain is different” metían un Caballo de Troya, en forma de Art. 155, arrastrando al Govern de la Generalitat hacia el “ostracismo”, donde una “virreina” de pacotilla se vanagloriaba de haber descabezado a ERC y a Junts per Catalunya y dejarlos sin líderes y de liquidar el Diplocat. Pero el 21D del 2017, con unas elecciones contra natura, unas elecciones imprevistas, improvisadas, sobre la marcha y a lomos del 155 y con MHP President Puigdemont tocando lo que no suena, en la propia puerta de la UE, dio un respiro al independentismo, dejando al PP en la cuneta y Ciudadanos hiperventilados, pero al final mucho ruido y pocas nueces.

Y manifestación tras manifestación, juicios a los rebeldes, para dar y regalar, la policía patriótica facilitando “informes” a la judicatura de arriba para inhabilitar la “inviolabilidad” del Parlament, porque la “desjudicialización de la política” es un sueño y los sueños, sueños son. Ha ido dejando al independentismo sólo antes sus propias ambiciones y sus muchas debilidades. Que si Junts por un lado con la carabina de ERC por otro, que si ERC con la carabina de Junts, y así hasta que alguien agarró la baraja y rompió las cartas y ahora estamos compuestos y sin novia.

Porque la República ha quedado a un lado, la Independencia en la sala de espera haciendo cola a una “Tauleta de Negociació” más falsa y trilera que los duros sevillanos. Y un PSOE dando largas al asunto de la Sedición, hasta que ERC, con el lirio en la mano, apruebe, de nuevo, los Presupuestos de Farsánchez. Y los partidos políticos catalanes que, hablaban de In-de-pen-den-ci-a, se decantaron hacia la deriva del poder y el pueblo siguiendo los pendones de l’Assemblea (ANC), de Ómnium Cultura y de los CDR`s por otro camino.

Y ahora, el nuevo Govern de la Generalitat está en manos de ERC, con la incorporación de “reliquias” del pasado, del PSC, de convergentes y En Comú (UP), aunque dicen que no es lo que parece, pero esto cada vez se parece más a los anteriores tripartitos. Y si no, al tiempo.

Moncloa se frota las manos porque el nuevo gobierno de ERC “da tranquilidad y estabilidad al país”.

¿Dónde quedó el mandato del 1 de octubre del 2017, y mi voto por el consenso independentista en las últimas elecciones?

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