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Y en esa frágil barca te echaste a la mar, rompiste la niebla, las densas tinieblas, bogaste, pescaste, amaste la vida. No fueron para ti rivales las olas del mar, ni las horrendas bestias marinas, ni el arrebatado canto de las sirenas; sujetaste con fuerza el timón cuando el huracán azotó tu ruta, lo abandonaste, frágil, cuando el viento fue apacible… Y hoy que atracaste, ¿por qué no desembarcas aún?

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