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Los tiempos cambian, de verdad que los tiempos cambian querido amigo, fui cliente de mucho tiempo de diversos puestos expendedores de periódicos, fui testigo fiel de su proceso de diversificación cuando se propusieron mejorar la economía de su negocio, expendiendo, refrescos, aguas, cigarros y botanas.

Fui su cliente desde los trece o catorce años de edad, era todavía un mozuelo mal peinado por la culpa de mi bicicleta y acudía con alegría cada semana a comprar el Memín Pingüín y el Chanoc para ilustrarme como debía ser, tiempo después me hice adicto a las noticias deportivas y pasados los veinte de edad y en mi época de universitario me incorporé a las huestes de los lectores cotidianos de los periódicos locales y después cuando me mudé a vivir por razones estrictamente personales y porque tenía ganas de residir en la Ciudad de México entonces conocida con el Distrito Federal, me aficioné para enterarme de las noticias de México y el mundo a la prensa nacional.

Leí de todo, aprendí que en la prensa se movían intereses de todo tipo, que cada cual informaba de acuerdo con sus conveniencias particulares, comprendí que un día y el siguiente podría enterarme de las noticias en medios de la izquierda beligerante y superficial o de una derecha alucinada y radical, sin dejar de mencionar a la prensa gobiernista.

Opté por seleccionar las noticias de mi interés, a los columnistas que me interesaba leer y mandar al cuerno a los que deliberadamente pretendían manipular las opiniones, mis opiniones,  sin importar que estos fueran venerados por sus fanáticos y los otros por los suyos propios, historias de luchadores sociales que para algunos eran unos gigantes que cobraban por sus silencios o por ser panegiristas a sueldo, el contenido sucio  de sus publicaciones se cargaba en sus entrañas y apestaba, no precisamente a rosas.

Aplaudí la llegada de Internet y que gracias a ese maravilloso y moderno medio, podía leer las columnas y las noticias que realmente eran de mi interés, tomé la decisión de prescindir de la prensa escrita, de las voraces consumidoras de papel y depredadoras de nuestros bosques. En la época actual el diario impreso ya casi no se vende, lo cual lamento mucho por la numerosa cantidad de familias que comerciaban y sobrevivían de la venta del periódico y las revistas.

Y luego que llegan las redes a modernizar el flujo de información y todos emocionados nos dimos a la tarea de inscribirnos en todo aquello que nuestros recursos tecnológicos permitieran, dejamos definitivamente la prensa escrita, ya ni para buscar trabajo en el “Aviso Oportuno” de El Universal, ahora a los diarios en papel solamente los compran unos cuantos adultos mayores, ya todo es digital, lo cual por una parte es bienvenido, espero que esto sirva para detener en la medida de lo posible la tala inmoderada de los bosques que son la materia prima elemental para la industria del papel.

Lo malo o lo que es peor es el uso inmoderado de las redes, ahora resulta que muchos informadores y comunicadores, citan como fuente de sus reportes lo que leyeron en Facebook o twiter, lo peor es que hay  abusivos en exceso que aprovechan esta enorme confusión y nos contaminan cada mañana y cada noche con sus “bots”, con toda clase de informaciones falsas, de hecho cada uno de los usuarios de estos servicios tecnológicos podemos declarar “yo tengo otros datos” todos los tenemos y ese precisamente es el problema, estamos construyendo una gigantesca Torre de Babel.

Alfonso Díaz Ordaz Baillères

13 de abril de 2020

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