¿Sabe qué María Lilia Cedillo Ramírez?

Alejandra Fonseca


El cielo no es para los traidores. La traición rompe la lealtad hacia otros y, sobre todo, la fidelidad que nos debemos a nosotras mismas. Quien traiciona su propia conciencia renuncia a reconocerse, a comprenderse y a pensar en lo que de verdad tiene valía. Lo demás, todo lo demás, es pura apariencia y vanidad.

Toca decir lo que venimos arrastrando, usted y yo, desde hace dos años y es obligado separar lo urgente de lo importante. Lo urgente, aunque con resistencia, va cediendo: se frenó el acoso laboral y la presión para jubilarme por ser mujer y por ser de la tercera edad. No escupa para arriba, doctora Cedillo: usted también está ahí.

Lo importante viene en otro paquete: mi solicitud de recategorización laboral con base en la igualdad salarial que manda el Decreto por la Lucha por la Igualdad de Género en México, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 16 de diciembre de 2024, que obliga a las instituciones a garantizar la igualdad salarial, misma que fue presentada a usted en dos ocasiones:

La primera, después de un año de trámites en varias instancias de la BUAP: a la Presidenta de la República, Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, quien instruyó por oficio enviado a las oficinas de Recotoría resolver mi caso y enviar copia de la respuesta a Presidencia. Y usted decidió guardar silencio.

La segunda, mediante la queja que interpuse el 27 de enero de 2025 ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Puebla por violación de mis derechos como periodista. El 21 de febrero, la CDH Puebla informó y ordenó a la BUAP, por instrucciones de usted, a respetar mi derecho a un espacio libre de violencia por género y por edad, y se me pidió formalizar de nuevo la recategorización. En cumplimiento, presenté por escrito mi solicitud el 1º de septiembre pasado ante el Vicerrector de Docencia, Dr. Jaime Vázquez López, con quien usted me canalizó.

Esta historia, que no voy a reducir a “trámite”, me lleva a una analogía incómoda: al sistema feudal en la Edad Media, con sus principados y sus teocracias. Me explico: el feudalismo se sostenía en dos pilares: Vasallaje: jurar fidelidad al señor feudal a cambio de “protección”, favores y cuidar los intereses mutuos. Y Servidumbre: el siervo, atado a la tierra, obligado a trabajar y pagar tributos, sin libertad real.

Hoy en la BUAP, lo que debería ser autonomía se confunde con esa lógica feudal. La Constitución (art. 5º) reconoce la autonomía universitaria como libertad y autogobierno para decidir sus reglas con conciencia. En la práctica, dentro de la BUAP, esa autonomía parece servidumbre. Ahí estoy yo, no por elección, sino por un sistema que se ha preservado.

Le pido, Rectora cambio de chip; dejemos la lógica feudal y tomemos los principios constitucionales. No son privilegios, son derechos que están por encima del ejercicio de la autonomía universitaria, como son:
El Artículo 8º constitucional que respalda mi derecho de petición.
Y el Decreto para la Igualdad de Género en México, publicado el 16 de diciembre de 2024 en el DOF, obliga a las instituciones a garantizar igualdad salarial.

La autonomía universitaria no está por encima de la Constitución.

Y ojo: el cielo no es para los traidores.

alefonse@hotmail.com

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