No, ella no quería ser masculinizada, las circunstancias la volvieron así.

La castración femenina es más un mecanismo de defensa que una elección deseada en si, es una estrategia de supervivencia y adaptación forzada por el entorno o las circunstancias.

El primer factor importante por el cual una mujer puede masculinizarse es por una necesidad de autoprotección: Si una mujer ha crecido o ha vivido en entornos hostiles, donde la vulnerabilidad es castigada o explotada (como ambientes de acoso, violencia, falta de reconocimiento o alta competitividad), puede adoptar rasgos tradicionalmente asociados a la masculinidad (como la dureza, la asertividad, la distancia emocional o la agresividad) como un escudo psicológico.

El segundo factor que orilla a una mujer a adoptar esta conducta es cuando se siente desprotegida y tiene que adoptar el rol de proveedora o jefa de familia. Esto pasa por la ausencia de una figura masculina proveedora (o de recursos económicos necesarios), muchas mujeres se ven obligadas a desarrollar una gran resiliencia, decisión y pragmatismo, que son cualidades que la sociedad suele etiquetar como “masculinas”. La prioridad es la supervivencia y la protección de los suyos, no la expresión de la feminidad estereotipada.

La tercera razón es por aquellos ambientes laborales o sociales excluyentes: En campos tradicionalmente dominados por hombres (ciencia, tecnología, política, alta gerencia, etc), a menudo se espera que las mujeres se adapten al modelo de comportamiento hegemónico para ser tomadas en serio, obtener respeto y ascender. “Volverse una de ellos” es la única vía percibida hacia el éxito laboral.

El cuarto punto es por la represión emocional: El dolor o el trauma no procesado (como el corazón roto) puede llevar a la persona a suprimir sus emociones más tiernas o vulnerables para no volver a sentir ese daño que experimento en algún momento. Esta frialdad o control emocional se confunde con la “masculinidad”, cuando en realidad es un mecanismo de defensa para protegerse del dolor.

El quinto punto es por el abandono familiar: el abandono obliga a la mujer a dejar de lado su vulnerabilidad natural y a construir una fortaleza alrededor de su corazón para asegurar su supervivencia emocional y física, centrándose en el éxito como escudo, es decir, priorizar el logro profesional/económico como prueba de valor para el mundo.

El punto clave aquí es la distinción entre expresión de género (lo que se elige ser) y mecanismo de adaptación (lo que se siente que se debe ser). Es un recordatorio de que toda conducta es una respuesta a las condiciones de vida.

Detrás de esa mujer “masculinizada por las circunstancias o su entorno” a menudo encontramos:
Una mujer que tuvo que abandonar su feminidad, su vulnerabilidad, creatividad, ternura, para poder ser increíblemente fuerte y poder tomar decisiones difíciles y eficaces para protegerse a sí misma y a su familia de un entorno que no le ofreció un camino seguro para ser vulnerable.

La “masculinización” es, frecuentemente, una adaptación reactiva y necesaria, no una preferencia identitaria.

Juzgar vs. Comprender:
Juzgar a alguien basándose solo en la superficie (“Ella es demasiado dura”, “Ella no es femenina”) es un acto de simplificación que ignora la complejidad de la experiencia humana.

Conocer su historial de vida permite que en lugar de preguntar: ¿Por qué se comporta así? (Juicio)
Preguntar: ¿Qué tuvo que soportar o qué tuvo que aprender para poder seguir adelante y comportarse así? (Comprensión).

Este enfoque es crucial porque reconoce la fortaleza oculta y el precio que muchas personas pagan por simplemente haber sobrevivido.

La Historia Detrás del Comportamiento.

El historial de vida es la clave, porque explica como es que se desarrolló ese conjunto de comportamientos, esos rasgos en lugar de ser una simple elección.

Esas mujeres muy probablemente desarrollaron:

Capas Protectoras (Corazas): Adaptaciones necesarias para sobrevivir a la adversidad, el trauma o el abandono (como hablamos antes). Lo que parece dureza, es miedo a la vulnerabilidad.

Herramientas de Supervivencia: Estrategias funcionales que permitieron a esa mujer progresar, protegerse o mantener a su familia en entornos hostiles o desiguales. Lo que parece ser una adopción del rol masculino, es en realidad la adquisición de competencia y resiliencia forzosa.

Secuelas de relaciones dolorosas: Respuestas aprendidas tras experiencias como el corazón roto o la traición, donde la única forma de seguir adelante fue sellar las emociones.

Por ello es de suma importancia desarrollar la empatía contextual por encima del juicio basado en la apariencia o el comportamiento superficial.

Cuando una mujer exhibe rasgos o conductas que la sociedad etiqueta como “masculinas” (dureza, control, asertividad extrema, evitación emocional), etiquetarla sin más es ignorar la historia que la llevó a ese punto.

Atte: Terapeuta Eli Córdova
México Prioridad

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Eli Córdova
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