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El único antídoto posible parece ser que los partidos se pongan de acuerdo para escoger mucho mejor a sus candidatas y candidatos.

Los acontecimientos de las últimas semanas han generado desasosiego entre muchos que deseamos y queremos que México siga siendo un país democrático y que, con todos sus problemas, se proponga construir juntos un país más próspero, más incluyente, más justo y cuidadoso del medio ambiente. La militarización del país, con un Ejecutivo cada vez más desnudo por las revelaciones de corrupción y de saqueo de las arcas públicas para financiar sus campañas políticas y un buen vivir, con una élite de las Fuerzas Armadas que parecen acariciar poder y dinero con tanta o más voracidad que sus contrapartes de la clase política tradicional, con vínculos del poder público con grupos del crimen organizado que ya participan abiertamente en procesos electorales, ha elevado significativamente los obstáculos para que la voluntad popular se exprese libremente en las urnas.

De acuerdo con lo presentado por Leonardo Kourchenko en estas páginas el pasado 29 de septiembre, el presidente López Obrador ya les dio “carta blanca” a los 21 gobernadores de Morena para que hagan lo que tengan que hacer para asegurar el triunfo de ese partido en las próximas elecciones. No hay límite, ni de dinero ni de comportamiento delictivo, que frene a los gobernadores para que se conviertan en los principales operadores político-electorales de Morena a lo largo y ancho del territorio nacional. Tampoco hay garantía que, ante excesos del poder, las Fuerzas Armadas se mantengan leales a la Constitución y no al presidente de la República (Imaginen por ejemplo una toma del INE por una turba morenista en caso de que la oposición ganara las elecciones en 2024. ¿Cuál sería la reacción de la Guardia Nacional?).

Ante este cada vez más complejo panorama, quizás la última oportunidad para preservar nuestra democracia en los próximos decenios sea que una candidata o un candidato de la oposición gane holgadamente las elecciones de 2024. Parece una lucha entre David y Goliat por el dinero prácticamente ilimitado que el gobierno va a seguir utilizando para comprar voluntades, y por el comportamiento ilegal de candidatos y funcionarios públicos que utilizan tiempos y recursos públicos sin recato alguno para fines electorales. Por eso es tan importante el lanzamiento de una plataforma ciudadana para desarrollar un plan de gobierno y para el México de los próximos años que represente la voluntad de millones de mexicanos. Esta plataforma, denominada “Unidos por México”, intenta aglutinar a cientos de miles de ciudadanos que estamos inconformes con el actual gobierno y que buscamos un futuro mucho mejor para el país. Se pretende, además de consensuar una gran propuesta, que los partidos políticos de oposición se abran a propuestas ciudadanas, que postulen candidatas y candidatos idóneos (muchos sin haber pertenecido necesariamente a algún partido) como coalición con candidaturas únicas.

En las elecciones de 2021 hubo resultados positivos de un esfuerzo colectivo de esta naturaleza que logró quitarle la mayoría calificada en el Senado a Morena y sus aliados. Lamentablemente, el gobierno utilizó todos los medios a su alcance y compró o amenazó a militantes de los partidos de oposición para que avalaran la militarización del país. La contención se fracturó y hubo traición a los ciudadanos.

Hoy se trata de un nuevo esfuerzo, quizás todavía más difícil que el desplegado para el proceso electoral de 2021, que no obstante reviste todavía mayor relevancia. Y es que, efectivamente, la consolidación del poder de Morena apuntalado por las Fuerzas Armadas, aun en medio de la corrupción y delitos revelados en la filtración de los documentos de la Sedena y los testimonios del libro el “El rey del cash”, convierte la lucha electoral en una batalla asimétrica. La lucha se observa todavía más compleja por los inminentes embates al INE que parecen aproximarse, aunque ayudaría mucho si la Suprema Corte resolviera las acciones de inconstitucionalidad pendientes respecto de la militarización de la seguridad pública. El único antídoto posible parece ser que los partidos se pongan de acuerdo para escoger mucho mejor a sus candidatas y candidatos, propongan a uno solo de ellos en coalición, y la sociedad se una y salga masivamente a votar. Unidos, sociedad y partidos políticos, con un proyecto consensuado para el futuro de México, parece ser la última oportunidad antes de que nuestra democracia pase a la lista de eufemismos en nuestro país.

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