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El sentido de la configuración consideraba el emplazamiento de los edificios universitarios que entonces, los asuntos universitarios mantenían una relación focalizada con el edificio Carolino, no solamente porque allí estaba la Rectoría con los funcionarios de primer nivel sino también porque el edificio del Siglo XVII, elemento identitario y referente de los universitarios, fue capaz de  albergar en los espacios configurados por gruesos muros que soportaban bóvedas de cañón, de arista y con lunetos, para dar lugar a las oficinas de atención a los universitarios. Todo pasaba por (lo atraía) el Carolino, un asunto burocrático, una lucha política, expresiones de protesta entre universitarios o de estos contra el gobierno, festejos y prácticas cotidianas de encuentro en las calles cercanas, en ciertos momentos con actividades culturales como exposiciones de pintura, escultura o música.

Además de lo administrativo, el Carolino tiene a la Biblioteca José María Lafragua y el acervo histórico que son una maravilla documental. La sala de consulta solo es comparable con la Biblioteca Palafoxiana. Sin embargo, son diferentes, por tanto incomparables, la diferencia de ésta con cualquiera es la calidad del espacio arquitectónico del antiguo refectorio del colegio que fue adaptado para sala de lectura; para equiparla se atendió el diseño del mobiliario, por ejemplo, los libreros, a doble altura, llenos de libros; para acceder al piso superior hay escalera y corredores; a lo largo de la nave, un espacio generoso bien iluminado, se distribuyen las mesas de lectura, en donde leen los estudiantes, investigadores o ciudadanos; en este mismo lugar se celebran eventos académicos: presentación de libros, conferencias, cursos, exposiciones, inclusive, en tiempo presente, ya se ha vuelto una práctica cotidiana la actividad cultural de los jueves de cada semana.

En la parte superior de la biblioteca se halla la sala Melchor de Covarrubias, mejor conocido como “El Salón Barroco”, espacio que fue laboratorio, gabinete y, originalmente, la capilla de San Miguel. Hoy, este recinto es sede del Consejo Universitario y, eventualmente de eventos académicos, de los cuales, los más comunes son las graduaciones y aperturas de congresos. El nombre de barroco lo adquiere de la decoración de argamasa del intradós de las bóvedas. La sillería y el retablo no son de este ex colegio ni mucho menos del dicho recinto, todo el mobiliario se trajo del edificio del Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, antes Colegio de San Pantaleón, uno de los colegios de la Diócesis.

No es objeto de este artículo entrar en los detalles de la arquitectura, ya habrá oportunidad de exponer los valores intrínsecos del inmueble. Si interesa ahora conocer el papel Rector de “El Carolino” en la vida universitaria, desde el cual o hacia éste, se establecían las conexiones que relaciona a los demás componentes del sistema universitario. Este papel del Carolino provocaba movilidad universitaria por la relación entre los inmuebles que, por tanto, se concentraba en un polígono específico del centro histórico.

Entonces había escuelas populosas y dinámicas como las preparatorias Lázaro Cárdenas y Emiliano Zapata, la Escuela de Lenguas, el Colegio de Antropología, el Instituto de Ciencias (ICUAP), la Escuela de Biología, el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSyH). Los estudiantes pasaban buena parte del día en este lugar del centro histórico, incluso, algunos habitan aquí mismo, son estudiantes “abonados” que alquilan cuartos con alimentación incluida o comen en las fondas, algunas de las cuales también reciben “abonados”. Iban a la matiné del Cine Reforma los días lunes y a la lucha libre a la Arena Puebla por la noche. Hubo abundancia de negocios de los fotocopiadores y engargolado de documentos y de libros (“Piratería” de textos), librerías, billares, cantinas, cafés, torterías, tacos placeros. Esto y más genera la presencia universitaria. La vida universitaria como práctica cultural cotidiana que ocupa los 35 edificios que tenía la Universidad al principiar el siglo XXI.

Este polígono fue estudiado con detalle para conocer el comportamiento de los actores y agentes, las expresiones y representaciones de la diversidad universitaria. Son ellos los que dan vida a los espacios construidos.

Por: Carlos Montero Pantoja

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