El Liberal Salvaje

Al rescate del pensamiento liberal

No es perfecto, pero es lo mejor que la humanidad ha descubierto

19/oct/25

Llevamos 10 mil años tratando de inventar un sistema que nos permita regular de manera eficiente el conflicto social. Después de 9,500 años probando con distintas “arquitecturas institucionales” para tartar de convivir, cooperar y progresar, en medio del desacuerdo, las discrepancias y las diferencias hace 500 años descubrimos el Estado y, desde entonces, el pensamiento liberal se ha abierto paso como la filosofía política detrás del Estado liberal democrático, asociado al mayor nivel de libertad, cooperación y progreso en la historia de la humanidad.

A pesar de ello, hoy, vivimos una época en la que el pensamiento liberal y el Estado democrático-liberal no solo están en crisis, sino que están bajo ataque. Y lo peor, es que los populismos de izquierda (el caso mexicano es emblemático) y de derecha (el caso de EU con Trump también) van ganando la batalla cultural a nivel global.

Para entender qué es el liberalismo y la importancia de ser un liberal en estos aciagos momentos, retomo la brillante explicación del analista Mike Brock en su artículo: “What is Liberalism? Why the Most Important Political Philosophy of the Last 300 Years Is the One Nobody Understands” (https://www.notesfromthecircus.com/p/what-is-liberalism).

1. Premisas básicas del pensamiento liberal

La primera, es que los seres humanos somos falibles, es decir, enfrentamos limitaciones importantes para acceder a la verdad, ya sea por falta de información o por la complejidad de la realidad misma. El pensamiento liberal clásico parte de la premisa de que “nadie posee acceso privilegiado a la verdad. Ni reyes por derecho divino, ni filósofos por intuición racional, ni científicos por objetividad, ni siquiera las mayorías democráticas por sabiduría popular”.

La segunda premisa, es que es imposible “cancelar” o “resolver” el conflicto y el desacuerdo, propio de la condición y la convivencia humana. Mientras otras filosofías proponen sistemas políticos que eliminan el conflicto social (“los autoritarios imponen una visión única mediante la fuerza, los fundamentalistas religiosos apelan a la revelación divina, los tecnócratas se refugian en el conocimiento experto, los revolucionarios prometen crear seres humanos nuevos que no discrepen”) el liberalismo propone un sistema, una arquitectura social e institucional, sustentada en el conflicto, en la discrepancia y en la diferencia, aspectos consustanciales a la condición humana. Esa es la “genialidad liberal”, dice el autor, que “construye sistemas que funcionan ¡gracias a que la gente discrepa!”

La tercera, es que el liberalismo no es una postura política, sino el fundamento filosófico que hace posibles las posturas políticas. El liberalismo “no es un conjunto de políticas, sino el marco que permite elegirlas, ejecutarlas y cambiarlas democráticamente”. Es gracias a las diferentes visiones del mundo y a las diferentes maneras de expresarlas políticamente, que el sistema funciona. Al garantizar la posibilidad de corregir, permite la coexistencia, la cooperación y el progreso.

2. Lo mejor de la “arquitectura institucional” del liberalismo es la República

Si aplicamos esta filosofía liberal a la arquitectura del Estado democrático, el resultado, siguiendo el argumento de Brock, es un marco institucional (una arquitectura social) que da fundamento a la República. Sus principales características son:

  • Limitaciones constitucionales al poder (división de poderes)
  • Independencia institucional (órganos autónomos)
  • Libertad de expresión y debate abierto de las ideas
  • Estado de derecho (marcos jurídicos aplicables a todos por igual) y
  • Rendición de cuentas (oportunidad de reemplazar a líderes que no ratifiquen sus acciones y decisiones en elecciones competitivas).

Ser un demócrata liberal, significa defender esa arquitectura institucional, ese arreglo institucional en el que se puede procesar el conflicto de manera eficiente, posibilitando la cooperación y el progreso. En otras palabras, ser un demócrata liberal, implica respetar la filosofía detrás del marco institucional de la República Democrática Liberal, independientemente de la postura política que a uno le plazca adoptar.

Por eso el liberalismo es compatible tanto con Estados de bienestar robustos como con sistemas orientados al mercado, siempre y cuando se respete el marco institucional liberal. Se puede ser un liberal con tendencia “conservadora” o un “progresista”. Pero, como afirma Brock, un progresista o un conservador se vuelve iliberal (con i) en el momento en que intenta imponer su verdad sin consentimiento democrático o saltándose los límites constitucionales. Un socialismo democrático puede ser liberal, pero uno revolucionario o coercitivo no. Estas filosofías solo pueden considerarse liberales si “aceptan las limitaciones constitucionales y la rendición de cuentas democrática”.

Si nuestra postura política implica eliminar o minar la independencia y autonomía de las instituciones, o concentrar el poder de decisión en una sola entidad e imponer una sola verdad, hemos caído irremediablemente en una postura autoritaria. Y, automáticamente, hemos dejado de ser liberales.

3. República que no es liberal, no es República… Democracia que no es liberal, es autocracia disfrazada

¿Por qué es urgente recatar la esencia del pensamiento liberal? Porque todos los populismos contemporáneos, de izquierda o de derecha, tienden a apropiarse del concepto y manipularlo, o bien a tergiversar su significado.

No olvidemos que, en el caso de México, uno de los pilares ideológicos del obradorato ha sido la narrativa populista que exalta la pugna entre liberales y conservadores. En esta idea maniquea, los “malos” son los conservadores y los buenos son los liberales. Y como ellos luchan contra las élites (los privilegiados) en beneficio del pueblo (los oprimidos), ellos son los buenos, ergo, ellos son los liberales. Obvio, los liberales son los que apoyan la “transformación”, mientras que los conservadores son los que están en contra de la 4T (porque quieren mantener-conservar sus privilegios).

Aunque totalmente falsa, esta manipulación conceptual no solo ha sido exitosa en la estrategia obradorista de polarización y el adoctrinamiento, sino que ha sido clave en la batalla cultural al desdibujar la verdadera esencia del pensamiento liberal y el concepto mismo de liberalismo, que por décadas le dio forma y destino a nuestra República (Juárez debe estar retorciéndose en su tumba).

Así que, no hay que confundirnos: todos los populismos, desde Trump, López Obrador y Bukele, hasta Chávez, Erdogan, Orban y Modi, son gobiernos iliberales (con i) en la medida en que van destruyendo el andamiaje institucional de la República democrática que garantiza la división e independencia de poderes, la libertad de expresión, el Estado de Derecho y la rendición de cuentas mediante elecciones competitivas.

Se trata, en esencia, de regímenes autoritarios, es decir, autocracias disfrazadas, cuyo objetivo ha sido y es, desmantelar el andamiaje liberal democrático de la República para imponer una sola visión del mundo (su verdad), concentrar el poder (sin rendir cuentas) y enriquecerse de manera desmedida a costa del bienestar y el progreso de la sociedad.

Picture of Raul Hermosillo
Raul Hermosillo
+ Articulos
También puede interesarte

Patrocinadores

Últimas Noticias
Patrocinadores