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En estos tiempos de pandemia que me encuentran en un periodo de confinamiento obligado, vienen a mí, recuerdos imborrables de mi juventud temprana, los que vivimos en Puebla nos acordamos que en los terrenos vecinos a la rivera del ahora entubado Rio de San Francisco, cada equis tiempo se instalaban las carpas de los circos Ataide y Unión para nuestro regocijo y diversión, que era un gusto ir por las mañanas a admirar a los animales como los caballos, elefantes y alguna vez camellos, tigres y leones, espectáculo que por cierto ya no existe gracias a que una especie de ambientalistas decidieron que recibían maltrato y sin meditarlo promovieron leyes que mandaron a los animales a un estado lamentable de desatención, hambre y abandono, legislaron sin tomar en cuenta al destino cruel que los esperaba.

Hago esta referencia a los circos por el brinco espectacular de una legisladora de la izquierda parlamentaria a la derecha, salto triple mortal sin redes ni protección, dice ella que para luchar contra la corrupción desde una trinchera diferente, no aclara con pruebas que la diferencia entre trincheras  sea la corrupción, no hay forma de saberlo con certeza, no hace referencia en ningún momento a los documentos fundamentales de los partidos involucrados, esos que contienen o deben contener los principios ideológicos que sustentan su actividad política, eso no tuvo ningún valor en su transición.

Había un viejo sabio sobre los escenarios del siglo pasado, quizás el humorista más inteligente de aquel entonces, el gran Groucho Marx en una de sus frases más celebres nos decía: Damas y caballeros, si no les gustan mis principios, tengo otros, que vino a mi memoria cuando leí a unos dirigentes que festejaban con júbilo  el feliz acontecimiento, una Senadora daba un brinco espectacular entre dos extremos que en la geometría ideológica son muy distantes, no lo entiendo, puedo entender como en el circo, que los elefantes se orinen en cualquier sitio, es todo un espectáculo, pero un dirigente de partido levantando la mano en son de triunfo por el hecho de que la Legisladora sin remordimiento ni rubor cambio de bando, eso se llama
“orinarse fuera de la bacinica”.

Parafraseando al mismo comediante, Groucho Marx decía con su característica ironía: Debo confesar que nací a una edad muy temprana, para expresar mi propia opinión,  en los viejos tiempos, en el maltratado viejo sistema no se daban esas mudanzas ideológicas sin asumir las consecuencias, las diferencias entre las izquierdas y las derechas siempre fueron irreconciliables, los principios son los principios, no cabe duda que los tiempos que vivimos son de tal manera sorprendentes, ya puede pasar cualquier cosa y hacerse cualquier cosas sin temor al ridículo y al escarnio público.

Por eso no formo parte de la clase política, no ganaría para sustos, como también diría el humorista: Nunca pertenecería a un club que admitiera como miembro a alguien como yo, no me sentiría cómodo conmigo mismo, no nací para tragar sapos ni soy moralmente flexible para asumir la incongruencia de mis acciones y mucho menos de las ajenas.

Si estas personas que negociaron y aceptaron el cambio de estafeta de la legisladora aplauden y festejan, permítanme concluir con otra frase del genial Groucho Marx: Perdón que no me levante.

Por: Alfonso Díaz Ordaz Baillères.

alfonsodiazordaz@gmail.com

5 de junio de 2020

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