1 / 2 Se rozan, casi se tocan…

Alejandra Fonseca

El libre albedrío, según la Biblia, implica, por un lado, la libertad de elegir, y por el otro, la responsabilidad de elegir correctamente. En este caso y bajo esta perspectiva, Dios nos da el libre albedrío para que el amor, la bondad y la lealtad sean verdaderos y no forzados, ya que el verdadero amor requiere la capacidad de elegir.

Al tener la libertad de tomar decisiones, podemos reflejar las cualidades divinas y desarrollar un carácter moral, lo que nos permite acercarnos a Dios por voluntad propia y tener una relación significativa con Él.

Este símbolo del libre albedrío está pintado en el fresco principal en la Bóveda de la Capilla Sixtina: La Creación de Adán, que pintó Miguel Ángel a los 33 años por encomienda del Papa Julio II en 1508.

Inspirado en la frase del Génesis “Dios creó al hombre a su imagen”, Miguel Ángel comenzó a pintar, del lado derecho del fresco, la figura de Dios que viene del cielo rodeado por los ángeles; luego pintó la figura de Adán, del lado izquierdo, ambos con cuerpos similares fuertes y robustos. El Creador, representado con larga barba y canas, con mirada firme y decidida mientras que la mirada de Adán, joven fuerte, parece de ingenuo asombro.

El principal detalle del fresco es la representación del soplo divino de vida: los dedos de Dios y Adán que se rozan, casi se tocan. Este gesto significa la creación del primero hombre, listo para recibir la energía del Señor que lanza una chispa en el contacto con la mano de Adán. El índice del Creador apunta hacia el hombre con autoridad, dispuesto a dar un impulso a la mano de Adán que, en cambio, presenta un dedo débil.

¿Sabes por qué los dedos de Dios y Adán se representan perfectamente como que “no se tocan” en esta famosa obra de arte de Miguel Ángel?

Observa bien: en la obra, el dedo de Dios está extendido al máximo, pero el dedo de Adán está con las últimas falanges contraídas. El sentido de la pintura (independientemente de las creencias), es explicar que Dios siempre está allí, pero la decisión es del hombre. Si el hombre quiere tocar a Dios necesita estirar el dedo, y al no estirar el dedo, puede pasar toda su vida sin buscarlo ni encontrarlo.

“La última falange contraída del dedo de Adán representa el libre albedrío”.
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Él decide…

En eso estamos…

alefonse@hotmail.com

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