La Biblioteca Palafoxiana

Por: Atilio Alberto  Peralta Merino

El Cónsul Humberto Hernández Haddad refiere  tanto en  “Colosio y Ruiz Massieu veinte años después” , como  en “El Eslabón Perdido”, la estrecha relación existente  entre los dos crimines nodales que sacudieron al país en el fatídico de 1994.

En ambos libros  tiene  por cierto, la gentileza de citarme diciendo:

“Olvidaron los servidores públicos involucrados, los principios que juraron defender .Si hubieran leído las reflexiones jurídicas de Atilio Peralta , habrían sabido lo que el constitucionalista argentino Rafael Bielsa advierte sobre la relación que existe entre el buen funcionamiento de una economía y el funcionamiento adecuado de los órganos encargados de procurar  e impartir justicia, que ha terminado por convertirse en una exigencia de los organismos financieros internacionales.

El prominente procesalista italiano Francesco Carnelutti, destacaba la relación existente entre crisis social y aumento  drástico de los índices de criminalidad y litigiosidad”.

Eduardo Valle Espinosa “El Búho”, acompañado en su empeñó por José Reveles , documentó también  por su parte ,  la inocultable  relación que vinculó el atentado que cobró la vida de Luis Donaldo Colosio con el que segó la vida del ex gobernador de Guerrero.

El abogado Enrique Fuentes León se erigió entonces en una especie de polea de transmisión entre los acontecimientos de aquel año, siendo que, en el caso específico del entorno que envolvió el asesinato de José Francisco Ruiz Massieu , su persona aparece relacionada con una práctica del crimen organizado que no suele llamar la atención del público, me refiero, claro está  al tráfico de arte y de patrimonio cultural e histórico de la nación.

El misterioso litigante a quién se alude en la cinta “Todos Los Hombres del Presidente” como el postulante mexicano que envió donativos de sospechosa procedencia a la campaña presidencial de Richard Nixon en 1972, fue indiciado incluso  por haber aislado a la coreógrafa  Nellie Campobello y  haberla despojado del rico haber de su pinacoteca personal; episodio en la que  los respaldos del encargado jurídico de Bellas Artes, Eduardo de Ibarrola Nicolín y de la familia del entonces presidente operaron a su favor sin contrapisa (https://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=&ved=2ahUKEwiT0tyv7bqPAxV0m2oFHeXpPHoQFnoECBkQAQ&url=https%3A%2F%2Fwww.e-consulta.com%2Fopinion%2F2017-09-16%2Fel-caso-nellie-campobello-paradigma-de-la-impunidad-en-mexico&usg=AOvVaw0rfn4CenD1n_YlHkGdGYSs&opi=89978449).

En los días que corren, en los que nos enteramos del vil atentado al acervo bibliográfico más  importante del continente , llama poderosamente la atención el hecho de que haya pasado del todo desapercibido por más de treinta años para la opinión local en Puebla  e incluso para la de todo el país, que,  el hecho de que uno de los agentes policiales  que estuvo presente con mando de efectivos a su cargo fue precisamente Jorge Bergara Verdejo, tal y como lo documentara “El Búho” en su libro “El Segundo Disparo”.

A partir de que a principios de los años noventa se creó el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, las  oficinas gubernamentales encargadas de la cultura dejaron de ser lugar de encuentro  de individuos caracterizados por el manierismo  y la grandilocuencia en sus modales  que fácilmente raya en la más llana de las cursilerías, para tornarse, en contrapartida,  en  espacio sórdido y criminógeno en el que se suscitan  episodios como el que protagonizó Enrique Fuentes León en el  caso de Nellie Campobello.

En consecuencia, adquieren especial relevancia las declaraciones de los funcionarios locales  del área  concerniente a la cultura durante la pasada administración local a cargo de  Sergio Salomón Céspedes Peregrina, en las que,  titular de la dependencia en cuestión , Enrique Glockner,  solicitó públicamente que se suspendieran los procedimientos de auditoria en marcha pese a que había sido denunciado un faltante de 5981 piezas catalogadas como de relevancia histórica y artística  conformantes  del patrimonio del estado.

Por su parte, la entonces  encargada de los museos en el estado,  Anel Nochebuena,  declaró en primer término que de las piezas faltantes habían sido recuperadas en nueve por ciento de las mismas, para,  posteriormente, declarar  que no había tal faltante, sino que habían sido “mal  catalogadas”; dejando  abierta a nuestra vida  todo un reto a las “categorías”, los primeros y segundos “Analíticos”, y a los “Tópicos”: al Órganon en pleno de Aristóteles, tal y como se ha conservado   hasta nuestros días por el resguardo de la obra y la intermediación de Plotino, así como la elaboración de su principal discípulo mediante el célebre “Árbol de Porfirio”.

Resulta que fueron encontradas el 91 por ciento de 5981 piezas del acervo del patrimonio cultural de Puebla, que jamás habían faltado y que simplemente “estaban mal catalogadas”. Quedando tan sólo por explicar qué fue del otro 9 por ciento de las mismas que si fueron recuperadas.

 No resulta en lo más mínimo descabellado pensar que  el atentado a la integridad de los libros que resguarda la “Biblioteca Palafoxiana” sea tan sólo la punta de iceberg, dados los Retos  de origen altamente criminógenos que  cubren con un silencio de más de treinta años  las  conexiones entre los sucesos más graves que han afectado a  nuestra sociedad.

Máxime que, cuando al unísono de  una muralla de silencio, se extiende  por una parte, por otra se esgrimen  versiones públicas de  hechos que  desafían   a la más elemental de las lógicas y ya no digamos a la técnica de auditoria contable de la “partida doble”, desarrollada en el renacimiento por Tomasso Campanella. ¿Nos estaremos aprestando con mediana dignidad y perspectiva histórica, a la celebración próxima e inminente del medio milenio de la fundación de la ciudad de Puebla, me pregunto?

 albertoperalta1963@gmail.com

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